El retrato de la pobreza en Sevilla: de las madres solteras con hijos a las familias hacinadas en trasteros
Cáritas Diocesana de Sevilla expone una leve mejoría socioeconómica pero traslada un mensaje de denuncia por las terribles condiciones a las que se ven obligados a asumir familias tanto de la capital como de la provincia
Cáritas alerta de la gravedad de la vivienda en Sevilla: «Hay familias hacinadas en pisos o trasteros y si quieres cocina, hay un plus»
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Iniciar sesiónSevilla será rica en abundancia por sus múltiples matices y luces, pero cada día tiene peor escondidas sus más oscuras sombras. En el día de ayer quedó presentado en la Archidiócesis hispalense el informe de 2024 de Cáritas Diocesana de Sevilla, que lleva por ... título 'Mientras haya personas, hay esperanza', y en él queda nuevamente en evidencia la inmensa preocupación existente entorno al drama de la pobreza que asola no sólo varias zonas de la capital, sino también del extrarradio de Sevilla, influidas a su vez por las dificultades en el acceso a una vivienda digna, un tema recurrente que agrava lo que ya de por sí es un preclaro problema nacional y por ende, local. A las claras hablan los numerosos ejemplos expuestos por el presidente de Cáritas en Sevilla, Miguel Ángel Carbajo, en los que se incide en las más que precarias condiciones a las que se ven obligadas a vivir muchas familias, como cocinas, habitaciones de alquiler intersemanal o incluso trasteros, pese a que éstas reciben la ayuda más básica por parte de este ente que celebra en voz baja que al menos se ha reducido en un 14 por ciento el número de hogares atendidos respecto al año anterior. Fueron en total 12.462 hogares los que fueron acompañados gracias a Cáritas, los cuales se traducen en 35.804 personas, «todas con sus nombres y apellidos, con sus historias», como indicaba el arzobispo en la presentación de la memoria, donde se dio cuenta de los 250 equipos parroquiales que conforman el aluvión de solidaridad y el trabajo duro por parte de este organismo en materia de acogida y atención primaria.
Hay por tanto cierta mejoría en lo porcentual en el plano macro, pero existe una complicación que no atenúa los efectos de la pobreza en Sevilla y es la severa dificultad que existe a la hora de encontrar una vivienda, y lo que es aún una misión casi imposible para tantas personas que no pueden permitírsela aún: que dicha vivienda reúna una habitabilidad mínima como para vivir dignamente. Como refleja este nuevo informe de Cáritas, a cuya presentación también asistió Salvador Diánez, vicario episcopal de Pastoral Social, existe un aumento en la concienciación de esta cuestión que se agrega a los problemas estructurales que siguen importando a la Sevilla que no es que no llegue a final de mes, es que ni siquiera es capaz ni de empezarlo. La precariedad laboral, las altas tasas de temporalidad y las brechas de género convierten a la exclusión y al riesgo de pobreza en un enemigo difícil de combatir y muchas familias se ven en la tesitura de entrar en pisos hacinadas. Situaciones a las que llegan familias vulnerables como las monoparentales, menores de 18 años, personas en paro o las mujeres, en cuyo caso también se les añade en muchos casos que son madres y además solteras.
Es ciertamente preocupante la cruda fotografía que se sigue instalando tanto en Sevilla como fuera de la ciudad. En lo que concierne a los pueblos, Cáritas ha acompañado en 2024 de esos casi 12.500 hogares a un 58 por ciento de ellos en la provincia, siendo las parroquias de mayor demanda San José Obrero de San Juan de Aznalfarache (394 hogares atendidos), Pilas (350), Santa María del Alcor de El Viso del Alcor (210), el Espíritu Santo de Mairena del Aljarafe (180) y Nuestra Señora de Guía de Camas (160). Ya en la capital, vuelven a sonar con fuerza los focos más desfavorecidos que siempre suelen ocupar estas nóminas, llegando el órgano eclesial al 42 por ciento restante de hogares en dicho período. Los más necesitados atendidos por el órgano de la Iglesia Católica se encuentran en Jesús Obrero (Polígono Sur, 351 hogares), Candelaria y Blanca Paloma (Tres Barrios, 331), Parroquia de El Rosario (San Jerónimo, 192 hogares), San Pío X (Polígono Sur, 188) y Nuestra Señora de Lourdes (La Barzola, 159), a los que se les presta tanto una labor de acogida como de atención primaria, siempre en función de las necesidades.
Alimentación y recursos básicos copan el 67 por ciento de las 97.725 intervenciones realizadas durante todo este acompañamiento. Hay un acceso digno a la alimentación por mediación de Cáritas con la premisa de alejar el asistencialismo y se persigue siempre un acompañamiento integral a la persona con el fin de que ésta pueda promocionar de forma autónoma, personal y familiarmente. A ellas también se les entregan tarjetas monedero, unas 10.000 en total, por un valor que asciende a los 460.000 euros. Hasta 2.557 personas voluntarias, o agentes de la esperanza, como vienen denominándolos, permiten trabajar en un radio de acción cada vez más grande y especializado, y también hacer un uso eficiente de los más de once millones de euros disponibles —cerca de cuatro de Cáritas parroquiales, y unos casi siete millones y medio procedentes de Diocesana—, un siete por ciento más que el año anterior, con destino del 89 por ciento de esos recursos a la acción social que se realiza. Cifras resultantes de la colaboración de los casi 7.000 socios, los más de 900 donantes y una red de 156 entidades que permiten verdaderamente que tantas familias sin recursos salgan adelante.
Pobreza crónica y estructural
Lo más alarmante para la institución en esta materia es sin duda la pobreza persistente, de la que no se libra Sevilla. Pese a la mejoría socioeconómica aún hay familias con un alto grado de dependencia de las ayudas, y que suelen tener como principales afectadas a las madres solas con hijos a cargo, hogares que viven el desempleo en sus carnes o pensiones y ayudas sociales que resultan insuficientes. Tienen mucho que decir igualmente los alquileres abusivos, o en otro punto las cargas familiares, por no hablar de personas con problemas de salud física y mental sin atención, personas en soledad no deseada, especialmente en mayores, y mujeres víctimas de violencia de género. Contextos todos que también se pueden encontrar en Sevilla, sus barrios y su periferia. Las grandes dificultades en la autonomía económica de estas personas influyen directamente en limitaciones que no sólo son monetarias. Por si fuera poco, desde Cáritas Diocesana de Sevilla se hace hincapié en la cantidad de migrantes que andan en situación de irregularidad administrativa, siendo a menudo víctimas de la explotación laboral o la extorsión en torno a temas concernientes a los procedimientos administrativos, por no hablar de la privación de sus derechos. Son firmes en Cáritas a la hora de denunciar que cada vez más familias extranjeras se ven llevadas a condiciones extremas de necesidad al ser excluidas de asistencia sanitaria, de la vivienda y del trabajo.
Exclusión residencial
La profunda crisis de asequibilidad a la que se está enfrentando el país aboca a miles de familias sevillanas a entorpecer su acceso a una vivienda digna y a los gastos que ésta acarrea. De ahí que Cáritas parroquiales centre la responsabilidad a los políticos, que entienden deben ser quienes ofrezcan respuestas concisas y eficaces en materia de vivienda para evitar casos de familias hacinadas en pisos, en cocinas por las que se pagan pluses o habitaciones en zonas del extrarradio cuyo alquiler sólo es intersemanal. Se busca escapar de los espacios degradados, insalubres o ruinosos que muchas de las familias terminan por habitar porque no les queda más remedio. Simplificar los requisitos de las ayudas a la dependencia y favorecer los mecanismos de acogida e integración son otras de las misiones a perseguir en este apartado por las autoridades. Fue Salvador Diánez, vicario episcopal, quien apelaba al término de la intervención al sentido de la esperanza para quienes sufren un contexto social «marcado por la incertidumbre, el dolor y la desigualdad», abundaba. Más certero era incluso el presidente de Cáritas en Sevilla, Miguel Ángel Carbajo, que apuntaba implícitamente a los dueños de las viviendas por la especulación de los precios y la cantidad que los dueños cobran para autorizar el empadronamiento de dicha viviendas, gestión que puede rondar hasta 700 euros: «Hay gente que se aprovecha de las miserias», apostillaba.
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