La Catedral blinda los miradores de la Giralda con 'rejas invisibles'

El Cabildo Catedral concluye la quinta fase de la restauración de la torre y recupera el esplendor de los balcones y ventanas, antes de proyectar las siguientes: el cuerpo de campanas, el remate renacentista, el Giraldillo y el interior
Más de dos millones de turistas suben cada año las 35 rampas de la Giralda, el monumento más visitado de Sevilla. Sería el mejor mirador de la ciudad si desde él se pudiera ver en sí misma, como ocurre con el Empire State ... en Nueva York o la Torre Eiffel en París. Sin embargo, miles de turistas buscan sus 19 ventanales y 25 balcones hasta llegar a la terraza rematada arriba por las azucenas, donde se encuentra el campanario, para disfrutar de una experiencia que hasta ahora tenía una limitación estética que destrozaba la foto tanto desde el interior de la Giralda como desde fuera de ella: las rejas.
El Cabildo Catedral, que proyectó en 2015 la restauración integral de la torre, acaba de concluir la quinta fase de la intervención, que ha venido a denominar como la de los 'huecos'. Se trata de los espacios abiertos que tiene la Giralda para que entre la luz y desde los que se obtienen las vistas de la ciudad. Durante seis meses, hasta el pasado 22 de mayo, se ha actuado sobre estos ventanales y balcones de que forman la 'caña' almohade de la Giralda, que lucen ya en todo su esplendor y, como novedad, con sumo cuidado se ha instalado una nueva rejería 'invisible' -así se denomina por su discreción- que cumple una doble función. Por un lado, daña mínimamente la visión externa e interna de estos huecos de la torre y, por otro, suponen un blindaje sin precedentes en su seguridad.
De la mano del arquitecto de la Giralda, Eduardo Martínez Moya, y del delegado de Patrimonio del Cabildo Metropolitano, Francisco Román, ABC va descubriendo rampa a rampa cada uno de estos 'huecos' que crearon los alarifes de la vieja Ishbiliya musulmana que la levantaron, y que se conservan intactos 850 años después.
«Hay quien pensaba que la restauración de la Giralda se había parado, pero no es así», señala Román, poniendo énfasis en la importancia que ha tenido esta quinta fase de la rehabilitación, después de concluir las cuatro caras de la fachada. Las obras, que han tenido una inversión de más de 234.000 euros, han consistido en un trabajo artesanal que se ha compatibilizado con las visitas a la torre. Todo el material se ha subido a pie, como hace ocho siglos, mayoritariamente por las noches.
Trabajo artesanal
«Ha sido un trabajo menos lucido que el de una 'sebka' pero tremendamente laborioso porque cada una de las rejas es una obra exclusiva para ese sitio, diseñada al milímetro», señala el delegado de Patrimonio. Estas estructuras metálicas, fabricadas por una empresa alemana, se han sujetado en las juntas de los paramentos de la torre para no afectar a la piedra. Y se ha tenido en cuenta algo fundamental a la hora de diseñarlas: «No podía caber una botella de plástico» entre sus huecos. La Catedral detectó el peligro que hasta ahora suponía para los viandantes -sobre todo los visitantes que esperan la cola en la puerta que da a la calle Cardenal Amigo Vallejo- que se precipitaran objetos desde arriba. De hecho, se ha tenido en cuenta incluso la zona inferior por si se cae algún teléfono móvil, como ha ocurrido en alguna ocasión.
Han sido seis meses de actuación para colocar una red de seguridad hecha pieza a pieza por una empresa alemana
De esta forma, la renovación de esta protección de seguridad consiste en un diseño «que empasta con la fachada: una malla discreta que se denomina invisible», explica el arquitecto. «El anterior material -continúa Eduardo Martínez Moya- no tenía valor alguno ni cumplía la función, tampoco permitía el mantenimiento, por lo que los balcones sólo se intervenían si se instalaban andamios». Ahora, estas rejas tienen un candado que, una vez abierto, permiten la apertura como una puerta.



Esto, por otro lado, es importante si se tienen en cuenta episodios como el sucedido hace dos meses cuando a un turista le dio un infarto en mitad de la subida. «Quedó tumbado y la gente no podía ni bajar ni subir mientras actuaban los servicios de emergencia», cuenta el arquitecto, que revela la vía de evacuación: «Sólo hemos dejado sin malla la salida a la puerta gótica, hacia las cubiertas del Patio de los Naranjos, que sirven de refugio de seguridad».
La inversión ha sido de 234.000 euros y se han colocado bancos en 15 de los 25 balcones de la Giralda para el descanso
Pero no sólo se ha actuado en las rejas para mejorar la visibilidad de los ventanales y balcones, también en sus bóvedas, paredes y solería. Prácticamente toda la torre en su interior está repleta de grafitis propios del vandalismo de numerosos turistas que graban sus iniciales con llaves en las paredes. Esto, en la zona de los huecos de la Giralda, se ha restaurado a la espera de que una siguiente fase arregle los daños de la parte interna donde se encuentran las rampas.
«Hay cúpulas de ladrillo y estribos de madera que se han restaurado recuperando su concepto original desde su construcción». Porque, según Eduardo Martínez Moya, «todos los balcones son distintos, la Giralda tiene una riqueza arquitectónica y artística inmensa».
Subiendo por las rampas, al llegar a la número 15, que es la mitad de la torre primitiva almohade, «la gente llega ya cansada». Es por ello por lo que el Cabildo ha decidido colocar unos bancos realizados con el mismo material del suelo, para que no se aprecien, en color blanco paloma. Esto permitirá que unas 60 personas que estén en el interior de la torre se puedan sentar a descansar en 15 de los balcones hasta la parte superior.
Ya en el cuerpo de campanas, en la azotea principal de la Giralda, el Cabildo Catedral ha blindado aún más la seguridad para evitar los suicidios que hasta hace décadas eran demasiado habituales. «Antes, la reja era muy fácil de escalar y ahora hay que ser un súper atleta para lograrlo», señala Francisco Román, que explica que se ha seguido el mismo diseño de las estructuras de los balcones.
Las próximas fases... hasta 2029
Las siete fases de la restauración
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2017-2018. Cara oeste: la primera de las actuaciones confirmó que la Giralda era roja y estuvo policromada
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2018-2019. Cara sur: la intervención continuó al año siguiente, apareciendo también restos de policromía
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2019-2020. Cara este: la fachada que da a Mateos Gago reveló nuevos colores y figuras geométricas
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2023-2024. Cara norte: tras la pandemia se acometió la última cara, la más rica en su iconografía
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2025. Huecos: el 22 de mayo acabó la restauración de los balcones y ventanales
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2026-2027. Remate y campanas: la restauración de agarres de las campanas y del remate renacentista durará 20 meses
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2028-2029. Interior y Giraldillo: la última fase acometerá en paralelo el Giraldillo y el interior de la torre
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Fase 6
El remate renacentista y las campanas se tendrán andamios desde enero
La fase seis de la restauración de la Giralda durará 20 meses y será la que más afecte a la visión del monumento
El Cabildo Catedral se prepara ahora para afrontar la fase 6 de la restauración de la Giralda. Una vez intervenidas las cuatro caras de la 'caña' almohade y los balcones y ventanales, ahora llega el turno del cuerpo de campanas y el remate renacentista, desde la azotea de las azucenas de Hernán Ruiz hasta el basamento del Giraldillo, que tendrá una fase especial. Las obras comenzarán en enero de 2026 y durarán 20 meses, por lo que estamos ante la parte más compleja, costosa e invasiva desde que en 2017 comenzaran los trabajos.
Por un lado, se actuará en la sujeción de las campanas, cuyo peso está provocando serios daños estructurales en las paredes que, incluso, hace unos meses obligaron a tomar una medida de urgencia de colocar un refuerzo interior. Ocurrió con la campana llamada Santa María la Mayor, que pesa más de cinco toneladas, y cuyo agarre abrió grietas en el paramento. En dos noches se reforzó el sistema, que no es estético.
El actual sistema de sujeción del campanario de la Giralda se ejecutó por Fernández Casanova entre 1885 y 1889. Es una estructura de acero que, un siglo y medio después, y habiendo cumplido su función, se desmontará para colocar una nueva más adecuada y moderna. «No cerraremos nunca la Giralda, lo que haremos será inutilizar media terraza para desmontar las campanas, y luego la otra media». Esto que comenta el delegado de Patrimonio del Cabildo, Francisco Román, obligará eso sí a reducir el aforo durante un tiempo. Las campanas se apearán de la actual estructura, algo que llevará a cabo una empresa belga que es la que está contratada por la Catedral para el anual mantenimiento.
El remate renacentista
Luego llegará, dentro de esos próximos 20 meses a partir de enero, la parte externa que falta: el remate renacentista de la torre. Al contrario que ocurría con los anteriores andamios instalados en las cuatro fachadas de la Giralda, que iban colgados desde la terraza de las campanas y no estaban anclados a la fachada, en el último tramo que diseñó Hernán Ruiz habrá que cambiar el sistema, que aún se está evaluando. Y que, por otro lado, obligará a cubrir las cuatro caras, afectando a la visión exterior. «Durante el menor tiempo posible, que será prolongado, esa zona estará tapada por andamios», explica Francisco Román a ABC.
Esta intervención, no obstante, a buen seguro no desvelará la información que estaba escondida en la piedra de la parte musulmana de la Giralda. En las cuatro fases primeras, aparecieron restos pictóricos que confirmaron que la torre estaba pintada de color almagra (rojo), con policromías en dorado y que se completaba con un programa iconográfico como el que se aprecia en las fotografías del siglo XIX en la cara norte. Pero, además, aparecieron por sorpresa 'grafitis' con símbolos geométricos, como la estrella de David incluso, entre los paños de 'sebka', que esculpieron sobre la piedra los alarifes musulmanes que la levantaron, como adelantó ABC hace algo más de un año.
El remate renacentista, al ser una construcción moderna, del siglo XVI, no tendrá probablemente el mismo nivel de estudio multidisciplinar que hubo que afrontar en las fases anteriores.
Los cuerpos superiores de la Giralda están conformados, en primer lugar, por la terraza de las azucenas -esculturas en bronce que esculpiera Bartolomé Morel, y que restauró Marmolejo en 1981-. Le sigue el cuerpo del reloj, luego el de las estrellas o 'del pozo', en cuyo friso aparece el famoso lema de 'Turris fortissima nomen dni proberb' ('La torre más fuerte es el nombre del Señor'), y de la que cuelga la campana más antigua: la de San Miguel de las Victorias, que da las horas del reloj. Luego está el cuerpo de las carambolas o redondo y el penacho, que acaba en una cúpula. Cuando toda esta intervención acabe, visualmente la Giralda quedará restaurada.
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Fase 7
El Giraldillo y el interior serán la última fase, que acabará antes de 2029
Será la más compleja a la hora de compatibilizar la obra con las visitas
Una vez acabe la sexta fase de la restauración de la Giralda, en torno a octubre de 2027, será el momento de afrontar la última fase. La anterior está a la espera de los permisos pertinentes de la Comisión de Patrimonio, y la última se tramitará más adelante, ya que requiere un estudio y un consenso importante. La séptima y definitiva actuación será también doble, aunque afectará a dos elementos totalmente distintos: por un lado se intervendrá el Giraldillo y, al mismo tiempo, todo el interior de la torre con sus 35 rampas.
La veleta que representa la fe cristiana y que es el símbolo de Sevilla, que fue realizada por Bartolomé Morel entre 1566 y 1568, presenta desde hace años problemas estructurales que han impedido su correcto funcionamiento. Hasta el punto de que hay quien recomienda su sustitución definitiva por la réplica que se realizó en bronce en 1998 y que se colocó en su lugar en la cima de la Giralda durante la restauración que el IAPH practicó en el original entre 1997 y 2003.
Esta actuación es sumamente compleja, ya que los especialistas instan a que el Giraldillo se suspenda sobre la torre para evitar la corrosión que sufre el mecanismo de giro, por lo que habría que cambiarlo por completo.
El interior de la torre
La actuación sobre el Giraldillo, además de costosa -cabe recordar que la última restauración hace más de dos décadas costó más de 600.000 euros, que se sufragaron con subvenciones públicas-, requiere un grado de precisión enorme tanto en su descenso, su desmontaje, posterior montaje de sus elementos y la subida a lo alto de la torre. Sin embargo, esta intervención no afectará en absoluto a la visita turística, algo que el Cabildo cuida hasta el extremo, consciente de que gracias a ella se pueden afrontar a pulmón todas estas obras en la Catedral, sin ayuda de dinero público alguna.
La preocupación de la institución eclesiástica, en este sentido, está en la rehabilitación de todo el espacio interior de la torre. La estrechez del espacio de las rampas casi pone en jaque que se pueda afrontar sin que afecte durante meses al público. De aquí a que estas obras se emprendan, en torno a 2028, el arquitecto Eduardo Martínez Moya, junto al Cabildo Catedral, tendrán que dilucidar cuál será la forma más adecuada para compatibilizar la restauración permitiendo a los visitantes la subida a la torre, que es el mayor atractivo turístico de la Catedral.
La complejidad pasa, sobre todo, porque la intención es sustituir por completo la solería de ladrillos que se instaló en 1813, que eliminó el diseño original. En 2018 se colocó en la primera rampa un material para su testeo, que reproduce el que tenía hace ocho siglos, que además es anti resbaladizo, y que ha dado buenos resultados.
Se espera que la restauración de la Giralda esté concluida en 2029, un año simbólico para la ciudad.
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