patrimonio
La restauración del retablo de Santa María la Blanca descubre el sanctantórum de la antigua sinagoga
La intervención permite acceder a la zona donde se guardaban los libros sagrados y elementos litúrgicos de la comunidad
Santa María la Blanca de Sevilla cubre su retablo mayor con andamios por «otra leve inclinación» del altar
EL SECRETO OCULTO EN EL ALTAR MAYOR DE SANTA MARÍA LA BLANCA
Sevilla
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Iniciar sesiónLa restauración del retablo de Santa María la Blanca ha permitido, por el desmontaje del retablo mayor e intervención en el ábside, descubrir tres hornacinas del hejal de la antigua sinagoga tardomedieval; en palabras del arqueólogo que lleva los trabajos, José Antonio Valiente, ... el sanctasanctórum del templo judío.
Este descubrimiento, que confirma algunas de las hipótesis de los especialistas sobre la etapa como sinagoga de la actual iglesia, se ha presentado este martes en el templo, donde se están llevando a cabo los trabajos de restauración del retablo y de consolidación del muro del ábside donde se asienta desde el pasado noviembre y a la vista del público. La intervención sobre el ábside y el retablo, que se espera reintegrar a su posición original antes de agosto, tiene un presupuesto de 87.000 y 90.000 euros, respectivamente.
La presentación de las conclusiones de los estudios arqueológicos y del balance de la restauración la llevó a cabo el párroco del templo, Miguel Ángel Núñez; el director de la obra, el arquitecto José María Rincón; el mencionado arqueólogo; el delegado diocesano de Patrimonio Cultural de la Archidiócesis, Antonio Rodríguez Babío; la delegada de Turismo, Cultura y Deporte en Sevilla, Carmen Ortiz; y los restauradores del retablo, José Joaquín Fijo y Almudena Fernández.
El desmontaje del retablo mayor barroco, tallado por Martín Moreno entre 1657 y 1658, ha permitido sacar a la luz por primera vez en 350 años el muro trasero de lo que fue el hejal de la antigua sinagoga que precedió al actual templo cristiano y que estuvo activa desde 1248, cuando se cede a el barrio a la comunidad judía, hasta 1391, con el asalto a la judería.
Según explicó el arqueólogo, del antiguo hejal apenas quedan huellas, en concreto, los huecos de las hornacinas, donde se guardaba, entre otros elementos litúrgicos, el Talmud, ya que fueron prácticamente destruidos para erigir el altar mayor la actual iglesia.
Los trabajos realizados en el ábside de Santa María la Blanca han permitido documentar algunas hipótesis planteadas por los principales historiadores que han estudiado el edificio -Óscar Gil, Teodoro Falcón y Rafael Gómez- y que situaban en esa zona de la iglesia el límite trasero del inueble de la sinagoga. De hecho, la documentación principal para este estudio ha sido 'Arquitectura de Santa María la Blanca, mezquita, sinagoga e iglesia de Sevilla', de Oscar Gil.
La intervención ha hecho que queden al descubierto las estructuras murarias que estaban ocultas por el banco del retablo y que permiten observar los restos del muro trasero del hejal, un espacio rectangular donde ser colocarían los libros sagrados de la Torá y que está orientado al Este, hacia Jerusalén, según la tradición ortodoxa judía.
Es en este muro donde se localizan las tres hornacinas, de unos 79 centímetros de ancho, 1,15 metros de alto y 46,5 metros de fondo donde se conservaban los elementos litúrgicos. Estas hornacinas estarían revocadas por un enlucido de mortero de cal y deberían tener alguna puerta de madera. Su disposición está ligeramente descentrada, señaló Valiente, ya que el muro derecho perpendicular se recortó en unos 30 centímetros cuando la sinagoga se transformó en iglesia, tras el asalto a la judería en 1391, y se colocaron las escaleras de acceso al altar mayor.
El hejal mutó en presbiterio en ese momento y se coloca en él la mesa del altar, por lo que el arquitecto supone que «se elimina toda la decoración que debió tener el hejal y que sería similar a los de la Sinagoga del Tránsito de Toledo o la de Córdoba».
Justino de Neve y Murillo
De esta forma, desde finales del siglo XIV queda configurado el templo cristiano, aunque no será hasta el siglo XVII cuando Santa María la Blanca alcance su definitiva configuración como templo barroco, una transformación que comandó el canónigo Justino de Neve, contó con varios lienzos de gran tamaño de Murillo -de los que solo queda 'La cena', más copias de valía del resto- y tras la que quedó configurado el actual presbiterio.
En esa época talló también Martín Moreno el altar mayor, que ha estado fijado al muro trasero del ábside -donde se hallan las hornacinas del hejal- de la iglesia. Este espacio se transformó decisivamente a principios del siglo XVII, cuando se añade un espacio semicircular trasero al muro mediante la compra de inmuebles colindantes, permitiendo la colocación del camarín del retablo, dando la impresión de ábside sin serlo en realidad, señala el arqueólogo.
Por primera vez en 350 años, como indicó el director de la obra, se ha desmontando completamente el retablo, debido al estado de conservación «muy precario» del muro en el que estaba fijado, de modo que su capacidad para sostenerlo estaba comprometida. Hasta el punto, añade Rincón, de que los muros estaban «sufriendo un movimiento peligroso de desplome sobre la cara trasera del retablo».
Restauración del retablo
Para asegurar el muro del ábside y el retablo, los trabajos contemplan la ejecución de una nueva estructura metálica portante que ayude a sostenerlo, la restauración de todo el sistema murario trasero y remontaje del retablo en su posición original, que comenzará la próxima semana, por lo que tan solo durante unos días estarán visibles los restos del muro del hejal.
Los trabajos de montaje del retablo comenzarán las próxima semana y esperan estar concluidos antes de la festividad de la Virgen en agosto. Las diferentes piezas que lo componen, explicaron los restauradores Fijo y Fernández, deben adaptarse ahora a la nueva estructura metálica.
Tras el desmontaje se ha visto que el retablo presentaba deformaciones por el estado en que estaba el muro trasero, numerosos repintados fruto de reparaciones desde su colocación, inestabilidad de los apoyos, cambios en su diseño -como la modificación del camarín por el cambio de imagen titular o la ubicación del manifestador-, la acción de insectos xilófagos...
Por ello, los trabajos, iniciados en noviembre, han procedido ya a la desinsectación, desinfectación y consolidación de los materiales, para, a continuación, proceder al limpiado de las superficie, de elementos como humo y repintados de oro metálico, que han dejado al descubierto el oro original en "bastante buen estado", señalan los restauradores.
Al final de los trabajos se restaurará asimismo la policromía, se reintegrarán piezas deterioradas y se procederá al estucado, con idea de que el retablo esté reintegrado en su posición en el altar mayor antes de la celebreación de la Virgen de agosto.
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