Iglesia en Sevilla
Relatos vocacionales de seminaristas: ¿Quién querría estudiar una carrera de siete años para ser mileurista?
El seminario metropolitano celebra el día de San José abriendo sus puertas. En la actualidad, 29 seminaristas siguen formación para ser ordenados. La búsqueda de sentido y la lucha espiritual son constantes en las vocaciones
Sevilla
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Iniciar sesiónTodos los relatos vocacionales de los profetas del Antiguo Testamento (Moisés, Jeremías, Ezequiel o Jonás) tienen dos características comunes: la resistencia a atender la llamada y la conciencia de ser inepto para el servicio para el que se le convoca. Matiz arriba, matiz abajo, ... pueden rastrearse ambas propiedades en los relatos vocacionales de los futuros sacerdotes de la Iglesia hispalense.
Estos días, el seminario metropolitano celebra su día grande en torno a la festividad de San José y los 29 jóvenes -¡y no tan jóvenes!- que se forman para ser futuros sacerdotes han expresado en parroquias y redes sociales cómo sintieron la vocación. En todos ellos aparecen, de forma muy parecida, por fases la inquietud primera, el desasosiego y la agonía de tratar de huir, la aceptación, la paz y la enormidad de la tarea a la que son convocados.
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A Pablo Bernal, seminarista de cuarto curso, la inquietud le llegó después de un grave accidente de tráfico del que «milagrosamente» salió ileso. «Sentí que se me concedía una segunda oportunidad en la vida para no desperdiciarla como estaba haciendo sino para cumplir una misión», confesaba estos días ante sus parroquianos de Montequinto. La llamada le llegó en una misa del Camino de Santiago en 2019 en la que experimentó «un amor tan grande y tan completo» como nunca había sentido. Él mismo dice que quedó «en shock un par de semanas».
Hasta que aceptó que esa misión para la que se le reclamaba se encaminaba por el sacerdocio. «En todas nuestras historias personales, la inquietud y el amor de Dios es común a todos nosotros: no lo queríamos para nosotros y lo rechazábamos de entrada, pero luego vivimos la felicidad en plenitud».
Moisés Benahmed puede dar fe de esa lucha agónica en pleno discernimiento vocacional. Como deja intuir su apellido, su padre es un musulmán practicante que nunca se opuso a que su mujer educara a sus hijos en la fe católica… y en la devoción a la Virgen del Castillo de su Lebrija natal. «Yo rogaba a Dios y le decía 'por qué has tenido que fijarte en mí, si mi padre es musulmán' pero la inquietud seguía ahí», ha confesado en la parroquia de Santa María de las Flores de Pío XII pero aquel combate espiritual cesó al entrar en el seminario. El pasado 25 de febrero recibió el ministerio instituido del acolitado en la Catedral de manos del obispo Valdivia.
Los caminos del Señor son inescrutables. El perfil del seminarista ha ido variando en los últimos años a pasos agigantados. Lo que antes se llamaban vocaciones tardías son hoy profesionales con experiencia y una vida organizada que acaban por atender la vocación que todo este tiempo ardía en su corazón: profesores de instituto, graduados universitarios o empleados por cuenta ajena y funcionarios de carrera con la vida resuelta, como se suele decir, que deciden arriesgarlo todo.
José Manuel Moreno puede ilustrar esto último. Secretario municipal habilitado de carácter nacional por oposición, decidió dar un giro a la insatisfacción y la falta de motivación que sentía en su trabajo en lo más alto de la escala funcionarial en un ayuntamiento de la provincia y en su relación de noviazgo con una chica para consagrarse al Señor como sacerdote.
Poco a poco fue integrándose en la comunidad parroquial, se planteó en serio el sentido de su vida y empezó a descartar muchos prejuicios y apriorismos con los que siempre había mirado a los sacerdotes y a los seminaristas. En su caso, fue su familia la que quedó en 'shock' cuando les comunicó que rompía con su vida anterior y entraba en el seminario. Ya está instituido lector como alumno de tercer curso.
Este año además es responsable de la pastoral vocacional del seminario que anima las futuras vocaciones en las parroquias por donde desarrolla, domingo a domingo, su labor. Anima también las convivencias de fin de semana que han suplido al seminario menor donde estudiaban niños de la ESO hasta cumplir con la edad para ingresar al seminario mayor.
Conforme a la última reforma del Papa Francisco, los seminaristas tienen que estudiar siete años: un primer curso propedéutico (preparatorio), dos de Filosofía, tres de Teología y uno de ministerio del diaconado. No hay edad mínima aunque se exige haber acabado el Bachillerato (y a ser posible superado la selectividad), lo que sucede, como pronto, el año en que se alcanza la mayoría de edad. En cualquier caso, el canon establece una edad mínima de 25 años para la ordenación como presbítero.
Como sacerdote diocesano, la nómina que percibirán de la Archidiócesis de Sevilla será de poco más de 900 euros mensuales en catorce pagas. En esa cantidad no están incluidos trabajos remunerados como profesor de Religión, delegaciones episcopales o canonjías así como los estipendios que pudiera cobrar por capellanías o cultos de hermandades.
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