Las Atarazanas de Sevilla recuperarán su aspecto original con el recrecido de una de sus naves, que se igualará al resto

Como destaca José María Cabeza, arquitecto técnico y exdirector conservador del Alcázar, «el recrecido, contemplado en el proyecto de rehabilitación, puede resultar un poco chocante por la altura pero hay que pensar que las Atarazanas históricamente tenían cubiertas a dos aguas. Ese triángulo era normal y se ha ido transformando por un lado y perdiendo parte con el paso del tiempo y luego se han hecho cosas por encima». Ese aumento de volumen tiene el visto bueno de la Gerencia de Urbanismo y la Comisión Provincial de Patrimonio.

Las Atarazanas, cuya construcción se inició en el siglo XII, constaban de 17 naves, de las cuales 7 se están reformando para un centro cultural cuyo uso aún no está definido. Otras 5 corresponden al Hospital de la Caridad y las 5 restantes a la antigua Aduana, que serían demolidas. En ese lugar se construiría el edificio de Hacienda.

Todas las naves tenían cubiertas de madera a dos aguas, que con el tiempo se fueron sustituyendo por otros materiales más resistentes. La nave que da a la calle Dos de Mayo era más baja porque era la pescadería de la ciudad y para ese fin se reformó en tiempos de los Reyes Católicos, a finales del siglo XV. Según el historiador Pablo Perez-Mallaína, «abajo tenía puestos de venta y arriba las casas de los pescaderos y pescaderas. Y fue entonces cuando se cambiaron los techos a dos aguas por bóvedas».

Con ese recrecido, de algo menos de dos metros de altura, no sólo se recuperará el aspecto original (las naves de las Atarazanas dibujaban antiguamente una especie de diente de sierra con cubiertas de una tipología parecida a las de la Mezquita de Córdoba con canalones que recogían las aguas sobre los muros) sino que se logrará una mayor funcionalidad a ese espacio. En el proyecto inicial esa nave no podía asumir por su tamaño funciones previstas como centro cultural (auditorio, talleres, etcétera). menos de dos metros para que tuviera la altura de las demás.

De las tres naves intervenidas, dos tienen cubierta a dos aguas y la otra una cubierta plana, horizontal, que se convertirá en un mirador con unas vistas excelentes de la Catedral, el Alcázar y el Archivo de Indias. Esa tercera nave mantendrá su cubierta horizontal y su configuración formal y volumétrica.

Esas tres naves superiores, junto con otra transversal, no han estado nunca conectadas entre sí, sólo con la planta baja desde una posición alterna a través de una cubierta metálica. Tras las obras que se acometen en este momento, y que concluirán en junio del año próximo, lo estarán a través de un vestíbulo transversal. En ese espacio el proyecto para el Caixafórum incluía un auditorio, descartado finalmente tras el modificado abordado para hacer en las Atarazanas un centro cultural menos específico.

Aún no se ha decidido qué contenidos acogerá, aunque se ha especulado con un museo de arte contemporáneo, algo técnicamente inviable y muy alejado del significado histórico de un edificio con ochocientos años de antigüedad y en el que gestó la expedición que dio la Primera Vuelta al Mundo con Magallanes y Elcano como protagonistas.

Este lunes, a partir de las 19 horas se celebró una mesa redonda en la Academia de Buenas Letras de Sevilla bajo el título: «Las Atarazanas, ¿una obra sin futuro?», en el que participaron catedráticos y grandes expertos en patrimonio y en este monumento. Los ponentes fueron José García-Tapial, académico de la Real Academia de Bellas Artes; José María Cabeza. exdirector del Alcázar y académico de la Real Academia de Bellas Artes; Pablo Emilio Pérez-Mallaína, catedrático de Historia de América, escritor, académico y gran estudioso de las Atarazanas; José Luis de Justo. académico y ex presidente de la Real Academia Sevillana de Ciencias; y Fernando Díaz del Olmo, catedrático de la Universidad de Sevilla.

Adepa, organizadora de este encuentro, destaca que «Las Atarazanas es uno de los monumentos civiles más antiguos de la ciudad, totalmente vinculado a la figura de Alfonso X el Sabio y a la defensa marítima frente al norte de África y, posteriormente, almacén del comercio con América. Allí se arma la Nave Capitana de D. Juan de Austria en Lepanto. En el S.XVIII se convierte en un gran establecimiento militar del que queda como huella toda la cabecera del edificio a la Calle Temprado«.

Y añade: «Las siete naves que restan de lo que fueran las Atarazanas de Sevilla están afectadas actualmente por unas obras amparadas por la Consejería de Cultura y financiadas por esta junto a La Caixa, con un proyecto del arquitecto Vázquez Consuegra. Sobre el proyecto inicial se están llevando a cabo modificaciones que afectan de forma importante al proyecto de obra que aprobó la Comisión de Seguimiento donde se integraban la Consejería, la Caixa y Adepa«.