CULTURA
Rechazo a un museo de arte contemporáneo en las Atarazanas de Sevilla: «Sería como beber coca-cola en una copa de champán»
Expertos culturales de distintos ámbitos destacan que ya hay uno en la isla de la Cartuja y que un edificio de 800 años debe acoger contenidos relacionados con la navegación e Iberoamérica que reflejen la historia de Sevilla
El futuro de las Atarazanas: Cuatro directores generales de Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía en menos d eun año
Sevilla
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Iniciar sesiónLas obras de rehabilitación de las Reales Atarazanas, un impresionante edificio con ocho siglos de vida situado en pleno casco histórico de Sevilla, avanzan hacia su fin después de treinta años de olvidos, movimientos en círculo, acelerones repentinos y frenazos bruscos. El Ministerio de ... Defensa lo cedió en 1993 a la Junta de Andalucía, que no supo qué hacer con él hasta la primavera de 2009, cuando se lo entregó a la Caixa. La imagen de la entonces consejera andaluza de Cultura, Rosa Torres, dándole las llaves simbólicas del inmueble a Juan Reguera, entonces director ejecutivo de la entidad financiera en Andalucía, parecía poner un final feliz a la inenarrable odisea sufrida por las mayores atarazanas de la historia de España, relegadas durante casi dos lustros a la condición de palomar abandonado por unos políticos irresponsables, negligentes o simplemente ignorantes del patrimonio histórico que gestionan.
El futuro CaixaFórum, tras el breve espejismo de la Bienal de Arte Contemporáneo de 2006, parecía cerrar el debate sobre su destino; sin embargo, nada salió como se pensaba ni en los plazos previstos. La Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Sevilla retrasó de forma incomprensible la concesión de los permisos de obra y la Caixa, harta de esperar, decidió levantar su CaixaFórum en otro lugar. Escogió la Isla de la Cartuja, junto a su rascacielos, renombrado como «Torre Sevilla», a unos veinte minutos a pie de las Atarazanas. El tiempo le dio la razón porque el centro cultural de la entidad catalana lleva abierto seis años y medio a pleno rendimiento y aún no se han concluido las obras de las Atarazanas según el proyecto reformulado por Guillermo Vázquez Consuegra. La Caixa ha dado ya por perdidos 14 de los 75 años de la concesión que le otorgó la Junta de Andalucía en 2009, pero eso no es lo peor: además del tiempo malgastado, aún no se puede asegurar con exactitud qué uso se le va a dar a uno de los edificios más antiguos y singulares de Sevilla. No hay ningún proyecto museográfico ni de otro tipo catorce años después.
La hipótesis que parece contar con más adeptos en la Consejería de Cultura y en la Fundación Cajasol, que gestionará el espacio en virtud de los convenios entre la Administración andaluza y la Caixa, es la de un museo de arte contemporáneo. La Consejería de Cultura, que ya no es sólo de Cultura sino también de Turismo y Deporte, no se pronuncia, no obstante, y dice oficialmente que es «una más de las posibilidades». Fuentes de este departamento explican que «nuestros esfuerzos están ahora misma centrados en finalizar las obras de Las Atarazanas. Un edificio con tanta historia y significado para Sevilla nos obliga a que su rehabilitación esté a la altura de su trascendencia histórica y de lo que esperan los sevillanos. Finalizar la obra es ahora lo que nos ocupa. En cuanto al uso futuro, aún no se ha decidido cuál será y el proyecto de un centro de arte de contemporáneo es una más de las posibilidades. En cualquier caso, el Centro de Arte Contemporáneo mantendrá su ubicación y función en el Monasterio de la Cartuja«.
Fuentes próximas a la Fundación Cajasol que preside Antonio Pulido aseguran que los responsables actuales de la Consejería, propietaria del edificio, les manifiestan que verían «con buenos ojos» un museo de arte moderno, lo cual es rechazado por expertos culturales de distintos ámbitos, que lo consideran contradictorio a todas luces con la historia y las peculiaridades del inmueble. Su destino inicial, un contenedor contemporáneo de actividades relacionadas con la cultura, el arte y las nuevas formas de expresión artística, no fue demasiado contestado en 2009, acaso porque entonces cualquier cosa parecía mejor que mantenerlo cerrado y abandonado. Y CaixaFórum era (y sigue siendo) una franquicia de prestigio que garantiza contenidos de calidad.
Pablo Pérez Mallaína, catedrático de Historia de América y autor de varios libros sobre las Atarazanas, desgrana varias razones contra ese uso contemporáneo que se baraja darle: «La primera es que ya tenemos un Museo de Arte Contemporáneo en la Isla de la Cartuja; la segunda es la falta de vinculación entre el continente y el contenido, porque poner en un edificio del siglo XIII obras de arte contemporáneo es como meter café en una licorera o beber una coca-cola en una copa de champán«, dice. Y añade: »El café debe salir de una cafetera de acero inoxidable«.
La tercera razón para no llevar allí otro museo de arte contemporáneo sería la singularidad del edificio. «En el caso de las Atarazanas, el mayor atractivo es el edificio en sí, esas bóvedas, esos años que tiene encima. Ese edificio cuenta la historia de Sevilla, es como un espejo de la ciudad durante ochocientos años. Las Atarazanas se han ido adaptando a la ciudad y la historia del edificio es la propia historia de Sevilla porque allí se han producido muchos hechos históricos que deberían contarse. Si alguien quiere conocer la historia de la ciudad, se va a la Catedral, al Alcázar, al Archivo de Indias y, por último, a las Atarazanas. Son como un fetiche situado en el corazón de la ciudad que no se puede desaprovechar«, dice.
Por estas tres razones, el uso cultural que se le debería dar a este edificio tendría que estar relacionado con la historia de Sevilla, no con el arte contemporáneo. «Podría ser un museo de la historia de Sevilla, del que la ciudad carece, o simplemente algo que explique la historia del edificio, puesto que es el sitio donde pasaron muchas cosas de la historia de Sevilla en los últimos ochocientos años, entre ellas, la preparación de la expedición de Juan Sebastián Elcano que dio la primera Vuelta al Mundo«, insiste. Pérez-Mallaína recuerda que algo así se hizo con el Pabellón de la Navegación de la Exposición Universal de 1992, del que él fue uno de sus principales ideólogos, »y fue el más visitado, con gran diferencia«.
El historiador sevillano cita el Museo Guggenheim de Bilbao y dice que« interesa más por fuera que por lo que tiene dentro». Y se pregunta por el número de visitas que generan los museos de arte contemporáneo en España. También lanza otra pregunta al aire: «¿Tenemos en Sevilla tantos cuadros y obras de arte contemporáneo más allá de las que ya están en el Centro de la Isla de la Cartuja (CAAC)?«.
Pablo Pérez-Mallaína y algunos expertos en arte contemporáneo se preguntan si hay suficientes obras de calidad en Sevilla para ese museo más allá de las que tiene el CAAC en la isla de la Cartuja, con un espacio expositivo cuatro o cinco vece mayor
Pablo Pérez-Mallaína
Historiador y catedrático
Un experto en arte contemporáneo que ha colaborado en alguna ocasión con el CAAC y que conoce bien el edificio de las Atarazanas desde que fuera subsede de la BIACS en 2006, se hace esa misma pregunta. «A veces se diseñan museos desde despachos políticos sin contar con el contenido ni conocer la manera de conseguirlo. Y la especial arquitectura de las Atarazanas no reúne tampoco las exigencias de una instalación cultural de este tipo«, asegura a propósito de esta iniciativa. »Si se quería hacer un museo de arte contemporáneo en las Atarazanas se debería haber decidido antes para que Vázquez Consuegra lo hubiera adaptado a ese uso, si es que se hubiera permitido su intervención desde el punto de vista patrimonial«. Y añade: »Con el proyecto que finalmente se ha hecho, sólo se podrían exponer obras en la primera planta del edificio, que ocupa apenas 1.200 metros cuadrados. Y esa única parte expositiva útil no creo que supere la cuarta o quinta parte del CAAC«.
Este comisario y experto en arte contemporáneo, que habla con ABC a condición de que no aparezca su nombre para no verse perjudicado en su actividad profesional, asegura que «decir que allí se puede montar una especie de MOMA es algo realmente disparatado porque ese espacio no da ni para el cuarto de los aperos del museo neoyorquino. Como mucho daría para una sala de exposiciones«. Se pregunta también »por los montacargas que harían falta para subir las obras de arte contemporéano a esa planta« y »por la falta de almacenes, imprescindibles para un museo de este tipo«. Y concluye asegurando que »prácticamente es imposible desde un punto de vista técnico montar allí un museo de arte contemporáneo, salvo que se haga en el espacio al aire libre conectado a la salida a la calle Dos de Mayo«. Pero añade que »de habilitarse esa zona no creo que ninguna institución cultural o artista contemporáneo prestara sus obras para exponerlas en esas condiciones«.
«Sería otra oportunidad perdida más por Sevilla no llevar a las Atarazanas la colección de arte municipal que refleja la historia de la ciudad»
Benito Navarrete
Catedrático de Historia del Arte y exdirector de Infraestructuras Culturales y Patrimonio del Ayuntamiento de Sevilla
El catedrático de Historia del Arte y exdirector del Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla, Benito Navarrete, asegura que «estamos ante una ocasión histórica pero creo que al final será una oportunidad perdida más por Sevilla. »El Museo Marítimo de Barcelona es un ejemplo de lo que son las Atarazanas. El Ayuntamiento de Sevilla, después del Ayuntamiento de Madrid y el de Barcelona, es el que mayor patrimonio y colección artística tiene. Y en mi etapa como director de Infraestructuras y Patrimonio municipal logré que se inscribiera como colección museográfica de Andalucía. No se puede entender la colección del Arqueológico sin la colección municipal y tampoco se puede entender el Museo de Artes y Costumbres Populares sin la colección municipal. Y sigue estando en los almacenes. Yo creo que el Ayuntamiento de Sevilla no puede perder esa oportunidad«.
Navarrete dice que el consejero de Turismo, Cultura y Deporte, Arturo Bernal, «ha actuado de buena fe en este asunto porque ha llegado y se ha encontrado con que no existe un proyecto museográfico para las Atarazanas. Y como no existe y no se han hecho los deberes, él se ha encontrado con un edificio que se está rehabilitando al que hay que buscar un uso». Sin embargo, este catedrático y gestor cultural rechaza que allí se pueda ubicar un museo de arte contemporáneo. «Un eventual traslado del CAAC a las Atarazanas sería inviable porque la superficie expositiva es apenas una quinta parte de la que hay en el centro de la Cartuja, apenas unos 1.200 metros cuadrados», dice.
Para el creador del Centro de Investigación Diego Velázquez y exasesor de la Fundación Focus, las Atarazanas deberían acoger la colección de arte municipal, catalogada como colección museográfica por la Junta de Andalucía. «¿Qué mejor sitio hay en Sevilla que ese edificio de 800 años de vida en pleno casco histórico para contar la historia de la ciudad a través de esa colección?«, se pregunta Navarrete, que asegura que le ha presentado al alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, ese proyecto: «Se lo hice pero no ha hecho uso de él y me gustaría mucho que hiciera públicos los cinco folios que yo le presenté para acoger esa más de millar de piezas en las Atarazanas», dice.
«No veo nada más fuera de lugar que hacer un museo de arte contemporáneo en las Atarazanas, un lugar ideal para fundar una gran Casa de América y contar la historia del Guadalquivir, que es la de Sevilla»
Enriqueta Vila
Historiadora y académica
Enriqueta Vila, historiadora de América y académica de Buenas Letras, coincide con Perez-Mallaína y asegura que no ve «nada más fuera de lugar que un museo de arte contemporáneo en las Atarazanas, un espacio que constituyen las siete naves que aún se conservan del enorme y bello monumento que desde pocos años después de la llegada a la ciudad de las tropas castellanas formó el conjunto industrial más extenso de la península Ibérica en la Edad Media». Vila explica que «su historia corrió paralela a la de nuestro río y desde su construcción se llevó a cabo en él una de las actividades que más abrieron Sevilla hacia el mundo y llegaron influencias que ayudaron a configurar la universalidad de la ciudad«. Construido el edificio por Alfonso X, en 1252, con una superficie de 15.000 metros cuadrados, «sobrepasaba con mucho a los 9.000 de la de Barcelona que no se construyó hasta fines del siguiente siglo, en 1382. Esas siete naves -añade-, que tanto está costando volver a utilizar, constituyen uno de los elementos más significativos del patrimonio cultural, material e inmaterial de Sevilla y pasarán a ser sin duda, uno de los monumentos más importantes de la ciudad. Por tanto, merece la mayor y más cuidadosa atención tanto en su conservación como en las actuaciones que se piensen hacer en ellas para su restauración y uno posterior.
La historiadora propone que «el contenido que se les dé deberá estar articulado con la Historia del Guadalquivir que es la historia de Sevilla, sin olvidar que a través de él tuvo también lugar toda la incorporación de un Mundo Nuevo a la Península Ibérica. El lugar en que se encuentra, frente al archivo General de Indias, deben convertirlo en una gran Casa de América que ponga de relieve nuestro sentir americanista tan apagado hoy día«.
«Da la sensación de que se está jugando a las casitas intercambiando espacios como cromos, sin tener en cuenta el sentido y el contenido de esos lugares cargados de memoria e historia»
Eva Díaz Pérez
Escritora y exdirectora del Centro Andaluz de las Letras
La exdirectora del Centro Andaluz de las Letras y académica de Buenas Letras, Eva Díaz Pérez, asegura que «el edificio de Las Atarazanas es una almendra histórica en el corazón de la memoria de la ciudad. Un lugar conservado intacto (o casi) como espejo de siglos de historia. ¿Cuántas ciudades tienen esto? ¿Por qué borrar la historia de ese edificio?«. Y añade: «Da la impresión de que es una idea de alguien que no conoce la historia de nuestra ciudad, alguien que además interpreta el patrimonio como una cáscara vacía. Las Atarazanas reflejan todas las épocas históricas, proyectando en estado latente los 'momentos estelares de la humanidad', como diría Stefan Zweig».
La escritora y gestora cultural crearía allí «el Museo de Sevilla que no tenemos y que, sin embargo, existe en todas las grandes ciudades. Un museo para entender la historia, los símbolos, la biografía de la ciudad. Un museo con un gran protagonista: el Guadalquivir como gran río de la Historia, de la Sevilla americana, de la Carrera de Indias que además nos permitiría hablar de epicentro del mundo globalizado de la Edad Moderna. Un símbolo de la Historia Universal«.
Y añade: «No entiendo que se quiera crear aquí un museo de arte contemporáneo cuando existe el magnífico Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, un lugar consolidado dentro de los circuitos internacionales y que además ha conseguido ser una marca de nuestra modernidad. Un espacio que al ser un lugar patrimonial histórico permite hacer juegos de pasado y de presente: la contemporaneidad en mitad de un convento histórico«.
Eva Díaz Pérez tampoco entiende «que el conjunto monumental de Santa María de las Cuevas acoja -como se ha planteado- una especie de Matadero de Madrid, porque ese tipo de espacio existe ya. Sería la Fábrica de Artillería que puede ser un gran espacio contemporáneo de ideas, laboratorio de la creación, espacio para el teatro, las exposiciones, la música, la producción audiovisual«. Y concluye: »Da la sensación de que se está jugando a las casitas intercambiando espacios como cromos, sin tener en cuenta el sentido y el contenido de esos lugares cargados de memoria e historia«.
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