Historia
De puño y letra de Arias Montano
El Archivo Histórico provincial exhibe este mes dos documentos originales de Benito Arias Montano en los que se desvela la pronta circulación de la Biblia Regia en Sevilla y las últimas voluntades del humanista escritas poco antes de su muerte en 1598
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J.J.B.
Sevilla
El Archivo Histórico Provincial de Sevilla exhibe desde este jueves y durante el mes de enero en sus instalaciones dos documentos procedentes de su fondo de protocolos notariales relacionados con Benito Arias Montano, humanista, hebraísta, biólogo, traductor, teólogo, filólogo, poeta latino y ... escritor políglota español del siglo XVI.
Se trata de dos originales peculiares por cuanto el primero, de 1593, documenta la pronta circulación que tuvo en Sevilla la Biblia Políglota de Amberes, conocida como Biblia Regia; mientras el segundo refiere el testamento del humanista pacense, redactado poco antes de sus muerte en Sevilla en 1598.
Ambos documentos fueron presentados por el director general de Patrimonio Documental y Bibliográfico, Juan Cristóbal Jurado, y el director del Archivo Histórico Provincial de Sevilla, Braulio Vázquez, dentro de la actividad 'El documento del mes' con la que la Consejería de Turismo, Cultura y Deportes, ofrece conocer algunas piezas de sus fondos documentales singulares y destacados por su trascendencia histórica, social o cultural.
El primer manuscrito documenta la obligatoriedad de celebrar fiesta perpetua al Santísimo Sacramento en el colegio Ángel de la Guarda de Sevilla a cambio de la donación de un ejemplar de la Biblia Regia apenas veinte años después de finalizada en Amberes la primera edición políglota de la Biblia Complutense con versiones en hebreo, griego, arameo y latín cuya elaboración fue patrocinada y encomendada por Felipe II a su capellán y consejero Arias Montano. Una ardua labor de cinco años que culminó con ocho volúmenes de los que se imprimieron 1.213 copias y que propició no pocos problemas al humanista que incluso tuvo defender ante Roma su trabajo ante las objeciones de la Inquisición dadas la desconfianza que levantó en algunos teólogos utilizar originales hebreos y arameos, litigio que concluyó con la aprobación del texto por parte del Papa Gregorio XIII.
De la vinculación de aquel texto histórico de las Sagradas Escrituras, que incluían el Tárgum arameo de Jonatán y la Versión Peshitta siriaca de las Escrituras Griegas Cristianas o Nuevo Testamento, con Arias Montano da buena cuenta su tumba en el Pabellón de sevillanos ilustres.
Junto a este documento alusivo a la Biblia Regia, el Archivo Histórico Provincial, sito en la calle Almirante Apodaca, expondrá en enero el testamento escrito y firmado por el propio Arias Montano. Fue redactado el 28 de junio de 1598 en su casa de Campo de Flores en las cercanía de la Puerta de la Macarena que muchos sitúan en la actual Hacienda Miraflores. El documento está incluido en el acto de apertura notarial del testamento de 16 de julio de 1598. Este testamento ológrafo fue publicado en 1832 por Tomás Carvajal.
Unido a Sevilla
La exposición de estos documentos rescata la vinculación de Sevilla con Arias Montano. Nacido en Fregenal de la Sierra, vino a la capital a iniciar sus estudios de latín en el colegio de Santa María de Jesús, pasa seguir sus estudios en 1548 a la Universidad de Alcalá y posteriormente en Salamanca. Se ordenó sacerdote en 1559 ingresando en la Orden de los Caballeros de Santiago.
Arias Montano está relacionado con grandes humanistas, intelectuales y artistas del siglo XVI en España. Entre sus amistades figuran Pedro de Villegas Marmolejo, el humanista Sebastián Fox Morillo, el canónigo Pedro Vélez de Guevara -su protector- o el pintor Francisco Pacheco, que plasmó su retrato en su obra 'Libro de descripción de verdaderos retratos ilustres y memorables varones'.
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En 1553, el Arzobispado de Sevilla le cede la ermita de Nuestra Señora de los Ángeles en la onubense Peña de Alájar, también conocida por el nombre del pensador, donde se retiraría procurando llevar una vida ascética. Sus últimos años trascurrieron entre Aracena y Sevilla, donde fundó una cátedra de latín que convirtió su casa en un foco de atracción de intelectuales y eruditos.
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