alfonso chaves romero de la osa
«Mi primer coche fue un 600 que perteneció a la fábrica de Inés Rosales que yo restauré»
EL RINCÓN DE...
Coleccionista de coches del siglo XX, no es infrecuente verlo pasear en uno de esos locos cacharros, que piden a gritos un lugar para que la ciudadanía los visite
«La Gramática de Nebrija fue un fracaso y no volvió a publicarse hasta el XVIII»
Sevilla
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Iniciar sesión—Su padre, Alfonso Chaves, se empeñó en que siguiera su profesión, pintor de cerámica trianera, ¿verdad?
—Cerámica artística trianera. El hizo los retablos cerámicos de la calle Alfonso XII, el de la hermandad de Montesión y el zócalo de la iglesia de San ... Gonzalo. También trabajó para América y otras partes de España.
—Pero a usted le apasionaba la mecánica y se fue a la Universidad Laboral a hacerse oficial de primera de mecánica de automóvil.
—Yo con todo respeto y cariño le dije a mi padre que lo que hacía él no me gustaba para mí. Que a mí lo que me apasionaba era arreglar coches y motos. Y él me dijo: pues voy a procurar satisfacer esa ilusión por ser mecánico. Y me envió a la Universidad Laboral. Aún guardo los cuadernos de apuntes de aquellas clases.
—Cuando terminaba la jornada, de ocho a dos de la madrugada, usted se volcaba en restaurar sus coches.
—Trabajaba en el taller para mi familia. Pero a partir de las ocho lo hacía para restaurar vehículos para satisfacer mi afición. Las horas pasaban, pero a mi no me pesaban.
—¿Cómo conseguía los coches y motos que hoy componen su colección?
—Había veces que el cliente lo iba a mandar a la chatarra y yo me lo quedaba. Y otras que me lo regalaban directamente. En otras ocasiones eran los propios clientes quienes me indicaban dónde había un coche abandonado y yo iba, me informaba y lo recogía de mitad del campo.
—Creo que el primer coche que restauró era de la señora del propietario de las tortas de Inés Rosales.
—Era un Seat 600 de los que entraban habitualmente en mi taller. Cuando quiso cambiarlo por un vehículo más moderno, me lo quedé antes de que lo llevaran al desguace. Lo restauré y fue el primer vehículo que tuve de mi propiedad.
—Un seiscientos que, una vez resucitado a la vida, le sirvió para irse con su esposa de viaje de novios.
—Llegamos hasta Zaragoza, donde se acabó el dinero y tuvimos que volver. Recuerdo que en Madrid el carburador empezó a dar problemas, y tuve que comprar herramientas en una ferretería para arreglarlo y continuar el viaje.
—En su vida hay dos personas que hacen que usted haya conseguido lo que tiene, ¿cierto?
—Esas dos personas son mi padre y mi mujer. Ellos han colaborado en encender mi pasión por la mecánica y agrandar mis conocimientos. Sin mi padre y sin mi señora yo hubiera sido otra cosa.
—Su señora estaba encantada. Todo el día en el taller y más vigilado que el Banco de España, ¿no?
—(Risas) Claro, yo estaba en el taller, de allí, por el lavadero, entraba a mi casa. Y de mi casa al taller por la mañana.
—En serio, destáqueme los coches a los que les tiene más cariño.
—La Viajera es un autobús de doce pasajeros de 1930. Lo recogí en Jaén y pagué 70.000 pesetas en su compra. Invertí tres años de mi vida en restaurarla. Con la Viajera me he paseado por media España.
—Creo que también tiene un Cadillac de la escolta de Franco…
—Así es. Estaba en Toledo, en un taller, y lo cambié por una moto Guzzi Hispania. En la aleta delantera aún tenía el soporte del banderín que llevaba.
—¿Y todos están para arrancarlos y pasear?
—Todos están restaurados, mantenidos y en funcionamiento gracias a mi trabajo diario.
—Yo llegué a ver la Viajera por la Expo. Usted la conducía. ¿Qué misión tenía?
—Los pasajeros se montaban y yo les hacia una ruta por el interior de la Expo. Y el viaje tenía por objetivo que la gente conociera una exposición de coches de época situado en el sótano del Pabellón de los Descubrimientos.
—Pero la Viajera se ha paseado por media España…
—Ha corrido el rally Barcelona-Sitges, ha estado en las fallas de Valencia, ha estado en la Costa del Sol, en exposición, exhibición y concentraciones.
—La BMW alemana perteneciente al África Corps es una joya. Lleva incorporada aún la ametralladora MG42, ¿dónde la encontró?
—Esa moto la encontré en Sevilla, a un señor que la compró en una subasta del Ejército español. Y la ametralladora la encontré en Madrid. La tenía un coleccionista de armas.
—¿Ha vendido alguna pieza?
—Mi colección tiene unas ochenta piezas. Y sí, han venido a comprarme y no he vendido.
—Si le llegara una buena oferta de compra, ¿sería un palo emocional para usted?
—Yo espero que alguna persona esté interesada en colaborar y mantener esta exposición abierta al público.
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