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La magia de la Navidad

Una niña sevillana con autismo da su primer abrazo al rey Melchor ante el asombro de sus padres

La pequeña María Inmaculada, del centro de estimulación precoz del Buen Fin, recibió la visita de Su Majestad de Oriente en su casa con un gesto que supone un gran avance en la evolución de su trastorno de desarrollo

Los Reyes Magos visitan por primera vez a los niños del centro de estimulación del Buen Fin

La pequeña hermana del Buen Fin conociendo a Melchor ABC
Pepe Trashorras

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Aunque la Navidad se percibe ya lejana y en el horizonte van vislumbrándose cada vez con más claridad los capirotes y antifaces, la magia de los Reyes Magos permanece con más intensidad en un hogar sevillano que en ningún otro. Se trata de la casa de María Inmaculada, una niña de apenas seis años con autismo que recibió la visita de Melchor la noche del 5 de enero.

Fue un encuentro que lo cambió todo, como cuenta su madre, Inmaculada, en una emotiva carta enviada a la hermandad del Buen Fin, en cuyo centro de estimulación precoz se está tratando la pequeña desde los dos años y medio. A raíz de eso, hace tres la apuntaron como hermana, y ha llegado a salir como monaguilla en la cofradía. Antes de que derivaran a María al centro, «no sabíamos qué era, ni siquiera que existía», reconoce en la carta. Sin embargo, estos años de trabajo y de acompañamiento han sido cruciales tanto para la niña como para sus padres por el excelente trato recibido, la paciencia y la disponibilidad «sin importar el día ni la hora que fuera», como señala la madre a ABC. Tanto es así que, desde el pasado mes de octubre, los demás miembros de la familia son también hermanos del Buen Fin.

Este año se hizo por primera vez un sorteo entre todos los niños del centro de estimulación precoz para que uno de ellos recibiera la visita de Melchor en su casa durante la noche de Reyes. Un privilegio al alcance de muy pocos que, por puro azar, fue a parar a María Inmaculada. La ilusión de sus padres se mezclaba con el agobio y el temor de que, tras semanas de preparación con la niña para la Cabalgata por sus problemas cognitivos, esta experiencia resultase negativa para ella, que «no tiene desarrollada la imaginación» y había llegado a decir que los Reyes Magos no existían al no poder verlos.

Pero todo eso iba a cambiar como por arte de magia. En la tarde del 4 de enero, pudo disfrutar por primera vez de la Cabalgata gracias al trabajo de Margarita, la terapeuta de María. Pese a ello, Inmaculada expresó por teléfono sus miedos al rey, Fernando de la Portilla, cuya sugerencia fue dejar «que actúe la magia de Melchor». Una magia que acabó inundando cada rincón del hogar familiar el día 5 por la noche.

El milagro de la noche de Reyes

Una vez que la pequeña pudo conciliar el sueño, llegó la cohorte de pajes y beduinos de Melchor. Una amable beduina la despertó y, con gran dulzura, consigió que María la acompañara hasta el salón, donde aguardaba el rey mago. Al principio, abrumada por el gentío, se agarró a la pierna de su hermana, pero fue ver a Melchor y «obrarse el milagro»: fue hacia él, lo llamó por su nombre y lo abrazó. Algo que en otros niños podría resultar natural, pero que esta joven hermana del Buen Fin «no lo hace ni con su propia familia», menos aún con un desconocido. «El rey Melchor trajo la magia que hacía años mi marido y yo habíamos perdido, y partió un gran muro en la inflexibilidad de mi hija», asegura la madre en su carta.

Desde entonces, María Inmaculada es otra, como explica su progenitora a este periódico: «Ha sido un antes y un después para mi hija, que dice que el rey le ha dado la magia». Ahora siempre está feliz, le va contando a sus amigos y a todo el mundo que Melchor ha ido a verla y afronta las cosas con mucha más energía. Además, Su Majestad de Oriente le ha regalado un pastillero 'mágico' y cuenta que «el rey me ha dicho que, si me tomo las pastillas, me voy a poner grande como él», según apunta emocionada Inmaculada, que no duda en dar las gracias al centro y sus terapeutas, a la hermandad, al Ateneo y a Fernando de la Portilla.

La corporación del Miércoles Santo hizo público el hermoso texto, que no pasó desapercibido. Inmaculada confiesa estar «desbordada, no sabía la dimensión que iba a tener» ni podía imaginar las numerosas muestras de cariño y mensajes conmovedores que iba a cosechar. «No considero que haya hecho nada como para recibir tanto», asegura. «Simplemente quería que se conociera el trabajo tan grande» que hace el centro de estimulación precoz, «desapercibido para gran parte de Sevilla», y «el enorme cariño que nos ha dado Melchor». La magia de los Reyes Magos y la bondad de las personas se hacen presentes mucho más allá del día de la Epifanía y son capaces de cambiar vidas.

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