Iglesia hispalense

La pastoral de los matrimonios rotos

El proyecto 'Un amor que no termina' acompaña a separados y divorciados

Es la más pequeña de las pastorales dentro de la delegación de Familia y Vida y el itinerario de acompañamiento incluye charlas en grupo y adoraciones mensuales

ABC

Es la más pequeña de las líneas pastorales de la delegación de Familia y Vida de la archidiócesis, pero no se trata de tamaño sino de «recorrer un tramo de camino juntos», en opinión de Mario Ramos Vacas, director espiritual del itinerario 'Un ... amor que no termina' de acompañamiento a personas separadas y divorciadas que no han iniciado una nueva convivencia ni se han casado otra vez.

El también párroco de San Bernardo lo explica echando mano de una metáfora que tiene algo de título de aquella serie televisiva de los 80, 'Autopista hacia el cielo': «La separación no es una nueva vocación, sino una circunstancia; la autopista es la misma y el destino es el de todos los cristianos, habitar algún día en el seno del Padre, pero vamos en la misma dirección por otro carril».

Los socavones de un matrimonio en crisis o roto en los que se queda bloqueado el automovilista son motivos suficientes para llamar a la grúa, que representa el itinerario de acompañamiento que animan María Dolores Sánchez-Campa y Juan Manuel Granados, el matrimonio que ha asumido la responsabilidad de animar esta pastoral de separados y divorciados tras dejar la delegación de Familia y Vida que han dirigido desde 2005.

El interés por esta línea de actuación quedó en evidencia con el retiro del sábado 4 de noviembre: una treintena de participantes de forma presencial y algunos más conectados a través de internet desde sitios como Huelva, Jaén, Pamplona o Santander. Pocas diócesis ofrecen aún acompañamiento especializado, pero el interés se redobla cada año y ha sido objeto de discusión en la primera sesión del Sínodo.

Aunque lo parezca, no es nueva esta pastoral que busca atender a separados y divorciados haciendo presente la exhortación del Papa en Lisboa del verano pasado: «En la Iglesia cabemos todos, todos, todos». «Lo repitió tres o cuatro veces, por si a alguien le quedaba duda», recalca el sacerdote Mario Ramos.

Sus inicios se remontan a 2015, aunque esa primera inquietud por abrir los brazos tardó un par de años en cristalizar en reuniones de grupo mensuales en la parroquia de San Bernardo. Tras la pandemia, se puede decir que el itinerario se ha desplegado con una adoración los primeros sábados de cada mes en la parroquia de San Juan Pablo II, reuniones ocasionales por grupos segregados por sexos, y un retiro por curso en el que se abordan cuestiones de interés general.

Para Javier Cerezo, que moderó la jornada, se trata de dejar atrás la «acogida paternalista y condescendiente» con que se recibe en muchos ámbitos de la Iglesia a aquellas personas que han pasado por una ruptura matrimonial: «En muchos casos, parece que llevan una letra D roja de divorcio en la frente», admite evocando la letra escarlata de las sociedades puritanas.

En no pocas situaciones, separados y divorciados sin convivencia restablecida llegan a la parroquia llenos de temores y dudas: ¿puedo recibir los sacramentos, en especial la comunión?, ¿seré bienvenido y me dejarán tomar responsabilidades?, ¿puedo volver a casarme?

Ese fue uno de los asuntos que abordó el vicario judicial de la archidiócesis de Sevilla, el sacerdote José María Losada, que esbozó ante los concurrentes las líneas generales de un proceso de nulidad matrimonial, único procedimiento regulado en el Derecho canónico para dar por roto el vínculo sin que medie la muerte de ninguno de los cónyuges.

Un proceso lento y laborioso en el que se examina si hay base para admitir que el matrimonio fue nulo por algún impedimento no declarado por los contrayentes, algún defecto de forma o por un vicio en el consentimiento de los esposos.

El director espiritual del itinerario 'Un amor que no termina' se refiere a la necesidad de superar la etapa inicial de duelo por el matrimonio roto o disuelto para «integrarse en la comunidad parroquial sabiendo que juntos llegaremos más lejos» apelando a la técnica japonesa del 'kintsugi' para reparar piezas de porcelana rotas soldando sus fragmentos con oro: «Pase lo que pase, se rompa lo que se rompa, tienes que saber que se puede reconstruir tu vasija con el amor de Dios».

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