-Los notarios son servidores públicos pero funcionan como empresarios que contratan libremente a sus empleados ¿Es el modelo que se ha revelado más eficaz para este servicio?
-Sin duda. Somos funcionarios públicos a la vez que profesionales del Derecho. El protocolo es del Estado, las plazas son del Estado y el lugar donde el notario se instala está regulado por la Administración pública, pero los medios técnicos y el personal para prestar su servicio los contrata en régimen de empresa privada. Ese modelo funciona muy bien. El Colegio Notarial de Andalucía fue pionero en España en dar cursos de formación para nuestros empleados y para personas ajenas al mundo de la notaría que puedan optar a trabajar con nosotros, con el requisito de estar graduados en Derecho.
-En España se intentó «funcionarizar» las notarías hace ya muchos años. ¿Qué ocurrió?
-Fue en la época de UCD, en los primeros años de la Transición. Se había producido en Portugal la revolución de los claveles y «funcionarizaron» a los notarios y a los empleados de las notarías. A partir de ahí, se intentó implantar ese modelo en España y quien se opuso a esa funcionarización fue Santiago Carrillo. Dijo que era mejor no tocarlo porque funcionaba bien. En Portugal fue un desastre este modelo y tuvieron que dar marcha atrás al anterior.
-¿La Administración no debería poder evaluar a sus funcionarios, como sucede con los empleados de la empresa privada?
-La estabilidad laboral del funcionario procede del siglo XIX, cuando las cesantías. Lo que pasa es que el sistema se pervierte cuando no hay posibilidades de evaluar. Yo no digo que haya que echar a los funcionarios que no cumplen determinados objetivos, pero quizá no sería ningún disparate que buena parte de su retribución estuviera ligada a su productividad, como ocurre en la empresa privada. Eso incentivaría la formación y la responsabilidad.
-¿La profesión de notario se ha feminizado?
-Sí, cuando yo aprobé las oposiciones en 1989, las mujeres podrían ser el 20 por ciento. Ahora ya son más las mujeres que aprueban y se convierten en notarias. La presidenta del Consejo General del Notariado es una mujer, Concepción Barrio. La primera decana del Colegio Notarial de Andalucía ha sido mi antecesora, Teresa Barea, y en la Junta Directiva hay más mujeres que hombres. Todo esto obedece a la evolución natural de la sociedad. Pero he de decir que en el notariado nunca ha habido un techo de cristal para la mujer.
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