La okupación del Casino de la Exposición revela el maltrato de Sevilla a la herencia de la Exposición de 1929

El Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla (ICAS), el organismo municipal al que está adscrito el inmueble que diseñó Vicente Traver y que está llamado a ser uno de los emblemas del centenario de la gran transformación de Sevilla que se conmemorará en 2029, no tiene proyecto alguno para su aprovechamiento. A pesar de haber acogido grandes eventos como el Mundial de Ajedrez, una exitosa exposición de Semana Santa en 2021 o ser sede del Festival de Cine, no deja de ser un espacio infrautilizado como tantos otros edificios de propiedad pública al que el Ayuntamiento no ha sabido darle uso. Más allá de las escasas actividades que allí se desarrollan, hay un síntoma evidente de esta indefinición: no tiene ni aire acondicionado, lo que lo inhabilita para tener un uso permanente.

Ahí se sitúa también como anexo al Casino el Teatro Lope de Vega, donde una avería en el telón cortafuegos obligó a suspender las funciones desde abril, a la espera de una renovación de todo el sistema eléctrico, muy obsoleto, cuyas actuaciones estaban ya programadas por el Ayuntamiento.

Todos estos problemas que está sufriendo este conjunto monumental que fue Pabellón de Sevilla en 1929 es el fiel reflejo de su entorno. Preside la zona noble del recinto de la Exposición, la que en su día conectó el Palacio de San Telmo con el parque de María Luisa. Un espacio considerado Bien de Interés Cultural y que engloba edificios como el Costurero de la Reina, el Pabellón de Estados Unidos (hoy Fundación Valentín de Madariaga), la Biblioteca Infanta Elena de Cruz y Ortiz, el Pabellón de Uruguay (en uso por la Universidad de Sevilla), el Pabellón de Chile (Escuela de Arte), el de Perú (CSIC y Consulado del país andino) y el Pabellón de la Platería Espuñés (antigua discoteca Bandalai y que está en ruinas aunque adjudicado a la Fundación SSG).

Pese a su categoría, tienen que convivir con un entorno degradado y abandonado, que espera desde hace cuatro años que se lleve a cabo de una vez la reurbanización y transformación en un parque para la cultura y la ciencia, que fue uno de los grandes proyectos del anterior equipo de gobierno y que entre los retrasos de la propia Gerencia de Urbanismo y el atasco y freno de la Comisión de Patrimonio, ha estado bloqueado. La burocracia, la parálisis administrativa e incluso las zancadillas políticas obligaron al Ayuntamiento a contratar una asesoría externa para rematarlo y que cumpliera las condiciones impuestas por Cultura, que lo aprobó el año pasado aunque con puntualizaciones.

Hace apenas dos meses se aseguraba que saldría a licitación por fin «antes del verano», con un presupuesto de seis millones de euros. De momento no ha ocurrido e, incluso, se ha topado con el cambio de gobierno. Aunque el nuevo alcalde, José Luis Sanz, ha asegurado que no será revisionista con los proyectos ya aprobados por su antecesor, de momento está en el aire cuándo se acometerá la transformación de este espacio, cuya importancia histórica y patrimonial es de primer nivel.

El plan de Antonio Muñoz pasaba por reordenar los espacios, que padecen falta de mantenimiento, acceso de vehículos y estacionamiento descontrolado, vandalismo y mal uso -fue un botellódromo hace una década-, jardines deteriorados y hasta caracolas abandonadas que son el hogar de una colonia de gatos.

Otro alcalde, Juan Ignacio Zoido, ya planteó en 2010 la eliminación de las caracolas, del tráfico privado y el aparcamiento en todo el entorno, algo que contempla el proyecto que tendría que haber salido a concurso. Se prevé la colocación de un cerramiento para convertirlo en un anexo del Parque. Las albercas y las fuentes abandonadas en los jardines se recuperarán y se creará un auditorio al aire libre con gradas, además del arreglo de los jardines y plantación de árboles y espacios verdes.

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