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3 DE SEPTIEMBRE

El efecto Sánchez está agotado

Los lectores comentan hoy lo ausente que ha estado el presidente Sánchez en agosto y la irrupción del autócrata Xi como líder global

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Pedro Sánchez tardó demasiado tiempo, al menos una semana, en abandonar las impenetrables paredes de la Mareta para regresar fugazmente a la península y ver con sus propios ojos el espectáculo dantesco de una España calcinada. Pocos reflejos, lo que resulta extraño en alguien con ... su capacidad de movilidad. El presidente español está como ausente también en estos días de especial agitación internacional a cuenta de los encuentros en 'cumbres' en las que el Gobierno español no solo está ajeno, sino que parece que recibe muy poca información. Y otra ausencia dolorosa, claro: no estaba allí para despedir a Javier Lambán. ¿Qué le ocurre al presidente?. Ignoro si la 'agostidad' afecta también al nutrido grupo de asesores de La Moncloa, pero pienso que Sánchez debería haber estado como el primero en los focos de los incendios, aunque sus ministros (bueno, menos el tuitero) brillasen por su ausencia. También pienso que Sánchez y su equipo diplomático tendrían que pelear para al menos dar la sensación de que los líderes europeos cuentan con ellos; lo malo es que esos líderes europeos son conscientes de la pésima relación del Gobierno español con la Administración Trump; y ni Von der Leyen, ni Macron, ni Starmer, ni Merz y ni siquiera Meloni quieren agravar las cosas con el iracundo y algo brutal inquilino de la Casa Blanca. Sánchez vive momentos extraños. No es el que era, tengo la impresión. Ni siquiera acudió a despedir a Javier Lambán, quizá por ser referente de un socialismo que no es precisamente el 'sanchista', pero tendría que haber estado allí, dando el último homenaje al expresidente de Aragón, aunque fuese con cara de tragar un sapo. Al fin y al cabo, allí estaba el Sánchez 'de antes' aquel 10 de mayo de 2019 dando un último adiós a su aborrecido Alfredo Pérez Rubalcaba sin que se le moviese un pelo.

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