¿Cómo se sobrelleva ser deán de la Catedral de Sevilla y volver todas las tardes a la parroquia de la Candelaria, en una de las zonas más pobres de España?
-Son dos mundos que parecen distintos pero que no lo son tanto. En la Catedral intento que todo el mundo que llegue no se encuentre con un museo sino con Iglesia viva. Aquí estamos empeñados en mostrar la trascendencia de la piedra. Y en el barrio también trato de demostrar que no sólo soy capaz de repartir pan sino que la mayor riqueza que tengo es Jesucristo, justo lo que intentamos mostrar. El fin es el mismo en la Catedral y en Los Pajaritos. En la Catedral lo hago con los turistas y en mi barrio lo hago con los más desfavorecidos.
-¿No es un reto muy difícil?
-Este barrio es muy difícil de evangelizar. Evangelizar es anunciar a Jesucristo pero también es estar cercano al más desfavorecido, estar presente entre las familias que no tienen, tener las puertas abiertas, ser acogedor. Yo quiero convertir el corazón de los más pobres en los Pajaritos y el corazón de los turistas en la Catedral. El Señor tiene que hacer su trabajo en el corazón de cada uno, yo hago el mío.
-¿Los Pajaritos es el mayor desafío de evangelización que existe para un sacerdote en Sevilla?
-Hay muchos, desgraciadamente, porque hay muchos barrios en Sevilla donde hace falta. La franja exterior de la ciudad es un reto muy grande porque a todos los problemas se le une el de la pobreza. La evangelización va unida al acompañamiento a los más pobres. Es nuestro reto. Hacemos lo que podemos y claro que nos gustaría poder hacer más. Se están yendo todas las entidades y estamentos y nosotros permanecemos. Se fueron los bancos, las superficies comerciales y ahora los Asuntos Sociales del Ayuntamiento. La farmacia y la parroquia es lo único que no se ha ido del barrio, somos los que seguimos acompañando a los vecinos.
-¿Cómo les ha explicado el Ayuntamiento su marcha del barrio?
-Por las quejas de los trabajadores. Con razón porque es verdad que es un barrio muy difícil para ellos por el perfil de las personas que van allí. Pero lo que hay que hacer es reforzar la plantilla en vez de trasladarla. Tienen a cuatro y nadie entiende que tengan el mismo número de trabajadores sociales que en los Remedios. Son cuatro.
-¿Es optimista, pese a todo?
-Sí. Aunque no depende de nosotros, sino del Señor y el Señor nos dice que esto va para adelante. Llevamos dos mil años de historia y ha habido épocas más críticas y más difíciles en la historia de la Iglesia que superamos.
-¿Se recuperan las vocaciones?
-En Sevilla no nos podemos quejar. Claro que poodríamos tener el doble o el triple porque los pastores siempre vienen bien. Y hay que decir que parte de esas nuevas vocaciones proceden de la religiosidad popular.
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