entrevista
«Muchas mujeres se están aprovechando de su condición gracias a leyes aprobadas por un feminismo sin sentido común»
Antonia Domínguez, que es dentista en el Cerro del Águila de Sevilla desde hace 40 años y tiene contratadas a ocho personas en su clínica, cree que algunas normales legales aprobadas en los últimos años para supuestamente favorecer a las mujeres «acabarán jugando en su contra»
«Muchos de nuestros alumnos se creen que saben mucho, no quieren aprender más y solo piensan en sacar el título y ganar dinero»
Antoñita, la dentista del Cerro del Águila: «Podría ganar dinero más en otros barrios de Sevilla pero aquí vienen los hijos y nietos de mis primeros pacientes. Y eso no tiene precio»
Sevilla
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Iniciar sesiónAntonia Domínguez es odontóloga, investigadora y profesora titular de la Facultad de Odontología de Sevilla, institución de la que fue vicedecana, pero no lo tuvo nada fácil para lograrlo. Hija única de una familia humilde de Palenciana (Córdoba), con solo 5 años sus padres ... la enviaron con su abuela materna a un colegio de Benamejí para que pudiera estudiar más allá de una escuela rural de su localidad natal. Iba en autobús de lunes a viernes y volvía los fines de semana con sus padres. Continuó sus estudios en Rute, siempre con becas por la situación económica familiar en una época en la que se exigía altas calificaciones para mantenerlas. También con becas cursó Medicina en la Universidad de Sevilla, en contra del criterio inicial de sus padres, que le recomendaron que se hiciera maestra o ATS (entonces no había estudios universitarios de Enfermería). Sin embargo, se atrevió con una carrera que pocas mujeres cursaban en los años setenta del pasado siglo y fue una de las tres o cuatro licenciadas en Medicina de Sevilla que logró una plaza MIR en Estomatología. «Antes hice Medicina de Empresa pero ninguna empresa quería contratarme en Sevilla porque era mujer y los hombres eran mayoría en las grandes compañías. Sólo Telefónica me ofreció un empleo pero era lejos de Sevilla y yo entonces tenía una niña muy pequeña». Con mucho esfuerzo, aprobaría las oposiciones y se convirtió en una de las primeras profesoras titulares de Odontología en un ambiente algo hostil por su sexo y por carecer de apellidos médicos en su familia. «Entonces había mucho endogamia, casi todos eran hijos o parientes de estomatólogos y me pusieron algunas zancadillas, aunque ahora las agradezco porque me hicieron más fuerte«, dice, antes de mostrar su eterno agradecimiento »a todos los maestros y excelentes profesores que siempre me animaron a continuar en mi empeño». Hoy se muestra crítica con el feminismo gobernante y algunas de las leyes sobre las mujeres que ha aprobado.
-¿Su marido la apoyó en su carrera profesional?
-Siempre me apoyó sin él no habría logrado ser profesora titular en la universidad. Recuerdo que cuando acabé Estomatología, me recomendó que me quedara en la Facultad y no abriera ya una consulta, porque no iba a aprender ni a progresar en mi profesión. Él es médico internista, ha sido un gran compañero y un gran apoyo. Me apoyó en todo y nunca le importó que yo le superara. Al contrario, siempre me ayudó en todo lo que necesitaba.
-¿Esa actitud era normal en los hombres de esa época?
-No, no era normal. Yo procedo de un pueblo muy chiquito, de 1.200 habitantes, Palenciana (Córdoba). Un pueblo agrícola sin apenas clase media y en aquella época las mujeres no estudiaban. Era hija única y mi padre sí que me apoyó y me mandó con 5 años con mi abuela a estudiar a Sevilla. Estaba allí de lunes a viernes, el fin de semana volvía al pueblo y el lunes, en autobús, volvía a Sevilla. Lo que había en mi pueblo era una escuela rural con clases en las que había niños de todas las edades.
-Logró una plaza en la especialidad de Estomatología en 1982.
-Yo siempre estudié con beca por la situación económica de mi familia. Pero sacaba muy buenas notas y pude mantenerla. Estomatología era una especialidad de dos años y me costó mucho trabajo entrar porque era entonces muy endogámico, pensado para hijos de dentistas o de médicos y yo no tenía ninguno en mi familia. Vi a un compañero que lo logró sin tener a ninguno y dije a por todas. Y al final lo logré. Sólo éramos tres o cuatro mujeres cursando esa especialidad en Sevilla el resto eran hombres. Tenía una hija muy pequeña y no podía irme de la ciudad por diversas razones.
-Y se quedó como profesora en la Facultad.
-Sí, hice mi tesis doctoral, que me costó mucho trabajo porque la tuve que compatibilizar con la crianza de mi hija pequeña, y logré «cum laude». Y empecé como ayudante sin cobrar nada, pero aprendiendo mucho de un gran profesor. Y después logré una plaza como profesora asociada. Tuve que luchar mucho también porque algunos compañeros me querían avasallar inmiscuyéndose en mis investigaciones y mi forma de actuar, pero siempre he tenido muy claro mi criterio y logré defenderme. Y finalmente logré mi plaza de profesor titular. Mi marido me apoyó mucho y fue mi preparador. Gracias a su apoyo lo logré.
-Entonces había muy pocas mujeres.
-Yo siempre he recomendado a las mujeres que estudien y trabajan para que mantengan su independencia económica. No viví en un entorno machista y mi padre siempre me animó a estudiar y ser independiente económicamente, aunque es verdad que cuando acabé el bachillerato no quería que estudiara Medicina. Decía que era una carrera muy fuerte para una mujer. Siempre estudié con beca.
-¿Y que quería su padre que estudiara?
-Maestra, administrativa o enfermera, aunque en aquella época Enfermería no era una carrera universitaria como ahora y se llamaba ATS. Pero los profesores de mi colegio me animaron a que hiciera Medicina y no ATS. Decían que era muy buena estudiante y que podría sacarla.
-Y la sacó.
-Sí. Entonces éramos muy pocas mujeres. Ahora somos mayoría. Se ha dado la vuelta a la tortilla. También somos más mujeres en el profesorado de la Facultad.
-Estuvo cuatro años como colaboradora en la Facultad de Medicina sin cobrar dinero ni cotizar a la Seguridad Social.
-Sí, ni siquiera tuve baja por maternidad cuando me quedé embarazada y di a luz a mi hija. Se ha avanzado mucho desde entonces en reconocimiento a la mujer y a la maternidad pero es verdad que ahora se está abusando del hecho de ser mujer, de su condición de mujer.
-¿A qué se refiere?
-A que muchas mujeres se aprovechan de ciertas leyes e instrumentos legales para darse de baja. Antes eso no ocurría y ahora es muy frecuente.
-¿Eso puede tener que ver con que haya bajado la calidad de los trabajos y las mujeres estén muy estresadas laboralmente?
-Puede ser. Si una persona está siendo avasallada por su jefe, tendrá más tendencia a pedirse una baja porque todos somos seres humanos. Pero se producen muchas bajas. Hay que cuidar al personal que trabaja contigo para que esto no ocurre pero los instrumentos legales favorecen que se abuse de ellos.
-Hace poco se aprobó por ley la baja por menstruación, que levantó una cierta polémica incluso entre ciertos sectores del feminismo que consideraron que se estaba tratando a la mujer como si fuera un colectivo vulnerable.
-En mi clínica todo son mujeres excepto un hombre. Si todas se pusieran de baja cuando tuvieran la regla, entonces no sé qué pasaría. Quizá tendríamos que cerrar. En la mía nunca ha pasado eso, al contrario, yo he tenido que decirles alguna vez a más de una que se fuera a su casa porque no la veía en condiciones de trabajar. Jamás han abusado de las bajas, todo lo contrario. Pero sé que estas cosas pasan en muchos sitios. Yo creo que más que leyes habría que actuar con sentido común.
-¿A cierto sector del feminismo le falta sentido común?
-Sí. Con más sentido común, a todos nos iría mejor, tanto a las mujeres como a los hombres. Yo siempre digo que en el Corte Inglés si una mujer se da de baja, no pasa nada. Pero en una pequeña empresa como la mía una baja se nota muchísimo. Hay que reprogramar las consultas y tienes que atender a los que ya están aquí y ese trabajo recae en los demás que sí vienen a trabajar. Yo busco, si eso pasa, que no haya sobrecarga de trabajo en ninguna pero a veces es muy difícil. Está bien que se contemplen esos supuestos pero tú no te puedes aprovechar de una legislación. Hay que tener un sentido lógico y eso al final va a jugar en contra de la mujer a la hora de buscar un puesto de trabajo.
-Una reciente encuesta del CIS revela que un importante porcentaje de hombres que simpatizan con la causa feminista creen que se les está discriminando con las últimas leyes aprobadas. ¿Comparte su opinión?
-Sí. Y creo que es así porque yo me he movido mucho a pie de calle y en un ambiente de hombres y tengo la sensación de que ahora la situación se ha invertido. Yo tengo quizá 20 o 30 años más que esa generación de mujeres que han apoyado y aprobado esas leyes y creo que se han alejado del sentido común que siempre debe tenerse en cuenta en cualquier iniciativa sobre todo en estos temas.
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