entrevista
«Ningún caballo podría ir al Rocío con la Ley de Bienestar Animal pero eso no pasará mientras la gente vote»
Pablo Osborne, veterinario clínico y director técnico de varias explotaciones sevillanas de ganado, lamenta el «sinsentido» de muchos de sus artículos y que no se haya contado para su elaboración con los veterinarios ni con la gente que trabaja en el campo
«Los animales apenas tienen comida en el campo por la falta de agua. Y sigue habiendo derroche»
Sevilla
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Iniciar sesiónPablo Osborne Esquivias es licenciado en Veterinaria, sección de Producción Animal y Economía, por la Universidad de Córdoba. Ha prestado servicio en el área de medicina y producción animal efectuadas en La Yeguada Militar de Jerez de la Frontera y ha sido director técnico ... de varias explotaciones dedicadas al cerdo ibérico y al ganado de lidia. Este veterinario clínico es actualmente técnico del Libro Genealógico de la Raza Bovina de Lidia de la Unión de Criadores de Toros de Lidia y director técnico de la explotación La Morantilla dedicada a ganado bovino manso y de lidia, ganado ovino, ganado porcino ibérico y cultivo de olivar.
-¿Qué opinión le merece, en general, la Ley del Bienestar Animal aprobada en el Congreso y que se tramita ahora en el Senado?
-Yo la llamaría más bien la Ley del Malestar Animal. En el caso de las mascotas, por ejemplo, si se aprueba finalmente tal y como está redactada, van a desaparecer muchas razas de perros porque con las condiciones que se exigen no se van a poder criar. Se dice, además, que no se podrá sacrificar a ningún animal si hay algún tratamiento terapéutico posible y que el propietario deberá pagarlo. Aquí hay mucha ignorancia por parte de los redactores de la ley porque los perros tienen las mismas enfermedades que las personas. Sufren tumores, cataratas, diabetes, etcétera, y estamos hablando de tratamientos, en el caso de un cáncer, por ejemplo, que pueden alargarse mucho tiempo y que pueden costar 400 ó 500 euros al mes. ¿Quién no pueda pagarlos, qué hace?
-¿Podría darse el caso de que una persona con una mascota con un cáncer tuviera que emplear, por ejemplo, el dinero que destina a una cuidadora para su madre dependiente, a ese tratamiento para su perro?
-Perfectamente. Muchísima gente tiene mascotas y es gente humilde o con recursos económicos limitados. No me parece mal que quien quiera y pueda, pague esos tratamiento, pero obligar por ley a todos, con independencia de su renta, me parece injusto. Y encareciendo tanto tener un perro, el que tenía tres se va a quedar solo con uno. Y muchos que pensaban coger uno, ya no lo harán. Esto va en perjuicio de todos, especialmente, de los perros, porque la gente va a dejar de tenerlos en su casa. No se puede decir a la gente cómo debe cuidar a su perro. Y menos en el campo.
-¿Qué va a pasar con los gatos?
-Esto también es muy preocupante. Se habla en la ley de las colonias de gatos pero los gatos en los pueblos y en las urbanizaciones están a su aire y parece que nadie ha pensado en las enfermedades que transmiten como la toxoplasmosis. ¿Y quién los va a esterilizar? ¿Quién los va a castrar? Me pregunto quién va a pagar todo eso.
-Los autores de esta ley dicen que la han redactado de la mano de ecologistas.
-Desde luego no han preguntado a los veterinarios ni a la gente que trabajamos en el campo, que somos los verdaderos ecologistas porque es nuestro medio de vida y nuestra forma de vida. No conozco gente que maltrate a los animales, lo que además se vuelve en contra de quien lo haga porque pierde rentabilidad económica.
-Existe una cierta leyenda, quizá fomentada por algunos ecologistas, de que las personas que trabajan en el campo maltratan, en general, a los animales.
-Se trata de una fama injusta y absurda. En el campo cuando una vaca se muere y tiene una cría que amamantar se le da un biberón. Eso nadie lo ve y nadie lo dice. ¿En qué cabeza cabe que un señor que vive de los animales se dedique a maltratarlos? No digo que no haya gente mala porque las hay en todos los sectores, pero la inmensa mayoría de la gente del campo cuida muy bien de sus animales. Es su medio de vida.
-Uno de los artículos prohíbe que los caballos puedan trabajar a partir de cierta temperatura...
-Esto es un sinsentido. ¿Qué temperatura hay en casi toda Andalucía un día de julio a las 10 de la mañana? ¿No sudamos las personas que estamos trabajando en el campo?
-¿Se mueren muchos caballos por el calor?
-Yo no he visto morir un solo caballo en el campo por trabajar con calor. Los propietarios son los primeros interesados en que eso no ocurra. Al Rocío va un millón de caballos y alguno puede morir pero también mueren personas de un infarto. También hay descerebrados que abusan de los animales pero le aseguro que son muy pocos. Supongo que si se aprobara la ley con ese artículo sobre el control de la tempeatura, los picaderos tendrían que cerrar también en julio y agosto. Y en invierno, si hace mucho frío, tampoco se podrían abrir.
-¿Que pasaría con el Rocío y con otras romerías si esto se aplicara?
-Estoy seguro de que con el Rocío no se van a atrever. Al menos, mientras haya elecciones y la gente pueda votar.
-Habla de razas de perros que se perderían por la imposibilidad de criarlas. ¿Podría ocurrir esto con otras especies?
-Con la raza de la gallina inglesa que da origen a los gallos de pelea. La ley supondrá su desaparición en España de la raza porque nadie va a criarlas si se prohíbe la competición. Los tendrán en América o en Portugal y nosotros seremos los salvajes que hemos acabado con una raza en España.
-¿Qué va a pasar con las macrogranjas de gallinas?
-En Aznalcázar hay una granja con un millón de gallinas. Si se aplica esta ley, habría que reducirla a la décima parte y ya no sería rentable. En esa granja, que está muy tecnificada, el primero que toca el huevo que pone la gallina es el cliente al echarlo en la sartén. Desde que lo pone sale directamente a la clasificadora sin que ninguna mano humana lo toque y ese huevo mañana estará en Holanda.
-Las gallinas se crían sin espacio para moverse. ¿No es eso un maltrato?
-Si se aprueba la ley y estuvieran sueltas, los huevos se pondrían en ponederos en el campo y los tendría que recoger una mano humana, con el aumento del riesgo de enfermedades. Y, por otra parte, los huevos se pondrán a 6 euros la docena, como me temo que pasará. O se tendrán que traer de otros países sin una legislación tan estricta. Los granjeros saben que si la gallina de puesta está maltratada, no pone huevos. Lo tienen monitorizado, en cuanto baja la temperatura o sube la humedad, baja el consumo de pienso y hay un problema en la granja. Con esa ley iríamos para atrás.
-¿Y con los perros de caza?
-Tengo entendido que antes estaban metidos pero afortunadamente eso sí se ha corregido. En caso contrario, acabaría con la caza y hay muchos pueblos en España que viven de ella. Sería una ruina total.
-Dice la ley que a los perros mastines que cuidan del ganado hay que ponerles un geolocalizador.
--En las fincas con ovejas hay que tener tres o cuatro mastines para proteger el ganado no ya de los lobos, que es más raro que vengan, sino de otros perros sueltos que vagan por el campo. Cuando uno de ellos entra una noche en una piara de ovejas te mata sesenta o setenta en un rato. Y no hace falta que sean grandes, dos o tres perros chicos lo pueden hacer. Salen corriendo y las que no maten o dejen mordidas, acaban muriendo. En la saliva de los perros hay unos gérmenes con unas resistencias bacterianas brutales. Y sostienen los redactores de la ley que los mastines que guardan el ganado están abandonados y no es cierto. Ellos viven con las ovejas. No lo entienden porque nunca han ido al campo. Legislan los que no saben, desde la ignorancia, sin haber consultado con los veterinarios ni con la gente del campo.
-¿Cree que se puede llegar un día a prohibir a las personas subirse a los caballos?
-No creo que lleguemos a eso pero eso parece que es lo que quieren los redactores de esta ley, salvajismo duro y puro.
-Dicen los dueños de caballos que ellos son los que más se preocupan por el bienestar de sus animales.
-Es que es así. Conozco a muchos propietarios y muchos prefieren disfrutar de su caballo a venderlo, por mucho dinero que le ofrezcan. Los caballos sirven para doma clásica, para doma vaquera o para trabajar en el campo. Si no me van a dejar utilizar el mulo para trabajar, para qué quiero un mulo al que tengo que alimentar todos los días. Esto es de sentido común: los animales deben estar al servicio de las personas y no al revés.
-Los detractores de esta ley dicen que «se humaniza a los animales». Usted es veterinario y los conoce mejor que nadie. ¿Cuál es su opinión?
-Los animales son animales, a pesar de las películas de Disney, que han hecho mucho daño. Aquí hay una serie de personas con cargos políticos que han decidido que un perro es feliz viviendo en un piso, capado y saliendo dos veces al día a la calle, amarrado con una correa. Y esas mismas personas, y casi toda la sociedad se lo ha tragado, han hecho creer que los que tenemos perros en el campo somos unos salvajes, cuando lo que quiere un perro es correr y que le den un hueso. Y, sobre todo, estar suelto. Pero para estas personas que hacen esas leyes lo ideal es que un perro esté amarrado. Es el mundo al revés.
-Se habla también de que la ley prohíbe matar a una rata, salvo en determinadas circunstancias.
-A quienes piensan así yo les metía cinco o seis ratas en sus chalés. Seguramente no sabrán que las ratas paren todos los meses y que a los tres meses ya están pariendo las hijas. Que vean lo divertido que es. Las ratas transmiten enfermedades y hay que controlarlas. Y si tú tienes en el campo una nave con cereales y hay ratas tienes que eliminarlas. Eso es ley de vida.
-Algunos jabalíes están bajando del campo y entrando en algunos pueblos.
-Y esto va a ir a más. Crean muchos problemas y sólo se pueden controlar con cacerías. Los cazadores son los que los controlan esta sobrepoblación y no son terroristas sino los más ecologistas, como dije antes. A los que se autodenominan ecologistas nunca los veo por el campo. Y cuando hay un incendio tampoco los veo ayudando. A los cazadores, sí.
-¿Cuáles son los principales problemas problemas a los que se enfrentan los veterinarios de campo?
-Nos estamos enfrentando sobre todo a muchos problemas burocráticos. Somos veterinarios de día y por la noche nos convertimos en administrativos moviendo papeles. Estamos teniendo problemas para poner antibióticos a los animales por las posibles resistencias y en el caso de los toros es frecuente que se hagan heridas. Vivimos asustados y trabajamos asustados pòrque pensamos que podemos acabar en la cárcel. Le podrá parecer que exageramos pero es un sentimiento generalizado entre los veterinarios de campo y de granja. Tomar decisiones de tratamientos sanitarios resulta cada vez más difícil.
-¿Tienen dificultades para poner medicamentos?
-Tenemos cada vez menos medicamentos a nuestro alcance. Por temas de resistencia a los antibióticos y antiinflamatorios, que son dos tipos de fármacos imprescinbibles en nuestro trabajo. Esos antibióticos tienen unos periodos de espera. Es muy complicado poner antibióticos y antiinflamatorios ahora mismo.
-¿Qué suelen tratar en ganadería?
-En ganadería extensiva y ganado bravo, que es lo que yo llevo, tratamos muchos traumatismos, problemas en los ojos. Hay que actuar rápido y no hay otra. Un toro con una lesión en un ojo ya no sirve. Los tratamos y los curamos. El tema de cirugía es sota, caballo y rey porque con un animal no puedes fijar un período de reposo. Operas un toro de una cornada o de una hernia o de uan cojera, y luego ya está en el campo. No hay posible espera.
-¿Cuántos toros salen finalmente al ruedo de los que crían en el campo?
-En añojo ya se van descartando los que son demasiado pequeños o tienen mal los pitones. Al final puede quedar un 50/60 por ciento que sirva para toros en plazas buenas. A veces exportamos vacas y toros a América pero eso es muy limitado.
-¿La Fiesta Nacional está en peligro?
-Está amenazada políticamente. Es un espectáculo caro pero las plazas se llenan. Y después del fútbol es el que más aporta al IVA y el que menos recibe. Tampoco ocasiona tantos gastos como el fútbol, donde tiene que ir cientos de policías para que los aficionados no se peguen entre ellos. En los toros eso no pasa.
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