entrevista
Laura Armesto, psicóloga clínica: «Cada vez nos llegan más casos de ansiedad y gente quemada por el trabajo»
La psicóloga sevillana Laura Armesto ha sido elegida presidenta de la Sociedad Española de Psicología Clínica, que agrupa a más de 2.300 profesionales
«Los ansiolíticos no curan pero se recetan tanto en España porque no hay tiempo ni recursos para un tratamiento psicológico»
«En Cataluña tienen el triple de psicólogos clínicos que en Andalucía»
La sevillana Laura Armesto ha sido elegida presidenta de la Sociedad Española de Psicología Clínica, que agrupa a más de 2.300 psicólogos clínicos de todo el país. Cursó sus estudios en la Universidad de Sevilla y fue psicóloga clínica residente en el Virgen del ... Rocío de Sevilla, hospital a cuya plantilla pertenece tras una estancia en el Instituto de Salud de Cataluña, que tiene casi el triple de psicólogos clínicos que Andalucía. Es máster en intervención y mediación familiar y máster en psicoterapia relacional.
-¿Qué tipo de pacientes les está llegando ahora con mayor frecuencia al hospital?
-La mayoría de pacientes de salud mental no se atienden en el hospital sino en las unidades de Salud Mental Comunitaria, que son equipos que ocupan un espacio en un ambulatorio o en un centro de especialidades y donde llegan derivados desde la medicina de familia. Lo más frecuente son trastornos de ansiedad, trastornos depresivos, trastornos adaptativos o trastornos de personalidad. Más puntualmente los casos de trastornos de conducta alimentaria, que suelen ser casos muy graves pero estadísticamente no superan el 3% del cupo. También nos llegan trastornos mentales graves como esquizofrenia o trastornos bipolares, que serán otro 3%. En la ansiedad y depresión, que son los más frecuentes, vemos muchos problemas sociales que se entremezclan con problemas laborales, estrés y a veces ese tipo de problema genera un sufrimiento en la persona. Son casos difíciles de abordar y muchas veces diría que incluso no es el sitio adecuado el hospital o el centro de salud porque debieran de resolverse en otro sitio. Por ejemplo, en temas laborales, de acoso, de precariedad, de pobreza.
-¿Les están llegando cada vez más casos de acoso laboral o problemas relacionados con el trabajo?
-Sí. Muchos casos de «burnout», de quemados en el trabajo. Estrés, precariedad, eso sí. A lo mejor antes no se consultaba tanto por estos problemas y ahora personas que vienen con esta vivencia buscan la solución al malestar emocional que eso les genera. Pero es que hay que ir a la causa porque si ponemos a cualquier persona en esas condiciones laborales más tarde o más temprano va a desarrollar un sufrimiento y no se ha inventado un fármaco ni una terapia que quite eso.
-Francisco J. Medina, ex decano de la Facultad de Psicología de la Universidad de Sevilla, decía hace unos meses en una entrevista con ABC que hay una pandemia de trastornos mentales provocados por el mundo laboral y las condiciones de trabajo.
-No sé si llamarlo pandemia porque el foco es laboral aunque tenga consecuencias sanitarias. Aunque incrementemos los recursos, no terminamos de resolver esto porque no estamos atendiendo al foco que está en lo laboral. Le pongo un ejemplo: un niño que sufre malos tratos en su casa va a tener una secuela, un sufrimiento, un malestar. Podemos atender eso pero si no eliminamos el maltrato, el daño continuará.
-¿Se podría decir que el trabajo, no la falta de él, se ha convertido de un tiempo a esta parte el origen de muchos trastornos mentales?
-Desde luego se relaciona con muchos problemas de salud mental y es algo que yo creo de lo que se va hablando cada vez más en la calle. Quizá a la gente joven la veo más concienciada de de eso y lo que creo es que se deben buscar soluciones colectivas y globales. Nunca habrá psicólogos suficientes para tantas personas que sufren esto.
-¿Es un problema de Andalucía, de España, o del mundo entero?
-Es algo global. Y la Organización Mundial de la Salud ya ha publicado en los últimos años documentos sobre el burnout y las condiciones laborales. Cuando vemos qué perfil de persona tiene más riesgo de desarrollar un trastorno mental, suelen ser personas que no están trabajando, o que no pueden porque están incapacitadas, o personas que están jubiladas o mujeres que se dedican a las tareas domésticas. Y es que un buen trabajo, con calidad, tiene muy buenas cosas. Es un motivo para levantarse, para ducharse, para vestirse, para ver unos compañeros e interactuar con ellos. Son proyectos y tener un rol vital. Pero claro, a veces los trabajos no son solo eso.
-¿El mundo laboral se está volviendo tóxico en muchos casos?
-No sé hasta qué punto. Habría que consultar a sociólogos, otros perfiles, si es una cosa de ahora o siempre fue así y ahora se pone más el foco, pero desde luego la precariedad lo es. Hay cada vez más personas que están trabajando y que no pueden cubrir sus necesidades básicas.
-El 70% de los trastornos mentales que se diagnostican en Andalucía tienen relación con algún tipo de adicción.
-Esto es un tema que se ha ignorado mucho tiempo, que es la patología dual. Y es que cuando hay un trastorno mental, además hay algún trastorno adictivo de uso de sustancias. Es verdad que el tabaco no nos preocupa tanto en este campo, pero es un problema de salud, como el consumo de alcohol. El consumo de cannabis también está muy extendido y en el tema de población joven vemos, aunque esto es controvertido, adicción a videojuegos, adicción a las pantallas o un uso problemático. Las dos cosas suelen ir unidas. Si tengo sufrimiento, una adicción sirve para escapar de eso. Pero al rato vuelve y la situación empeora. En Andalucía estamos esperando que se termine de materializar la idea de unir la red de salud mental y adicciones. Para mí es incomprensible que esté escindida. Sería mucho más práctico unirlos y la evidencia científica lo que dice es que hay que atenderlo de forma integral y coordinada. No se puede decir al paciente que cuando usted se haya quitado la adicción, entonces atenderemos la depresión. La patología es dual y lo ideal es atenderla a la vez.
-¿Hay alguna adicción que esté creciendo más que otras y que preocupe más a los psicólogos clínicos?
-El consumo de alcohol siempre ha estado y ahora preocupa en los jóvenes la adicción a las pantallas y videojuegos.
-Uno de los últimos estudios publicados en España relaciona el uso excesivo de las pantallas con trastornos mentales en los adolescentes. ¿Cuál sería su recomendación como psicóloga?
-Además de psicóloga, soy madre (está embarazada de su segundo hijo). Yo pondría el foco no sólo en los niños y adolescentes porque los mayores también tenemos un problema con el uso de pantallas. El problema en la infancia es que los niños están en pleno desarrollo de cerebro y en su capacidad de conectar con las propias sensaciones. Al final esta ansiedad por las pantallas va empobreciendo tu capacidad de de tolerar pequeños malestares. Y eso tiene mucho que ver con la con la impaciencia social que tenemos ahora. Y podríamos decir los niños con el déficit de atención de hiperactividad se están incrementando y lo seguirán haciendo en los próximos años.
-¿Esta adicción a las pantallas puede explotar de aquí a unos años?
-Sí. Y a los profesores les preocupa que los niños no les atiendan. En la universidad también pasa. Frente a un vídeo con miles de estímulos, colores y tal, yo me veo explicando una cosa y es como que me falta brillo. Pero al final la vida real se parece mucho más a lo que hacemos en clase, es algo más lento que toda la estimulación que tenemos con las pantallas. Intentemos pararlo.
-Pero no es fácil. Cada vez es frecuente ver en un restaurante a una familia, cada uno mirando a su móvil, tanto los padres como los hijos.
-Desde luego las usamos demasiado, tanto adultos como niños. Eso me produce desesperanza porque al final ellos aprenden por imitación. En la crianza lo básico es hacer lo que quieres que tu hijo haga. Si yo le digo a mi hijo que no fume y él me ve fumando tiene poca coherencia ese mensaje.
-Están aumentando los intentos de suicidio, especialmente en jóvenes. ¿Cuáles pueden ser las causas?
-Es la primera causa en el mundo de muerte prematura y a primera causa de muerte en jóvenes. Algo que preocupa también mucho son las autolesiones, que la mayoría de veces no van con una intencionalidad suicida, pero sí hablan de un sufrimiento o de un empezar a dañar al propio cuerpo. Entonces creo que tienen que ver con este malestar global que hay ahora, sobre todo en la gente joven, como de un sufrimiento y una necesidad de de alivio relativamente rápido y que puede tener que ver con la intolerancia a la incertidumbre, al aburrimiento, a la frustración, a la realidad de la vida.
-¿Hay forma de prevenirlos y, en la medida de lo posible, evitarlos?
-La gran pauta de la prevención es desarrollar vidas que tengan sentido. Vivir con menos sufrimiento, con esperanza, con posibilidad de desarrollo sano.
-Intervino hace unos meses en una comisión del Congreso para sensibilizar a los diputados sobre las cuestiones de salud mental. Si fuera ministra de Sanidad ¿qué tres primeras medidas adoptaría?
-Por un lado, un incremento de de recursos humanos, que es fundamental. Sobre todo de psicólogos clínicos. Y poder trabajar en en la concienciación de todos los profesionales sanitarios y de otras instituciones en esa idea de que la mayoría de problemas de salud mental que estamos viendo ahora no son verdaderamente o no llegan a ser trastornos, sino son malestares o o sufrimientos que tienen que ver con otras condiciones de la vida, Y ahí tenemos que hacer algo como sociedad.
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