El Camino de los Descubrimientos de Sevilla: una laguna repleta de coches y gorrillas

Pese al mimoso cuidado que muestra esta travesía junto a la Torre Sevilla, en cuanto se va dejando atrás este espacio, ya en la jurisdicción del antiguo Monasterio de la Cartuja, el contraste es incuestionable. Donde hace sólo unos meses actuaron y se fotografiaron los operarios municipales, no parece que nadie haya vuelto a intervenir. El intenso color verde y la altura de estas malas hierbas confirman el buen invierno pluvial, así como la ausencia de labores de desbroce. A continuación, una interminable laguna complica el tránsito de quienes estacionan sus vehículos en esa ilícita bolsa de aparcamiento, pese a las constantes batidas policiales que se saldan con varios centenares de multas. Según explican estos usuarios, además de estar saturado el PCT Cartuja, tras la reciente declaración de Zona Libre de Emisiones no todos los vehículos tienen autorización para acceder en horario laboral.

A sólo unos metros, aunque dentro del antiguo monasterio, se ejecutan las obras de rehabilitación y adecuación del antiguo pabellón del siglo XV para el que han proyectado un «almacén visitable y salas de exposición permanente» con los fondos del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. Son las únicas actuaciones que a diario se observan por la zona, aunque conciernen exclusivamente al espacio intramuros. Volviendo a su exterior, sólo la explanada frente al pórtico principal está mínimamente despejada de vegetación, gracias a que actualmente es lugar de entrenamiento de una escuela taurina que dirige el maestro Tomás Campuzano, cuyos alumnos se encargan de adecentar. Al otro lado de la avenida, las palmeras siguen sin podar. Bajo ellas, lo que ahora denominan una 'food truck' –un remolque de venta de comida rápida–, pero que no vende comidas: es una especie de gestor de los usuarios del Consulado de Marruecos, adonde acuden para realizar fotocopias y comprobar la viabilidad de los documentos que deberán presentar en la administración.

Este consulado también es foco de habituales polémicas, a cuenta de la cola de espera que deben aguardar sus usuarios en el exterior del edificio. Entre acusaciones por no respetar el turno y trampear para ceder el puesto a cambio de dinero, no son pocas las ocasiones en que las discusiones se encienden y es necesario reclamar la presencia de la Policía Nacional. La cara trasera del inmueble linda con los dominios de un Jardín Americano que, junto con sus colindantes Jardines del Guadalquivir, son los parques públicos en peor estado de conservación de toda la capital hispalense. El vandalismo, sumado a la falta de vigilancia, ha convertido a este pulmón verde en una zona insegura, a pesar de tratarse de uno de los grandes encantos de la Expo92.

La travesía continúa por el Canal de la Expo, para el que ahora se habla de un posible cambio de uso para permitir futuras construcciones, aunque por el momento aquello parezca una selva, entre jaramagos y diversas especies silvestres que ahí cohabitan. Además, el canal acoge en la actualidad varios asentamientos ilegales y una pista de skate que van construyendo y ampliando con total impunidad un grupo de patinadores que cada tarde se dan cita en este espacio. La pasada semana, tras informar este periódico del salto en paracaídas desde la réplica del Ariane 4, varios patrulleros de la Policía Local acudieron al lugar de los hechos para identificar a todos los presentes, intervención que no ha impedido que estos jóvenes sigan patinando habitualmente en su interior.

Más adelante, en el cruce con la calle Marie Curie, la «experiencia innovadora» que el Consistorio anunció hace tres años como punto de estacionamiento y recarga solar de los patinetes eléctricos demuestra no haber funcionado. Y en el otro extremo del Camino de los Descubrimientos, en las inmediaciones de la Escuela Superior de Ingenieros, hay un punto de encuentro de las clásicas carreras ilegales que ponen el digno colofón al despropósito de esta avenida.