Javier Martínez: «Con mis investigaciones en biomecánica espero poder ayudar a mi madre, que tiene osteoporosis, y a muchas como ella»

-¿Cómo es un ingeniero biomecánico?

-El ingeniero biomecánico es muy poco ingeniero. De hecho en mi casa me dicen: «¿pero tú no eres ingeniero?». Aunque ya he aprendido a soportarlo. No estudié Ingeniería para hacer cosas que maten, ni coches, ni armas. Me encanta que mi trabajo de ingeniero sirva para mejorar la vida de los demás. Me parece lo más interesante y, además, como cristiano, me hace feliz poder poner mi conocimiento al servicio de los demás. Eso hace que me levante por las mañanas con la ilusión de trabajar.

-¿Tener fe ayuda a un investigador?

-A mí, sí. La fe me refuerza a sentirme más a gusto con mi trabajo. Me motiva mucho que mi trabajo y mi esfuerzo sirvan a los demás y que con mis investigaciones en biomecánica pueda ayudar a mi madre, que tiene osteoporosis, y a muchas como ella. La verdad es que la ingeniería por sí sola no la veía como un beneficio directo para la humanidad pero cuando descubrí la relación de la ingeniería con la medicina vi que ahí sí existía ese beneficio directo.

-¿Colaboran en España los médicos y los ingenieros?

-Nosotros estamos colaborando con el Hospital Virgen del Rocío en un estudio retrospectivo sobre la eficacia de los tratamientos contra la osteoporosis. El problema es que la colaboración entre médicos y biomecánicos es complicada en España.

-¿Por qué?

-Principalmente porque la presión asistencial que sufren los médicos es muy alta y a veces no tienen tiempo para colaborar con nosotros en la investigación. O lo tienen que sacar de su tiempo libre o de su vida familiar. Y eso es muy difícil de conseguir. Yo tuve la suerte de conocer al doctor Miguel Ángel Giráldez, del hospital Virgen del Rocío, que sí saca tiempo para la investigación. Tenemos abierto un estudio con la influencia de la actividad física en la ganancia de masa ósea combinado con el denosumab. Pero va muy lenta.

-¿Las farmacéuticas tienen una visión demasiado económica de la investigación?

-Nosotros tenemos una pelea grande con esto porque los pocos estudios que te encuentras de fármacos combinados de farmacéuticas diferentes son en hospitales muy grandes que no dependen tanto de ellas. La Clínica Mayo, por ejemplo, en Estados Unidos. Las farmacéuticas no apoyan ensayos combinados con fármacos que ellas no producen.

-¿Por qué es tan complicado dedicarse a la investigación en España?

-El porcentaje del PIB que se destina a investigación es ridículo respecto a Estados Unidos y muchos países europeos. Estamos muy por debajo de la media europea. Un ejemplo soy yo, que me he tenido que ir a Australia para poder continuar con mi investigación. En España no podía avanzar porque no podía acceder a datos necesarios. Aquí sería inviable poder abrir una investigación de este nivel y por eso me tengo que subir al carro de las que ya hay. No tengo los medios para empezar ensayos con animales y mis colegas en Australia o de muchos países europeos, sí.

-¿No sería bueno liberar en parte a los médicos que trabajan en hospitales para que ese tiempo lo puedan dedicar a investigar?

-Sería muy bueno e importantísimo. Pero lo cierto es que ellos no consiguen ningún tipo de beneficio por investigar, ni en el plano económico ni en ningún otro. Como mucho, la tesis doctoral, que les da puntos para un concurso pero poco más. Después de eso, ya no hay nada. O encuentras una persona que le gusta la investigación como Miguel Ángel Giráldez, o tienes que irte fuera de España. No hay otra.

-¿Por qué cree que en España se ve la investigación como un gasto en vez de como una inversión?

-Porque los frutos de la investigación tardan mucho en verse y en España somos muy cortoplacistas para gastar dinero. Se gasta dinero de cuatro años en cuatro años y con eso lo digo todo. Los políticos no pueden vender la inversión en investigación en las siguientes elecciones y por eso no la priorizan en los presupuestos. Es una inversión a largo plazo.