Una inglesa visita Sevilla y recomienda dónde gastar el dinero: «Son los seis euros mejor invertidos»

Tras cruzar el portón del cenobio centenario, se llega al compás donde está la casa del portero y la portada de la iglesia donde ocurre la leyenda de Maese Pérez el organista que cuenta Gustavo Adolfo Bécquer en su célebre obra. El espacio es uno de los más hermosos de la feligresía de San Pedro y al fondo del mismo, se halla el torno donde se venden sobre todo los bollitos de Santa Inés.

Allí se puede ver un cartel donde también hay pestiños, pastas, tortas, mantecados o roscos de vinos que se hacen en el obrador y que se llegan a oler cuando se pasea por esta calle repleta de naranjos y con una de las vistas más hermosas de Sevilla desde la esquina de Gerona con el fondo de la torre de San Pedro si se mira hacia el sur mientras que si se gira la cabeza hacia el oeste, se podrá ver la espadaña de San Juan de la Palma.

En ese cruce, se puede adivinar hasta la imagen de Santa Catalina que hay sobre la cúpula barroca del templo gótico mudéjar. En medio de ese enclave, se puede contemplar cuando está abierta una de las iglesias de convento sevillana más 'coqueta' con un retablo mayor del siglo XVIII presidido por Santa Inés.

También, cada 2 de diciembre se puede venerar a Doña María Coronel, noble del siglo XIV que fundó el convento sobre las casas de su familia después de que se metiera a monja tras haber sido perseguida por el rey Pedro I y acabar echándose aceite hirviendo en la cara para evitar que el monarca se siguiera fijando en ella.