La histórica presión de los taxistas de Sevilla a los políticos para no perder el monopolio del aeropuerto
Juan Carlos Cabrera, que ofició la boda civil del presidente de esta «organización criminal», fue investigado por hacer la vista gorda
Al delegado Blas Ballesteros le pintaron varias veces su casa e incluso le quemaron su coche por tratar de poner orden con los taxistas
Turnos rotatorios y policías locales desde febrero para acabar con el monopolio de los taxistas del aeropuerto de Sevilla
Denuncias de la Policía Local que no se tramitaron, una unidad de vigilancia especializada que paulatinamente fueron esquilmando, un local arrendado a bajo coste para un uso diferente al acordado, un teniente de alcalde que ofició la boda del presidente de ... la «organización criminal», una barrera para dificultar el acceso de los VTC, coches de concejales que amanecían quemados o siniestrados... Son sólo algunos de los apuntes que ya aparecían en el auto de la juez de instrucción que en 2017 asestó el que hasta la fecha había sido el golpe más letal contra la coloquialmente denominada «mafia del taxi» y que ahora se reabre con la oportunidad brindada al gobierno municipal de José Luis Sanz para terminar definitivamente contra el monopolio de Solidaridad del Taxi.
Que en la sede de esta entidad aparecieran fotografías de agentes policiales y políticos de la época fue motivo para que la instrucción sospechara de que estos taxistas recurrían al chantaje y a la extorsión para lograr su cooperación. Solidaridad del Taxi nació en 2001, sólo unos meses después de que en una 'Mesa del Taxi' quedase aprobada la implantación de un turno rotatorio que en el año 2002 fue fijado en una sentencia del TSJA. Pese a las medidas impuestas, los taxistas apenas estuvieron unas semanas cumpliendo con lo establecido y aquel territorio terminó exclusivamente en manos de Solidaridad del Taxi. Durante todos estos años, además de las constantes denuncias por sabotajes de vehículos de otros taxistas y VTC se sospechó con la manera en que conseguían esa transigencia municipal.
Más de quince años tuvieron arrendado un local de Aena como «almacén, zona de descanso y comedor», aunque lo cierto es que era despacho del presidente de la asociación, cantina del grupo y gimnasio para sus asociados. Tras varios tira y afloja, Aena consiguió recuperarlo no sin sufrir ataques vandálicos como los registrados en sus cuartos de baño, hechos que las cámaras del aeropuerto no pudieron demostrar.
Aunque la entidad se presentó esta semana como víctima de «campañas de desprestigio», condenó la violencia y rechazó cualquier tipo de acusación, las sospechas siempre han gravitado sobre sus miembros, así como muchas de las decisiones de los respectivos delegados de Seguridad y/o Movilidad han sido cuestionadas. La etapa municipal de Juan Carlos Cabrera fue comprometida por acusaciones constantes de tratos «privilegiados» a estos taxistas y concesiones a sus peticiones como la instalación de una barrera para los VTC. Casó a Enrique Filgueras y tuvo que darle explicaciones a la juez de su laxa actuación contra el monopolio del aeropuerto.
Al que fuera delegado de Movilidad y Seguridad durante los dos primeros años del mandato de Zoido, Demetrio Cabello, le pesó tanto su investigación contra los comportamientos irregulares de la Policía Local como su inflexibilidad contra los taxistas del aeropuerto, quienes le orquestaron innumerables protestas y escraches tanto en sus actos públicos y esfera privada. La situación más tensa se vivió durante los años de Alfredo Sánchez Monteseirín como alcalde, cuando la relación entre Solidaridad Hispalense y Unión Sevillana fue públicamente hostil. Al por entonces delegado Francisco Fernández le acusaron de plegarse a los taxistas, quien creyó que la implantación de una tarifa única sería la solución para este problema. El que fuera delegado de Movilidad Blas Ballesteros sufrió también por sus intentos de reorganizar el sector, con pintadas en su casa y la quema de su coche.
La histórica benevolencia del Ayuntamiento con el monopolio del aeropuerto refleja que aunque sea este calendario laboral un importante avance, no será la situación definitiva si se relaja la vigilancia en el entorno.
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