La historia de Sevilla, en imágenes: así colocaron los adoquines de Gerena en la plaza de San Francisco

Los enclaves más señeros del Centro aún conservan el primer tipo de adoquines, aquellos que vienen de Gerena: la plaza de la Campana, el barrio de San Román, la plaza de San Pedro, gran parte de la Judería, el paseo del muelle de la Sal, varias avenidas del parque de María Luisa... Y es que, tal y como contaba este periódico hace un tiempo, «Sevilla no sólo tiene un color especial, tiene tres: el almagre (rojizo), el albero (arenisca) y el coloreado de los adoquines de Gerena». Quizá, el más antiguo de todos, ya que desde la época de los romanos se explotaban las canteras de granito de este municipio de la provincia tanto para el pavimento de la vieja Híspalis o Itálica, como para las columnas de la Alameda de Hércules o de las gradas de la Catedral de Sevilla.

Los adoquines generan bastante controversia entre los sevillanos, y es un debate que viene de largo. Por un lado están los amantes de la imagen tradicional de la capital, con ese suelo de piedra de Gerena. Y por otro, aquellos que apuestan por otro tipo de firme más moderno y funcional, que también está presente en muchas calles y es traído de Quintana de la Serena, en Badajoz. Este último, sin embargo, no tolera el paso del tiempo con la resistencia que lo hace su antecesor.

La tarea principal de este serial histórico es buscar en la hemeroteca instantáneas para los más nostálgicos relacionadas de alguna manera con la actualidad. El pasado lunes, entre esta web volvían a aparecer los adoquines en una información que alegrará a los más tradicionales: el Ayuntamiento de Sevilla reutilizará el adoquín de Gerena en la plaza del Pumarejo entre las calles Aniceto Sáenz y Fray Diego de Cádiz.

La imagen que abre este reportaje, rescatada de la hemeroteca de ABC de Sevilla, nos muestra lo duro que fue el trabajo de adoquinar la céntrica plaza de San Francisco. Gelán fotografió en 1960 a estos operarios afanados en la colocación del suelo que hoy pisamos. Sorprende las condiciones de tal laboriosa obra, de hecho, como se ve en la instantánea, hubo bastantes curiosos que se detuvieron a ver las tareas. Y es que algunos están prácticamente enterrados entre los bloques de piedra.

Para comparar este enclave del Casco Histórico con el estado actual hemos dado en la hemeroteca con una fotografía del la misma plaza, pero fechada en el siglo XIX, con el antiguo pavimento de chinos lavados. Como curiosidad, en la foto también se atisba la fuente de la Pila del Pato, justo delante de donde hoy en día se encuentra en Banco de España.

En este punto no es extraño preguntarse por qué los adoquines antiguos resisten tras más de cien años sin necesidad de reparación a pesar de soportar el tráfico continuado. Y, por tanto, por qué no se sigue usando ese tipo de firme.

Tal y como señalan expertos en arquitectura y urbanismo, a diferencia del adoquín moderno, que genera baches y necesita ser reparado cada diez años porque se mueven, alteran y hunden, el adoquín de Gerena es especial por su morfología. Cada bloque es un trapecio, por lo que al recibir peso (de los vehículos) encaja más entre los demás. La calzada tiene forma de bóveda, y esas piedras, al tener forma de cuña y recibir presión arriba, van acodalándose unas con otras. Sucede que darle esa forma a los bloques de piedra es muy caro de fabricar, aunque se hace mediante una máquina; y los actuales, de Quintana de la Serena, con forma de prisma, son mucho más económicos y más rápidos de generar.

Aunque no todo está perdido, recientemente el Ayuntamiento de la capital adjudicó el contrato que permitirá tratar el adoquín de Gerena para hacer posible su reutilización en calles del conjunto histórico. De esta forma será compatible con las medidas necesarias de accesibilidad y con el uso de la bicicleta.