La herencia encantada de una abuela en Sevilla: fantasmas en el apartamento número 3
Un bloque de apartamento turísticos en pleno centro ha sido objeto de investigación por un equipo especializado en fenómenos paranormales
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José Manuel García Bautista
Sevilla
La historia de Carmen, una joven sevillana que heredó la casa de su abuela en el casco antiguo de Sevilla, comienza como un relato de sueños cumplidos y de ilusiones. Sin embargo, esta aspiración de transformar la vivienda en un bloque de apartamentos turísticos ... derivó en una experiencia que ha desconcertado tanto a los turistas como a la propia dueña. Lo que parecía ser un negocio de ensueño –y más en la Sevilla de los últimos tiempos- en una ubicación privilegiada pronto revelaría una inquietante serie de sucesos inexplicables.
Un proyecto que prometía éxito
Carmen, de 32 años, recibió como herencia la antigua casa de su abuela, ubicada en la zona de proximidades de la Encarnación, una de las áreas más emblemáticas de Sevilla. Tras el fallecimiento de su abuela, quien había vivido toda su vida en la casa, Carmen decidió invertir sus ahorros en una reforma integral, adaptando la antigua vivienda para convertirla en un pequeño bloque de apartamentos turísticos. La idea de Carmen era aprovechar la creciente demanda de alojamientos en el centro histórico, en una ubicación que ofrecía proximidad a los monumentos y un encanto propio de las construcciones sevillanas tradicionales.
Después de meses de renovación y esfuerzo, los apartamentos finalmente quedaron listos para recibir a los turistas. Con una decoración que conservaba el estilo andaluz y una estructura que destacaba por sus arcos y paredes gruesas, los apartamentos ofrecían todo lo que se podía pedir con un aire clásico no exento de modernidad. Los primeros meses fueron muy positivos, con excelentes reseñas de los turistas que destacaban tanto la comodidad como el estilo pintoresco de los alojamientos.
Primeros indicios de problemas en un apartamento
Pero no pasó mucho tiempo antes de que surgiera un patrón inquietante. Los huéspedes que se alojaban en el apartamento número tres —el tercero de los cuatro apartamentos reformados— empezaron a solicitar cambios de piso/apartamento, argumentando que experimentaban una sensación de incomodidad en el lugar. Las quejas incluían sensaciones de incomodidad, comentarios sobre una atmósfera «pesada» e incluso menciones de ruidos extraños en el pasillo que dificultaban su descanso.
Inicialmente, Carmen pensó que estos comentarios podían ser atribuibles a la antigüedad de la casa o a pequeños fallos de renovación. La vivienda, después de todo, tenía más de un siglo de antigüedad y, a pesar de las reformas, algunas instalaciones podían presentar problemas. Sin embargo, a medida que las solicitudes de cambio de habitación se repetían, Carmen comenzó a sospechar que algo más podía estar sucediendo en el apartamento número tres.
Una noche en el apartamento
Curiosa y algo preocupada por la creciente frecuencia de las quejas, Carmen decidió investigar por su cuenta. Decidió pasar una noche en el apartamento número tres para experimentar de primera mano lo que sus huéspedes parecían estar viviendo. Aquella noche, Carmen llegó al apartamento y, al igual que cualquier otro huésped, intentó relajarse y prepararse para una estancia normal.
Al principio, la noche transcurrió sin incidentes, y Carmen se dispuso a acostarse. Sin embargo, alrededor de la medianoche, un ligero ruido en el pasillo la despertó. Al salir a investigar, no encontró a nadie, pero el silencio de la casa y la oscuridad de los corredores parecían envolverla en una sensación de aislamiento. Minutos después, la luz de la sala comenzó a parpadear. Carmen lo achacó a un fallo eléctrico, pero su incomodidad fue creciendo al notar una extraña fluctuación en la temperatura y una presencia sutil pero perceptible que parecía rodearla.
Lo más perturbador sucedió durante una videollamada con una amiga. Mientras conversaban sobre los incidentes en la casa, su amiga se detuvo en seco, visiblemente confundida. «¿Estás sola en la casa?», le preguntó, a lo que Carmen respondió que sí. «Acabo de ver pasar a alguien detrás de ti», dijo su amiga, lo que dejó a Carmen en un estado de miedo y desconcierto absoluto.
A la mañana siguiente, aún impactada por los sucesos de la noche, Carmen decidió contactar a un equipo de expertos en fenómenos paranormales. Si bien siempre se había mostrado escéptica ante lo sobrenatural, la experiencia de esa noche y las constantes quejas de los huéspedes la hicieron replantearse sus dudas. El equipo, alertado por el médium Rafael de Alba, llegó a los pocos días, equipado con cámaras, grabadoras de alta sensibilidad y dispositivos para medir campos electromagnéticos.
Anomalías y variaciones inexplicables
Durante una larga noche de observación en el apartamento número tres, los investigadores comenzaron a percibir anomalías en los aparatos de grabación y detectaron variaciones inexplicables en el sistema eléctrico. Pero el descubrimiento más perturbador fue una psicofonía captada durante la sesión de grabación: una voz débil y susurrante que decía claramente «bajo la cama». Este mensaje desencadenó un recuerdo profundo y emotivo en Carmen, ya que, al morir su abuela, la habían encontrado en el suelo, parcialmente bajo la cama, en una posición extraña y que siempre había sido motivo de dolor para la familia.
Además de la psicofonía, los expertos –Javier Aradilla y José Luis García- informaron haber sentido pasos en el pasillo y percibieron fluctuaciones térmicas en el apartamento número tres, sin ninguna explicación lógica. Las luces seguían apagándose y encendiéndose sin razón aparente, y algunos aparatos electrónicos dejaban de funcionar sin motivo. Estos hallazgos reforzaron la idea de que algo inexplicable ocurría en la casa.
Ante la incertidumbre, los investigadores sugirieron que la casa podría estar conectada de algún modo a la presencia de la abuela de Carmen, quien había vivido en ella toda su vida y falleció de forma repentina. Para Carmen, esta revelación fue desconcertante, de alguna manera, sentía que su abuela nunca había abandonado realmente la casa.
Actualmente, Carmen enfrenta un dilema emocional y profesional. La propiedad, que en un principio representó una oportunidad económica y un homenaje a la historia familiar, se ha convertido en una fuente de incertidumbre y temor. En sus propias palabras, «la casa, de alguna forma, sigue siendo de ella».
*Si has vivido alguna experiencia extraña no dudes en escribirnos y contárnosla a correo@garciabautista.net
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