entrevista
El fundador de Arrakis: «Los chinos mienten en los negocios pero lo hacen para no lastimar tu honor»
El empresario sevillano, que ha regresado a su ciudad natal tras 17 años en China, recuerda que «cuando llegué allí, estaban muy atrasados en tecnología y ahora van cinco años por delante del resto»
«Con 19 años estudiaba y trabajaba, apenas salía con los amigos e intentaba hackear la web de la NASA»
«Cuando volví de China, encontré a Sevilla por detrás de Málaga en innovación tecnológica, al revés de cuando me fui»
Sevilla
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Iniciar sesiónGermán Torrado (Sevilla, 1975) logró el triunfo empresarial con menos de 25 años gracias a Arrakis, una empresa de acceso a Internet que llegó a tener 300 empleados y que fundó en un pequeño taller de Sevilla. Tras venderla a British Telecom por ... más de 2.000 millones de pesetas de la época, decidió cambiar de aires y viajar por todo el mundo. «El dinero me sirvió para comprar tiempo», dice en esta entrevista. Tras pasar 17 años en China, donde ha trabajado en el sector del comercio electrónico, ha vuelto a Sevilla con el objetivo de aplicar aquí todo lo que ha aprendido en el país más avanzado tecnológicamente del mundo, junto con Estados Unidos. Su proyecto es crear un ente privado que permita coordinar a las startup y empresas sevillanas para hacerlas avanzar en innovación tecnológica.
-¿Cómo acabó en Shanghai en 2006?
-De rebote. Uno de los abogados de una película de flamenco que estaba produciendo por aquella época nos organizó una visita de negocios en China tras truncarse el proyecto, para lo que contábamos con Canales, Juan de Juanes, Vicente Amigo, Alejandro Sanz y con Mónica Cruz de protagonista. Como la película no salió, me apunté al viaje. Fuimos 13 personas y estuvimos en diferentes ciudades. El viaje no salió bien y la mayoría de la comitiva regresó diciendo que China era un país tercermundista con el que no se podía hacer negocios. Pero yo sí vi que era un país con mucha hambre de cosas nuevas y con un enorme potencial, a pesar de que entonces estaban muy atrasados en tecnología respecto a Europa. Y me fui a China en principio para un par de años.
-¿Cómo salvó el choque cultural?
-Me llevó tiempo. Al principio, todos los chinos me parecían iguales y veía que ellos me ganaban en todas las negociaciones. Me di cuenta de que hacía las cosas mal.
-¿Pensaba así por su mentalidad europea?
-No sólo europea. Creo que el 90 por ciento de los extranjeros que van a China suelen pensar, al año y medio de estar allí, que todos los chinos están equivocados y abandonan el país. Yo llegué con mucho ego allí, quizá porque en mi empresa en Sevilla había manejado a 300 personas y alcanzado el éxito muy joven. Pero a pesar de sentirme que era muy ineficiente y muy malo en mi trabajo en China, sobre todo si me comparaba con lo que había hecho en España, decidí quedarme.
-¿Y cómo logró finalmente encajar allí?
-Asumiendo que en China tenía que hacer las cosas de otra manera, que lo que me sirvió en España no me valía allí. Y que tenía que aprender una serie de herramientas para sobrevivir en ese país. Empecé a estudiar temas culturales de China (religión, budismo, confucionismo, taoísmo) y cómo afectaron las dinastías y el comunismo posterior a los comportamientos sociales. Y comencé a entender esos comportamientos que me parecían tan raros. Me di cuenta de que los chinos son capaces de manejar mejor la inteligencia comunitaria, que ven el interés general y que entienden que el bien comunitario se traduce al final en un bien personal.
-¿Son menos individualistas que los europeos?
-Sin duda. Y tienen la capacidad de entender una negociación de forma holística, no de una forma lineal como nosotros, que vamos del punto 1 al 2 y así hasta el último, para hacer un acuerdo. Y ellos no funcionan así, de esa forma lineal.
-¿Aprendió en China a ser menos individualista?
-Sí. Y a coordinarme mejor con un gremio, o con un grupo de trabajo. A ser más abierto a que otros tengan otras herramientas y otros valores morales.
-¿Qué valores?
-Bueno, en China la mentira está aceptada e incluso se considera conveniente en algunos casos. He estado negociando con otros empresarios europeos y me me he dado cuenta de que a los chinos les importa especialmente el honor. Y si reciben una propuesta de negocio a un precio imposible para ellos, prefieren mentirte a hacerte perder tu honor diciéndote que te has equivocado con el precio, que no has sabido calcularlo. Los empresarios europeos van con frecuencia allí a pedirles que les hagan un producto, por ejemplo, a 5 euros; y el empresario chino, consciente de que con ese precio perdería dinero, no te dice que no, que sólo podría hacerlo por 9 euros, sino que te miente y acepta el precio. Pero el producto que hace no es el que tú le has pedido sino otro de menos calidad. Digamos que es un producto de 3 euros en vez del de 9 que tú esperas.
-¿Pasó eso con las mascarillas durante el Covid?
-Sí, pero pasa con muchos productos. Y esa es la mentalidad china que a mí me costaba entender cuando llegué allí. No lo hacen por engañarte sino porque creen que el honor está por encima de la verdad y esperan tener una relación comercial duradera contigo.
-¿Cuánto tiempo tardó en entender esto?
-Dos años y medio. Viviendo allí y leyendo y estudiando mucho.
-¿Qué otros mitos ha podido desmontar de China durante su estancia allí? ¿Es uno de ellos el que lo copian todo?
-Eso no era un mito porque fue cierto durante algún tiempo. Copiar fue una herramienta para China durante el tiempo en que ellos tenían menos innovación. Ellos han sido buenos en atraer talento internacional y eso les ha servido para acceder a esa tecnología. Además, han sabido transmitir muy bien ese conocimiento a su tejido empresarial y de ahí han surgido los Huawei y Xiaomi. En China hicieron planes a 20 y 30 años y los han cumplido, de modo que ahora tienen más innovación tecnológica que nadie en casi todos los ámbitos. Diría que están entre cinco y siete años más avanzados que nosotros.
-¿Y de Estados Unidos también?
-Estados Unidos sólo está a su nivel tecnológico en creación de microchips y van algo por delante en inteligencia artificial. Los chinos de a pie tienen la percepción de que son un número 1 mundial y esa percepción de que son la primera economía del mundo no está lejos de la realidad. Tienen el 50 por ciento del comercio electrónico del mundo y una base de consumidores mayor que Estados Unidos y Europa juntos.
-En Estados Unidos se va a cerrar Tik Tok, salvo que la multinacional china venda esa filial a una empresa norteamericana. Se le acusa de dar datos de millones de estadounidenses al Gobierno chino. ¿Cuál es su opinión?
-Cualquier red social almacena una gran cantidad de datos de los hábitos y gustos de todos los usuarios. Son datos muy sensibles que se pueden usar para bien o para mal. No creo que una, por ser china, los use mal, y otra, como Meta, por ser norteamericana, los use bien. Entiendo que Estados Unidos, que está viendo perder su hegemonía en el mundo, se quiera proteger de empresas chinas con acceso a datos. Yo estoy a favor de cierta regulación.
-¿Y qué percepción se tiene de eso en China?
-En China se ha regulado Douyin, que es el Tik Tok de China. Se ha regulado para reducir la viralidad y la adicción que puede ejercer en los jóvenes y se les ha pedido que modifique sus algoritmos para no ser tan adictivos. También en regulación estamos más atrasados que en China, donde, por cierto, no se puede ver casi ninguna de las redes sociales que no son chinas. China exige a las empresas extranjeras que comparta esos datos y que explique qué hacen con esos datos. Ni Google ni Facebook están en China.
-La adicción a las redes sociales va camino de convertirse en una auténtica pandemia, especialmente entre los jóvenes.
-Esto es muy preocupante y tiene una solución difícil. Han encontrado modelos muy adictivos y la sociedad no está preparada para hacerlas frente. Faltan sistemas de motivación más allá de las redes sociales, especialmente para los jóvenes. Y eso es un trabajo de las familias y de los centros de educación. Hacer ver a los jóvenes que hay muchas más cosas en la vida que las redes sociales y las pantallas. Un menor no es capaz de discernir qué es un buen balance.
-Estamos en la economía de la atención y captarla supone mucho dinero. ¿Los datos son el petróleo del siglo XXI?
-Sí. Y mueve mucho más negocio de lo que se cree.
-¿Cree que la inteligencia artificial será tan disruptiva como lo fue Internet?
-Lo será en varios aspectos. Va a haber un cambio drástico en cómo se usan las tecnologías en el día a día de la gente. Esto se va a ver en dos o tres años. Hablaremos con la IA como si habláramos con un amigo, será mucho más humano, por decirlo así. Esto será asequible para mayores y niños, para todos. Hay una gran competencia por ver quién lidera este cambio entre Estados Unidos y China. Europa se ha quedado un poco atrás. No invertimos tanto como ellos y no estamos tan avanzados como ellos. Veo una multipolaridad mundial.
-¿La globalización es historia?
-Sí. Yo creo que ya ha terminado la globalización tras un gran retroceso causado por las políticas proteccionistas. Ahora hay Brics, con China liderando a este grupo; Estados Unidos y sus aliados; y por otro lado, Europa, que tiene problemas de coordinación entre sus países. Los Brics tienen un talante más comercial y menos impositivo que el liderazgo tradicional de Estados Unidos. China no ha generado ninguna guerra y ha convencido comercialmente. Y tiene planes a 40-50 años.
-¿China será el amo del mundo?
-Sí, pero con un talante diferente al de Estados Unidos.
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