La Fundación Prodean de Sevilla, un refugio para mayores y niños en el drama de Los Pajaritos
Reportaje
Voluntarios de esta organización hispalense se entregan en cuerpo y alma a combatir la soledad no deseada y a sacar a los jóvenes de las calles, amenazadas por la delincuencia y la droga
La macrooperación antidroga de la Policía Nacional en los Pajaritos de Sevilla suma ya 27 detenidos
Los Pajaritos sigue contando con un problema de convivencia muy serio. Para llegar al centro social de la Fundación Prodean de Sevilla primero hay que mirar al cielo y ver cómo un helicóptero sobrevuela el lugar para garantizar a pleno sol la seguridad de ... este barrio. Hace una semana hubo 200 policías en un macrodespliegue policial en el que se incautaron mil plantas de marihuana y se detuvieron a casi 30 personas. Aquí hay drogas, basura y no menos delincuencia. A pocos metros de la entrada, un miembro de la Policía Nacional examina desde lejos el mercadillo ilegal que está enfrente. Son apenas algunas señas de uno de los barrios más empobrecidos de la ciudad, que se mantienen en cierta medida por la estrecha colaboración de gente de bien que sólo aspira al desarrollo, con especial atención a mayores y niños, a los que dedican su tiempo numerosos voluntarios.
María García es una economista roteña que ha dedicado toda su vida a la formación, y ahora está al frente de este centro social ubicado en uno de los barrios más pobres de España como sigue siendo para lamento de muchos el de Los Pajaritos. Se pidió una excedencia en Attendis para encabezar la gerencia de este espacio que atiende a más de 90 personas mayores con serios problemas tanto de soledad no deseada como de inseguridad y 75 niños que en muchos de sus casos no saben ni leer ni escribir, porque sus padres no les han enseñado. Ni a enviar un correo electrónico. Una labor que completa gracias al esfuerzo desinteresado un equipo de unos 20 voluntarios que organizados se afanan en el progreso de cada persona de forma individualizada en un barrio que ya de por sí sigue estando muy castigado.
La influencia de la fundación se remonta a los años 90, pero no fue en torno al año 2015 cuando de forma presencial Prodean logró instalarse en Sevilla. Eligieron Los Pajaritos pese a todo lo que allí siguen teniendo que soportar a diario: «Nuestros usuarios no son solamente gente necesitada, que también; son por otro lado donantes, porque nos ayuda mucho ayudar», manifiesta. «Trabajamos en el voluntariado de la Azotea Azul del Virgen del Rocío y en el Centro de Refugiados de Sevilla», enumera la directora gerente, sabedora de que las condiciones en las que trabajan en esta zona sur del mapa no son las mejores. «Aquí hay policía montada a caballo, que yo la he visto en el Parque de María Luisa, ¿pero aquí?», se pregunta retóricamente. «Nuestros usuarios son personas normales, gente honrada, pero les da miedo salir a su portal, porque saben que abajo están traficando con drogas, o saben de pisos de familias que están ocupados», expresa.
La frase
«El Gran Poder vino a Los Pajaritos porque fue uno de los barrios que más sufrió en la pandemia. Tenemos un cuadro que recuerda la visita que le devolvimos»
María García de los Santos
Directora gerente de la Fundación Prodean de Sevilla
Reorientando a la juventud
Hay talleres de pintura, de memoria, y hasta de informática. También una suerte de colegio por las mañanas. Todo el mundo es bienvenido en la Fundación Prodean, donde uno de los focos se pone en las personas de edad avanzada, ya que muchas de ellas apenas tienen compañía y viven en pisos cárceles. «Muchos nos dicen que en el hospital les recomiendan una medicación y también que vengan aquí. Se busca paliar la soledad, la 'enfermedad' que tendremos, una de las lacras del presente siglo», abunda García. El ambiente es radicalmente distinto a la tarde, cuando llegan niños desde los seis años hasta la frontera de la mayoría de edad, etapa en la que las circunstancias cambian: «De hecho vienen en horarios distintos. Vienen, hacen los deberes, meriendan saludablemente y luego juegan. Los viernes fomentamos un ocio sano para que tengan ilusiones, perspectivas y que vean que todo lo que cuesta esfuerzo merece la pena», indica, alejándoles lo máximo posible de las calles, «donde la droga es dinero fácil y hay quien se conforma con recibir según qué subvenciones».
Es misión de esta organización la de valorar la dedicación de sus voluntarios, y apelar a los más jóvenes para que puedan mejorar su sentido del compromiso. Durante la entrevista sale de su turno Mercedes Jurado, una de las tantas adultas que sin ánimo de lucro entregan su tiempo a quienes más falta les hace. «A mí estar aquí me ha sacado de bastantes cosas en mi vida. Ellos me han dado más que yo a ellos», apunta. Aboga la directora por recuperar la motivación de los chicos que asisten al centro: «La cuestión es darles dignidad, que sean autónomos y tengan ilusión por tener una profesión. Tenemos muchos niños que vienen de Centroamérica. Todo esto es posible gracias a los microdonantes», insiste. «Tenemos empresas medianas que nos ayudan, y personas que piensan que hay una responsabilidad social en ayudar. Gracias a que son muchos 'pocos' podemos pagar el alquiler, la luz, los suministros. Pero nos gustaría tener más espacio y más horas de educadoras y trabajadoras sociales», demanda.
Pese a su juventud, Juan María Canca es quien coordina el taller de pintura de la Fundación Prodean. Es alumno del grado en Bellas Artes de la Universidad de Sevilla y destina desinteresadamente parte de su tiempo a las iniciativas promovidas por dicho ente. «Llegué de casualidad, empecé a darles nociones de móviles a los mayores, pero acercarles ahora la pintura es la mayor satisfacción que me llevo», redunda, entre pinceles y rotuladores. «Es importante que los jóvenes demos ese paso adelante que nuestros mayores necesitan», resume.
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