de la misa la media
Lo que va de Feria a San Vicente
La misa tuvo todos los avíos: procesión de entrada con cruz alzada con manguilla, ciriales, acólitos y la presencia de ocho novicios
Sevilla
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Iniciar sesiónMisa en el Convento dominico de Santo Tomás de la calle San Vicente
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Fecha: 25 de octubre
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Hora: 20.00 horas
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Preside: Fr. Óscar Jesús Fernández OP
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Asistencia: lleno, fieles de pie
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Exorno: flores blancas en el presbiterio
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Música: cantada a dos voces
La hermandad dominica de Montesión ha celebrado septenario a la Virgen del Rosario en el convento de la Orden de Predicadores. El ejemplo más claro de que la historia de las cofradías no admite punto final. Si en el posconcilio me dicen que se iba ... a permitir que una dolorosa presidiera el altar en unos cultos predicados por los hijos de Santo Domingo, hubiera apostado que era imposible. Pues no.
Los hermanos a los que honró Montesión por sus cincuenta años de pertenencia a la corporación de la calle Feria al final de la misa oficiada por el maestro de novicios, fray Óscar Jesús Fernández, no habrían visto tal cosa en su vida. Pero todos salen ganando: la orden estrecha lazos con la ciudad y la hermandad saca protagonismo con el traslado.
La misa tuvo todos los avíos: procesión de entrada con cruz alzada con manguilla, ciriales, acólitos y la presencia de ocho novicios. Entre tanta solemnidad chocaba el ambón sin revestir (en el lado de la epístola, por cierto) y la sede del celebrante justo delante del sagrario, lo que Benedicto XVI exhortaba a evitar en 'Sacramentum caritatis'. Hubo algún desajuste con la antífona del aleluya, puesto que se proclamó antes de que los músicos lo cantaran. Nada de importancia, pero los capillitas son muy puntillosos con estas cosas.
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Un servidor lo es con otras, como que en el momento de alzar ya se haya hecho la fracción del Cuerpo de Cristo, que el canto del 'agnus dei' (de hermosa factura como todo el repertorio) atropelle el rito de la paz o que un fondo musical arrope las palabras consagratorias de la institución de la eucaristía: innecesario a todas luces.
Antes, la homilía había tenido mucha altura como corresponde a un hijo de Santo Domingo. Fray Óscar Jesús empleó once minutos en hilvanar una bien trabada exposición sobre la gracia cooperante que tanta controversia suscita entre los hermanos separados cuando leen la epístola de Pablo a los romanos: «En el trabajo continuo de crecimiento en la gracia, a nosotros nos toca hacer algo, no quedarnos tan tranquilos en el sofá esperando que Dios se haga presente en nuestras vidas».
El oficiante había tomado el hilo conductor de la palabra de María en la boda de Caná: «Haced lo que él os diga» aunque usó de la frase atribuida a «un autor latino» (Eduardo Galeano, se supone) para remachar que «mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo» que metamorfoseó en «la construcción del Reino de Dios».
No hubo muchas (ni pocas) citas a la Virgen del Rosario de Montesión, que uno no sabe si es lo que esperaba la asamblea o la junta de gobierno o quien fuera. Principio quieren las cosas, que el título de «Regina» bordado en el frontal del palio chico del traslado de la imagen evocaba otro convento dominico hispalense de cuyo nombre no quiero acordarme.
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