Ayuso Guixot, del que el Santo Padre había avisado hace unos días de su delicado estado de salud, pertenecía a la congregación de los misioneros combonianos y fue enviado a Egipto y Sudán hasta el año 2002. Desde 1989 fue profesor de islamología primero en Jartum, luego en El Cairo y posteriormente ocupó el cargo de director del Pontificio Instituto de Estudios Árabes e Islámicos hasta 2012 y el 30 de junio de 2012 fue nombrado secretario para el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso.
El cardenal Ayuso nació a mediados del siglo XX en el sevillano barrio de Heliópolis y con los años, como fruto de su intensa actividad pastoral y de su dedicación constante a los retos que afrontaba la Iglesia en cada momento, logró atesorar una especial relevancia en el Vaticano. A pesar de pasar mucho tiempo fuera de su ciudad natal, siempre estuvo vinculado a Sevilla. Era, por ejemplo, hermano de la hermandad del Baratillo y, hace pocas fechas, regaló a la Virgen de la Piedad su cruz pectoral con ocasión de su coronación canónica el pasado 14 de septiembre.
Hace sólo unas horas, el Papa Francisco reveló que Ayuso Guixot, Prefecto del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso, «está muy enfermo» y «está al final de su vida», recordando que llevaba varios años luchando contra un delicado estado de salud. Lo hizo tras recibir en audiencia privada a una delegación internacional jainista en el Vaticano con motivo del encuentro coordinado por el Instituto de Jainismo de Londres sobre los temas de la diversidad y la inclusión. El Pontífice pidió oraciones por él.
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