Patrimonio
En las entrañas de la Catedral de Sevilla: los pasadizos islámicos donde se acumula el agua
El arquitecto Eduardo Martínez Moya considera los trabajos «de urgencia» por la necesidad de dar salida al agua que se acumula bajo el patio de los naranjos afectando a todo el conjunto patrimonial de la Seo
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La Catedral de Sevilla, pese a ser el monumento por antonomasia de la ciudad, aún guarda decenas de secretos insondables o, al menos, no tan a la vista del público general como la Giralda, las fachadas o los retablos, y también con importantes problemas ... conservativos que requieren una intervención.
Es el caso de la que ahora se va a realizar sobre la galería subterránea de la vieja mezquita almohade y su sistema de almacenamiento y flujo del agua. Una estructura de ingeniería de hace siglos que conectaba antaño el espacio que hay bajo el patio de los naranjos con el río, permitiendo el abastecimiento y la salida continua del agua de forma natural sin que se acumulara ni se desbordase, pero que posteriormente acabó bloqueada, generando una serie de problemas que aún arrastra el complejo arquitectónico y patrimonial de la Catedral.
Los flujos de agua en el entorno del patio de los naranjos han ido variando con las décadas y los siglos desde la construcción en época almohade de lo que hoy es la Seo, como señala Eduardo Martínez Moya, arquitecto encargado de estas obras de la Catedral. Su equipo, galardonado hace unos días con el premio Hispania Nostra por las obras de la Giralda, lleva años realizando estudios sobre la cuestión del agua asociados a otras investigaciones necesarias para otras intervenciones que han ido arrojando datos desde 2012. Sin embargo, el Cabildo sigue estudiando este asunto que continúa dando quebraderos de cabeza.
El flujo del agua, roto en el XVII
El problema del estancamiento y acumulación de agua en la galería construida para distribuir el flujo del agua bajo la Catedral viene del siglo XVII. Hasta entonces, la galería almohade se conectaba con el exterior del edificio a través de la actual avenida de la Constitución buscando el río, de forma que el flujo era continuo. Cuando en 1618 comenzó a levantarse la parroquia del Sagrario anexa a la Catedral, dicho circuito se mantuvo intacto pese a que el nuevo edificio se erigía en medio de la salida del agua hacia el Guadalquivir, ya que se tuvo esto en cuenta para no romper la galería subterránea. Las cimentaciones del Sagrario formaban un puente para que el túnel consiguiese salir del edificio y seguir hasta el cauce del río.
El problema llegó con la peste negra en 1649. La epidemia causó estragos en Sevilla, con unos 60.000 muertos −entre ellos Juan Martínez Montañés, el 'dios de la madera'−, lo que redujo la población de la capital hispalense prácticamente a la mitad. En ese contexto, para enterrar a tantas personas fallecidas que se iban acumulando, comenzaron a abrirse a lo largo y ancho de la ciudad diversos carneros para depositar los cadáveres. Uno de ellos se excavó bajo la parroquia del Sagrario, de tal forma que la zanja para la sepultura colectiva comenzó a actuar de barrera para que el agua continuase su flujo hacia el exterior.



De aquellos polvos, estos lodos. El flujo natural del agua que se daba en la construcción almohade, obstruido desde hace más de tres siglos y medio, está cada vez más coartado también debido al crecimiento y el desarrollo urbanístico de la ciudad. Las galerías subterráneas de la Catedral se anegan cada vez más cuando llueve en gran cantidad, algo que afecta a la integridad de los cimientos y de todo el patrimonio que se levanta sobre los mismos.
Hasta la fecha, en toda la Catedral de Sevilla se ha tenido que intervenir en cimentaciones tres veces desde 2012, en distintos edificios anexos al patio de los naranjos. Dos de ellas en áreas de la Biblioteca Colombina y una en el área de la parroquia del Sagrario, además de varias más que deberían realizarse en la misma zona, como apunta el arquitecto, a quien el Cabildo acaba de encargar otro trabajo de informes hídricos a largo plazo para conocer qué ocurre con los niveles de agua y cómo puede reconducirse y solventarse esta situación. Hay que tener en cuenta que a la galería subterránea van a parar los miles de metros cuadrados de agua que caen cuando llueve sobre el patio de los naranjos, pero también sobre todas las cubiertas de la Catedral.
Obras para 'desatascar' la galería
El Cabildo ya trabaja para dar salida al agua que se acumula bajo la Seo. En una intervención realizada por Jaime Navarro Casas hace unos años, en la que se descubrieron dos aljibes bajo el patio de los naranjos, se pusieron en valor las canalizaciones almohades, comprobándose que estaban cortadas. Posteriormente, en una segunda fase que coincidió con las obras de restauración de la parroquia del Sagrario se conectó el interior de la misma con la galería, por un lado, y con el exterior más allá de las gradas de la Catedral, por el otro. Sin embargo, estas labores se encontraron con la estructura del metrocentro y otras al otro lado de la avenida de la Constitución, que impedían canalizar los túneles hasta el río, como ocurría hace siglos.

Ante esta situación, la tercera fase de estas labores, que es la próxima en ejecutarse, sacará el agua mediante un sistema de bombeo y la conducirá a la red general de alcantarillado de Sevilla ante la imposibilidad de llegar al Guadalquivir. Las labores, por tanto, sacarán al exterior de la Catedral las canalizaciones del Sagrario a través de las gradas hasta la Punta del Diamante, y ahí la conectarán al alcantarillado público mediante el pozo existente en ese mismo lugar. Los trabajos, que no serán de gran envergadura, sí que están catalogados como «de urgencia» por Eduardo Martínez dada la gravedad del asunto y la necesidad de darle salida.
La mayor carga de las obras será de nivel arqueológico, como señala el arquitecto, para garantizar el respeto íntegro de todo el bien patrimonial de la Catedral. Aunque se excavarán varios pozos en las propias gradas, su presencia tras las obras solamente se podrá percibir por las arquetas y las propias tapas de los pozos, que serán cuatro en total, situados en la esquina noroeste de las gradas.

Las labores durarán unos cuatro o cinco meses y apenas tendrán afección en el cruce de la avenida con la calle Alemanes, cortando el tráfico a los taxis que por allí transitan sólo durante uno o dos días. El presupuesto total para las obras es de 103.470,69 euros, y para que den comienzo solamente falta el trámite administrativo de la concesión de la licencia de obra por parte del Ayuntamiento, de forma que se espera que la intervención pueda tener lugar después de Semana Santa.
Estos trabajos, si bien son muy necesarios y darán solución a la rotura del flujo del agua en la galería, no son definitivos, como advierte Martínez Moya. El problema del agua en las entrañas de la Catedral es un tema muy profundo, nunca mejor dicho, que va más allá de humedades en la parroquia del Sagrario. La solución global pasa por comprender la acreditada subida de los niveles del agua, que dejó inundaciones de relevancia con las últimas lluvias de hace pocos días. Esas aguas pueden estar produciendo asentamientos en los rellenos almohades, provocando rozamientos negativos en los cimientos y agravando los daños que está sufriendo el patrimonio. Sólo estudiando científicamente esta circunstancia podrá hallarse la clave que permita reconducir o drenar adecuadamente todas las aguas que llegan hasta los cimientos de la Catedral y ponen en jaque la integridad de la misma.
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