El entierro de los túneles de la SE-40: la tuneladora acabó en la chatarra y volaron 145 millones de euros
La resolución del contrato obligó a pagar a las constructoras el lucro cesante, además de lo ya invertido en la ejecución
El Gobierno dilapidó al enterrar los túneles más dinero de lo que lleva invertido, con sobrecoste incluido, en el Centenario
El alto cargo que enterró el túnel de la SE-40, en el centro de las mordidas
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Iniciar sesiónLa decisión del ex director general de Carreteras Javier Herrero de enterrar los túneles en 2020 tuvo otras dos consecuencias directas, más allá de la parálisis definitiva de las obras al priorizar la del puente del Centenario y del cobro de mordidas en ... el contrato de ésta última. La primera fue la indemnización que el Estado ha tenido que pagar a las constructoras a las que se les adjudicaron los trabajos, y que reclamaron que se le abonase el lucro cesante, que ascendía a 30 millones de euros, que se sumaba a los 80 ya invertidos durante su ejecución. Y, por otro lado, la tuneladora que costó 37 millones y que estuvo durante años abandonada acabó en la chatarra recuperando apenas 1,8 millones de euros.
Es decir, aquella decisión que se tomó en tiempos del ministro socialista José Blanco en 2012, y que ratificó su sucesora, la popular Ana Pastor apenas un mes después, sumada a la de Javier Herrero en 2020, le ha costado a las arcas públicas más de 145 millones de euros.
Según ha podido confirmar ABC, el Estado ya llegó a un acuerdo con las constructoras que reclamaban las indemnizaciones sin tener que llegar a juicio. El Ministerio de Fomento abonó lo estipulado por la ley: se tomó como referencia el criterio del sector público que aplica un 6% del valor de la adjudicación.
Lo invertido por el Estado en la obra fallida de los túneles más de una quinta parte de lo que estaba presupuestado, unos 505 millones de euros, un coste inferior al que ahora se valora para el puente de la SE-40, cuyo proyecto sigue en redacción. La excusa que puso el ex director de Carreteras fue que «la capa de margas situada en el subsuelo ofrecía un importante grado de impermeabilidad que luego en la práctica no se comportó de tal manera», a juzgar por la situación de los muros y recintos estanco que se construyeron al inicio de los trabajos y que estaban totalmente anegados.
Esto motivó, supuestamente, la decisión de descartar el proyecto aunque, por otro lado, el Ministerio acabó reconociendo que la opción del puente era más ventajosa porque era más barata que volver a sacar a licitación los túneles una vez resueltos los contratos de la obra que quedó inconclusa.
En cuanto a la tuneladora, después de estar abandonada once años en una nave de Coria, acabó en manos de una sociedad del empresario Miguel Gallego, especializada en el desmontaje de infraestructuras industriales por 1,8 millones. Estos materiales han servido para venderlos como chatarra coincidiendo con la espectacular subida de precios del metal, así como se ha deconstruido para servir para pequeñas excavaciones en otros lugares.
Paradójicamente, esos 145 millones que volaron de los túneles forman una cantidad superior del presupuesto actual de la ampliación del puente del Centenario, que asciende unos 128 millones de euros, que a la vez es un 50% más de lo inicialmente contemplado.
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