«Me enamoré de la Macarena al verla y decidí dejar Argentina y venir a Sevilla. Y de aquí al cielo»

-¿Hay más fe católica en Argentina que en España?

-En Argentina nuestro problema son las sectas evangélicas, que están arrasando por la situación tan grave que vive el país. Es también una religiosidad más fácil y la gente busca soluciones más rápidas a sus problemas en la vida. Con esas sectas todo se sana y se transforma de la noche a la mañana. También son muy defensores de la familia, están muy atentos a ti. Ellos salen a la búsqueda de fieles, van a tu casa, te visitan. Lo van a seguir haciendo siempre. Nos está quitando muchos fieles.

-En Argentina el fútbol es casi una religión. ¿Les quita fieles la Iglesia Maradoniana?

-Eso es una cosa de tres tontos de Rosario. Yo no soy muy futbolero pero si incluimos al jugador y a la persona yo me inclino por Messi frente a Maradona. Messi es una persona muy humilde, sigue yendo a Rosario y a visitar a sus amigos de siempre. Y es un modelo para los niños. Es así como la ves. Tiene una fundación y ayuda mucho pero no lo dice. Maradona era más napolitano en todos los sentidos.

-Cada vez hay menos vocaciones. ¿Está muriendo la fe en España?

-Escucho que se está muriendo la religión en España, que todo se está apagando, que no hay familias, que está muriendo la fe, que ha llegado el invierno. Y veo que Andalucía es el futuro de España y que será el futuro de la fe en España. La fe está en la calle en Andalucía, no hay más que ver la cantidad de nacimientos que hay, las procesiones de los fines de semana, los pasos de Semana Santa. Siempre hay un crucifijo en la calle.

-¿Qué opina de las hermandades?

-Son un regalo extraordinario y son las que han mantenido la fe en el sur de España. Son una bendición de Dios que en Argentina no existe.

-Usted es de la hermandad de San Isidoro.

-De la hermandad de San Isidoro y de la Macarena. Me enamoré de la Macarena al verla en su basílica. Me puse a llorar como un niño. Nunca había experimentado un amor tan pleno y tan inmenso hasta entonces hacia la Virgen y hacia Dios Padre. Sentí la llamada de la Virgen para empezar de nuevo en Sevilla después de tantos años como párroco en Argentina. Y de Sevilla quiero ir al cielo.

-¿Va mucho a ver a la Esperanza a su basílica?

-Sí. Reconozco que pierdo la cabeza con la Virgen y cada día la amo más. Soy macareno pero nunca he salido en la hermandad. Para hacerlo, elegí la hermandad de San Isidoro, que es muy seria, y estoy muy feliz. La seguí un Viernes Santo que me invitaron a confesar. Cuando vi salir las imágenes, que le cantaron una saeta en la primera esquina y la Virgen siguió adelante, me convencí de que quería salir en esa procesión. Todo es en silencio, no hay música, todo es muy austero. A mí me impresionó tanto que quise conocer la hermandad y me hice hermano. Ahora estamos tratando de crear una hermandad en Dos Hermanas con la labor impagable de la Agrupación de las Tres Caídas y nuestra Señora de la Paz. Se lo merecen y hacen un trabajo increíble. Me dicen que llevaban cinco años rezando para tener un párroco. A mí me dan ejemplo.

-¿Qué problema tiene con la burocracia?

-Este es un defecto generalizado en España, aunque en Argentina también existe. Es tal el agobio burocrático de papeles que hay aquí para todo. Le pongo un ejemplo: esta semana me llamó una mujer que venía de Estados Unidos y llegó a Dos Hermanas y que tiene dos hijas de 11 y 7 años que quieren tomar la primera comunión. Y no podía decirle que la catequesis empezó en septiembre ni hacerle esperar un año, que es lo que marca la burocracia. Decidí ponerle una catequesis.

-¿Hacen falta misioneros en Sevilla?

-A la gente hay que buscarla, no hay que esperarla en la parroquia. No entiendo que haya misioneros para África y no haya ninguno para Sevilla. Parece que en mi pueblo no puedo tener a unos jóvenes que vayan por las casas diciendo que la parroquia estará abierta. Yo moriré en el intento pero ese es mi objetivo. Ilusionar a la gente con la fe. Hay que construir. Y soy muy feliz haciéndolo.