Los tres viajes a Sevilla de Eduardo Strauch: «Seguro que la Giralda me inspira para pintar»
Tras dedicar toda su vida a la arquitectura, este superviviente del accidente de los Andes vuelve a Sevilla 60 años después de conocerla, en esta ocasión para participar en las jornadas de Sputnik
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Eduardo Strauch, en la terraza del hotel Inglaterra con la Giralda como telón de fondo
No es su primera vez en Sevilla. Eduardo Strauch (Montevideo, 1947) estuvo en la capital andaluza antes y después de aquel accidente aéreo que iba de Uruguay a Chile en el que murieron 29 personas. Ha llovido y mucho de aquellas imágenes tan simbólicas ... en las que 16 personas clamaban al cielo por un rescate que no sabían si llegaría. Eran los últimos de los Andes. Uno de ellos fue este uruguayo, por entonces un proyecto de arquitecto que ha cultivado la pintura por puro placer en todos los países a los que acude como conferenciante y escritor contando su propia historia ya sin temor por subirse a un avión, aunque parezca imposible. Él formaba parte de aquel equipo de rugby que viajaba a Santiago de Chile y no llegó. Pero él sí que lo puede contar en una entrevista con ABC dividida en tres capítulos.
- Vi que estuvo el año pasado en las charlas de Sputnik, con los que repite este año. ¿Recuerda la primera vez que vino a Sevilla?
- Tendría 21 años, fue tres años antes del accidente. Y vine con un amigo y con Gastón, una de las cinco personas que fallecieron al ser despedido del avión en el impacto.
- ¿Cuánto ha cambiado respecto a aquel joven?
- He aprendido mucho de la experiencia de los Andes, sin duda. He ido regando todo lo que aprendí, todo lo que maduré. Hay momentos que recuerdo que no se me borrarán nunca. También con mis primos Daniel Fernández y Adolfo Strauch.
Eduardo Strauch, tras ser rescatado y acudiendo al hospital de San Fernando, en compañía de su primo Daniel Fernández Strauch
- ¿Cuándo comenzó a inmortalizar esas estampas sobre un lienzo?
- Siempre tuve la necesidad de pintar. Pero me di cuenta de que no me animaba, no me salía nada. Y me llevé un par de años pintando en el taller y hasta hoy, que sigo pintando. Me influye la experiencia en la montaña, la arquitectura y la cultura. Me encargan muchos cuadros.
- ¿Cómo definiría su pintura?
- Ni soy figurativo, ni abstracto. Es una cosa especial y me cuesta definirme.
- ¿Qué pintaría en Sevilla?
- Me gusta llevarme a los viajes la pintura, porque con ella me llevo momentos emocionantes. Saco siempre fotos para acordarme del momento. Ayer fue un día magnífico. Estuve en la Catedral, que tiene una belleza impresionante. Me fascinó saber los años que lleva construida. Y luego fui al Alcázar. Me quedé totalmente impactado.
- ¿Y la Giralda?
- Qué maravilla, ¿eh? Tan conocida, famosa en todo el mundo. Le saqué fotos. Yo nunca pintaría una cosa figurativa de la Giralda, pero seguro que me inspira para pintar en el futuro.
- ¿Cómo logra darle naturalidad a un horror que duró dos meses y medio?
- No lo pienso. Me sale y me meto en el personaje. Todo el horror lo he metido en algo muy positivo. Siento una responsabilidad muy grande. Una de las cosas que digo a los jóvenes que a veces nos sentimos inmortales. Hay jóvenes que conocieron la historia a través de la película de Bayona, que se vio por todos lados. Hay que hacerles ver que el tiempo se acaba en cualquier momento. Que disfruten y aprovechen, que no pasen los días sin hacer nada.
- ¿Qué ruta tiene ahora fijada para sus próximas ponencias?
- De Sevilla voy para Almería, y de Almería, a Palma. Después a Madrid y Barcelona. Volveré a ver amigos que voy haciendo todos estos años. Se generaron vínculos muy fuertes con gente que sólo he visto una vez.
- Se nota que ha desarrollado un alto nivel de empatía.
- Recuerdo tener momentos en los Andes en los que yo hacía lo que llamo meditación espontánea. Después analicé el tema con un sacerdote jesuita, que le fascinó la historia. Y me hizo ver cosas sobre la conciencia. Es como si mi mente quedase suspendida en otro lado. Me preguntó qué característica tenía y le dije que la empatía.
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