Eduardo Strauch y la supervivencia en el accidente de los Andes: «Nadie sabía quién podía servir de alimento a otros»
Entrevista
El uruguayo fue uno de los 16 que lograron sobrevivir en aquella cordillera en la que tuvieron que decidir sobre cómo actuar ante la muerte de sus propios amigos para aguantar un día más
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Sevilla
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Iniciar sesiónHabla con naturalidad y en un tono puramente conciliador de un episodio devastador que le cambió la vida para siempre. Eduardo Strauch (Montevideo, 1947) es mucho más que uno de los 16 supervivientes que lograron salir con vida de la cordillera de los Andes ... a mediados de los setenta. Tenía 25 años cuando sucedió el desastre y junto a su primos Fito y Daniel, Eduardo vio perder la vida a 29 personas, algunas de ellas en el momento del accidente y otras, en las condiciones extremas a las que tuvo que hacer frente en compañía de amigos y pasajeros, entre ellos el equipo de rugby al que pertenecía. En esta amplia entrevista con ABC de Sevilla, este uruguayo revela cuáles fueron sus peores pesadillas y cuáles las mejores decisiones a las que se vio obligado a tomar a un grupo, cada noche más reducido, que sólo pretendía seguir respirando un día más.
- ¿Qué trata de transmitir en sus ponencias como la del programa de Sputnik, donde ya fue invitado el año pasado?
- Primero, la capacidad de resiliencia que tenemos y no sabemos. La mental, también la de adaptación y creatividad. Lo que tenemos aquí (se señala la cabeza) está infrautilizado totalmente. Y siempre digo que nos tiran al mundo sin manual de uso. Nosotros fuimos aprendiendo y construyendo ese manual. Y lo seguí haciendo. Usamos un 70 por ciento de todo el potencial que tenemos.
- Dijo que una vez pasaron los días y se acabó la comida, era momento de decidir si vivir o morir. Y se miraron entre ustedes.
- Exacto. A veces el ser humano llega a adaptarse y desarrolla una capacidad animal. ¿Si nos quedaron traumas y si los superé? Nunca tuve trauma por eso ni cargos de conciencia. Tomé la decisión y estaba convencido de que era la mejor.
- ¿Facilitó mucho las cosas que lo hablaran todos antes?
- Nos ofrecimos unos a otros. Muchos chicos habían muerto y ya no podían tomar una decisión. Los que estamos vivos sí lo hicimos. Nos ofrecimos nosotros, porque nadie sabía qué iba a hacer o quién podía hacer de alimento a otros. Jamás tuve ninguna pesadilla y hasta el día de hoy. Hubo uno o dos a los que les costó mucho, pero después de un par de días también comieron.
La cita
«Hubo uno o dos a los que les costó mucho, pero después de un par de días también comieron»
Eduardo Strauch
Superviviente del accidente de los Andes en 1972
- Resultó clave para seguir aguantando hasta que les salvaron.
- Claro, ya nos quedamos sin provisiones. Y pensé en que si no conseguíamos más alimento, no podríamos salir de allí.
- ¿Qué señal le hace pensar el día 72 que el drama está a punto de acabar?
- Mi primo Daniel, que murió hace un mes y medio, salió a escuchar noticias de la radio a ver si encontraban algo de Canessa y Parrado (que iniciaron una travesía diez días antes). Era un 22 de diciembre, ya cerca de Navidad, y teníamos decidido que nos tiraríamos por el precipicio y probablemente fuéramos a morir. Era el plan B. Había un día esplendoroso, no había viento. Y salimos Daniel y yo y escuchamos los nombres de Canessa y Parrado en la radio. Había muchas interferencias en el programa y no sabíamos si era porque los daban por muertos, o si seguían contando nombres de la lista. Daniel continuó moviendo el dial hasta que sonó el Ave María de Bach y Gounod.
- Eso es increíble.
- Ahí me dije: llegaron. Mi primo Daniel, que era más escéptico y tenía menos conexión con la música, dijo no, para, no sé lo que están haciendo. Se apreciaba perfectamente el Ave María a 4.000 metros de altura. Era un aviso del cosmos.
- ¿Es usted religioso?
- Fui católico hasta los 20 ó 21 años. Dejé de serlo antes del accidente, no por él. No me sirvió, más igual.
- En lo que sí cree es en el poder de la naturaleza. En su belleza y en su crudeza.
- Me sentí muy conectado con ella como parte de todo. Y bueno, es un poco como mi religión. El espíritu se ha expandido y lo he ido cultivando con muchas cosas. Otra de las cosas que trato de transmitir es la importancia del amor, porque el amor nos salvó. Hoy ni nosotros tomamos conciencia de la magnitud de lo que vivimos 53 años después.
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