EL PASEANTE
El edificio que le da la espalda a la ciudad
Descubrir la ciudad con la mirada del paseante, entre escandalizado y admirado. Buen motivo para indagar en la historia, la arquitectura, el arte, el paisaje urbano y las biografías
Sevilla
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónLa diferencia entre la buena y la mala arquitectura es la capacidad de dar respuesta a los desafíos que se presentan a la hora de configurar la ciudad. Unas veces, el arquitecto busca integrar su edificio en el ambiente que encuentra con tanta honestidad ... como humildad. En otras ocasiones, la respuesta creativa ignora determinados condicionantes para construir paisaje en sí mismo. No hay recetas infalibles ni una única respuesta, sino que éstas dependen del gusto de la época, el programa de usos del encargo, el aprovechamiento económico y las regulaciones oficiales.
Lo que nunca se había visto es un edificio que ignorara al entorno sin ni siquiera desafiarlo, girado sobre sí mismo noventa grados para dar la espalda al que un día fue el paseo aristocrático de Sevilla por excelencia, la avenida de la Palmera. El paseante se topa con una de estas construcciones en mitad del paseo, justo en frente de la parroquia del Corpus Christi, con su cúpula sobre pilares.
El aprovechamiento urbanístico de las parcelas, consecuencia de una modificación del PGOU que se ha vuelto en contra de Sevilla, ha llevado a esta aberración estética: un inmueble –en el número 38– que trata al paseo de la Palmera, el eje vertebral de la ciudad de Norte a Sur desde poco antes de la Exposición Iberoamericana como un lugar desagradable al que ofrecer una simple pared blanca a juego con un revestimiento cerámico sin más.
Incluso otras residencias de estudiantes con arquitectura más que discutible en cuanto a su calidad y a la estética que ofrecen, han mantenido la alineación aunque sin el retranqueo que imponía, hasta ahora, la ordenación de la Palmera. Cada metro cuadrado de repercusión es ganancia para el promotor, así que nadie está dispuesto a dejarse miles de euros plantando arbolitos donde pueden plantarse habitaciones de estudiantes.
Pero el caso del número 38 es paradigmático. Por el desprecio que supone a la vía principal a la que no ofrece más que una fachada lateral sin mayor rango. Como esos enormes bloques del Polígono de San Pablo que hubo que decorar con grafitis para mejorar su estética. Parecía que habíamos superado el urbanismo de polígonos residenciales de los 60, pero se ve que no.
Alguien puede objetar que hay otros dos edificios de la Palmera que no mantienen fachada al paseo. Pero esa afirmación es verdad, sólo a medias. Veamos.
El primer caso es el de la ampliación del hospital Fátima, un paralelepípedo clásico construido justo detrás del edificio histórico de la clínica que le da nombre. Es verdad… a medias. No solo porque tenga una puerta de Urgencias de acceso a la sala de espera acristalada en su planta baja que da a la Palmera, sino porque la alineación del nuevo bloque tomó como referencia la de la clínica, que se abre a la glorieta de México y no la avenida de la Palmera.
El otro caso es todavía más interesante. Se trata del edificio del seminario diocesano y las aulas de la Facultad de Teología San Isidoro, en la esquina de la Palmera con la calle Cardenal Bueno Monreal. Es obra de José Antonio Carbajal Navarro, premio Andalucía de Arquitectura del año pasado. El propio edificio del seminario recibió una mención especial en el Premio de Arquitectura Española de 1999.
Aunque no hubiera cosechado galardón alguno, cualquiera puede percibir el tacto, la sutileza con que el maestro Carbajal aproxima su edificio a la Palmera. Junto a la residencia de la familia Bidón y consulado honorario de Filipinas, aparenta ser un pequeño chalecito de dos plantas con un balcón corrido revestido de aplacado de mármol. Nada que pueda desentonar en el paisaje del paseo.
Cuando se accede al complejo (la entrada está en el número 43 de la avenida del Cardenal Bueno Monreal), se descubre que los tres altos pabellones de residencia de los seminaristas no guardan alineación con la Palmera sino con los bloques de las calles Tarfia y Lorenzo Sepúlveda adyacentes. El buen oficio del arquitecto escamotea unas vistas que hubieran rechinado en la Palmera para colocar los edificios más altos al otro extremo de la parcela y reducir así el impacto visual.
El edificio del seminario es el ejemplo contrario: una inteligente solución airosa
En el caso del número 38 de la Palmera, no hay nada de eso. Mandan los números y el programa de necesidades se ha resuelto de la manera más directa sin tener en cuenta el paisaje urbano ni la imagen de la ciudad. Así nos pagan a los sevillanos el aprovechamiento urbanístico que los redactores del PGOU les regalaron a los promotores. Enhorabuena por el dinero ganado, lástima de ciudad que se nos va quedando.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete