Más de dos siglos inventando orillas en Sevilla para huir del calor
Lo más parecido que tuvo Sevilla a una playa fue la de María Trifulca en el entorno del puente del Centenario
Un grupo inversor promueve una playa con hotel y comercios en el Aljarafe
E. B.
Sevilla
Sevilla ha inventado diversas playas a lo largo de su historia. Rojas-Marcos planteó una piscina fluvial en San Jerónimo, idea que se quedó sólo en declaración de intenciones, como ocurrió luego con las piscinas fluviales junto al puente del Alamillo que propuso ... el alcalde popular Juan Ignacio Zoido.
La historia de la «costa hispalense» viene de lejos, desde los propios baños en el río para aplacar el calor sin más, de manera natural hasta iniciativas más recientes vinculadas a la gestión o las promesas políticas que, en su mayor parte, no llegaron a cuajar.
Las reseñas más ancestrales a las que se hace referencia en escritos históricos es la de los baños en la zona de los Humeros y de la Barqueta en el siglo XIX, incluso desde mediados del mismo. Aquella parte de la ribera normalmente se veía afectada por las crecidas pero también, gracias al gran margen de terreno libre que suponía ese meandro embarrado, el baño en esta zona era relativamente sencillo, a pesar de que se ceñía más a una necesidad por las altas temperaturas que a una costumbre ociosa. Los Humeros había sido, además, un emplazamiento históricamente vinculado a la actividad humana y la marinería, como muestran los nombres de sus calles (Redes, Dársena, Bajeles….). Ya desde el siglo XIX, la juventud, básicamente, usaba este terreno a modo de playa. Una vez llegado el ferrocarril, eso sí, para bañarse en ese sector del Guadalquivir —incluso en la zona de Chapina— los chavales debían saltar la tapia de la calle Torneo.
En Triana también usaban el río para refrescarse en el siglo XIX e incluso algo antes, usando para ello algunas 'escalerillas' de la calle Betis, o bien se acercaban también a Chapina, donde se empezaron a colocar vallas en lugar de los habituales cajones que separaban el agua de tierra firme. Las desgracias eran bastante frecuentes en todo lo relacionado con los baños en ese espacio, especialmente en los niños, llegando hasta a destinarse a esos puntos por parte de las autoridades un par de buzos para rescatar a quienes pudieran quedar atrapados en algún remolino.
La ciudad ha asistido a intentos fallidos de crear playas fluviales en zonas como San Jerónimo o el Alamillo
En esa dirección, lo más parecido que jamás ha tenido Sevilla a una playa es la de María Trifulca, en las inmediaciones del actual puente del Centenario. Por la margen izquierda, donde se situaba su orilla más familiar, esta zona de ocio ribereña estaba cercana al barrio de Heliópolis y al antiguo desvío del río Guadaíra y, por la margen derecha, al Cortijo del Batán y a unos metros antes de las instalaciones de Astilleros, siendo esta orilla para un ambiente más diverso y hasta algo 'inmoral' para las costumbres de la época. De hecho, en buena medida María Trifulca se terminó convirtiendo en símbolo del escándalo y del lugar 'prohibido' para muchos, además de llegar a adquirir un tinte trágico por la cantidad de ahogamientos de niños que allí se producía cada fin de semana.
El origen de este área recreativa es la ejecución del Canal del Rey Alfonso XII o popularmente la Corta de Tablada. Gozó de su mayor esplendor entre los años 20 y los 50. Su nombre, al parecer, se debía a la mujer, María, que regentaba un ventorrillo en la zona y del que no se conocía el apellido pero que no era, precisamente, un ejemplo de diálogo.
La gran explosión en un polvorín del Regimiento de Artillería en el Batán en 1941, que causó numerosos heridos y una enorme alarma, supuso el inicio de la decadencia de este lugar como referencia para bañistas, y el final de las playas urbanas de Sevilla.
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