CARTAS AL DIRECTOR ABC SEVILLA PARA EL 19 DE MAYO
Ochenta años después
Los lectores comentan estos días el aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial y la plaga de la reventa en los conciertos de las estrellas de la música
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Se cumplen 80 años del fin de la Segunda Guerra Mundial en Europa. Aquel 8 de mayo de 1945 no solo cerró una tragedia humana sin precedentes, sino que marcó el inicio de un esfuerzo histórico por levantar un continente sobre ruinas físicas y morales. De ese impulso nacieron instituciones y valores que dieron forma a una Europa unida, democrática y en paz.
Hoy, ocho décadas después, los frutos de aquella reconstrucción siguen presentes: cooperación política, prosperidad compartida y una generación que ha crecido sin guerra. Pero también resurgen sombras que creíamos superadas: discursos de odio, nacionalismos excluyentes, y conflictos armados en nuestras fronteras.
La guerra en Ucrania, la polarización política, el aumento de la desinformación y la fatiga democrática nos recuerdan que la paz no está garantizada. La historia no se repite, pero advierte. Europa no está en ruinas, pero sí ante una encrucijada.
Conmemorar el final de la guerra no debe limitarse a actos simbólicos. Es momento de preguntarnos si estamos cuidando lo que tanto costó conquistar. Si aprendimos, de verdad, que la paz es frágil y la democracia, exigente.
Recordar 1945 no es solo mirar atrás, sino entender que el mayor homenaje a quienes vivieron y murieron en aquella guerra es no permitir que sus causas vuelvan a germinar.
Pedro Marín. Zaragoza
Precios abusivos
La reciente polémica por la venta de entradas para los conciertos de Bad Bunny en España ha dejado al descubierto un problema que va mucho más allá del fanatismo por un artista: la falta de ética en el negocio del entretenimiento. El uso de precios dinámicos, sumado a comisiones abusivas y la nula transparencia en los costes, ha convertido la ilusión de ver a tu ídolo en una experiencia frustrante y elitista. Es inaceptable que una entrada anunciada a 79,50 euros termine costando más de 250, gracias a 'gastos de gestión' opacos y recargos VIP arbitrarios. Además, la reventa descontrolada y las estafas en plataformas fraudulentas son la consecuencia directa de un sistema que prioriza la rentabilidad por encima del respeto al público.
No se trata sólo del caso del artista puertorriqueño, es una dinámica extendida en casi todos los grandes conciertos, avalada por gigantes como Ticketmaster. Está claro que urge una regulación clara y firme que garantice precios justos y visibles desde el primer clic. La cultura no puede seguir siendo un lujo para unos pocos.
Carlos Manteca. Madrid
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