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Carolina Yuste: «El chonismo nace en los barrios de Sevilla»

La actriz extremeña presenta 'ToDa Mi VioLeNciA eS tUyA ^^' (Barret), un debut literario que revindica la cultura popular de barrio y desafía los prejuicios de clase

Carolina Yuste: «El elitismo cultural es una cosa insoportable»

Carolina Yuste, en la feria de Badajoz Samuel González Sarmiento
Nerea Fernández Torralvo

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Cualquiera que haya vivido en España durante la década de los 2000 recuerda la estética choni: cejas depiladas en hilo, mechas rubias oxigenadas, pantalones de tiro bajo, pendientes de aro y camisetas de leopardo. Series como 'Aída' o realities como 'Gran Hermano', 'Mujeres y hombres y viceversa' o 'Gandía Shore', hicieron del chonismo una categoría visible, aunque casi siempre tratada desde el estigma o la caricatura.

En este sentido, lugares del sur como Sevilla, donde la diversidad poblacional es más amplia y las desigualdades económicas y culturales se hacen más palpables, ocupan un lugar clave dentro de esta narrativa: algunas voces sitúan el origen del 'chonismo' en sus barrios periféricos a comienzos de los años 2000, un caldo de cultivo donde se cruzaban la marginalidad, la identidad juvenil y la afirmación de pertenencia.

Y es esta profundidad que esconde la estética choni, la que Carolina Yuste ha querido explorar en su primer libro, 'ToDa Mi VioLeNciA eS tUyA ^^' (editorial Barret). La actriz, ganadora de un Goya y conocida por su compromiso social, firma un libro ambientado en su ciudad natal, el Badajoz de los 2000, que ella misma define como una «novela filosófica choni». Una contradicción en los términos, a primera vista, que se convierte en la declaración de intenciones de una obra que busca dignificar (sin romantizar) una forma de estar en el mundo muchas veces despreciada.

«El chonismo nace en los barrios de Sevilla»

En una reciente entrevista con ABC, Yuste no esquiva el término «choni». Al contrario, lo enfrenta con sinceridad hablando de sus orígenes y de la vida en la calle nada más y nada menos que desde la Feria de Badajoz. «Creo que se está perdiendo lo colectivo. En nuestra generación había algo más de eso de salir a la calle a buscar a tus amigas, de vivir más en la calle, en las plazas, los parques, las ferias... y mi sensación es que eso se está perdiendo un poco.«

Y aprovechando la Feria y el desprecio histórico por el acento andaluz al que también defiende en la entrevista, la actriz hace hincapié en la importancia de Sevilla para esta identidad 'choni': «Bueno, a ver, históricamente se supone que el chonismo nace en los barrios de Sevilla a inicios de los 2000 y luego eso se extiende... Pero para mí tiene que ver con lo callejero, claro está», explica.

La estética choni, con sus códigos tan reconocibles, nació como una respuesta espontánea y a menudo inconsciente a los márgenes de la sociedad de consumo. No se trata únicamente de un estilo superficial, sino de una forma de expresión profundamente conectada con el territorio y las desigualdades sociales.

A pesar de que con el paso de los años ha evolucionado y se ha convertido en una estética deseada por muchos popularmente, la palabra sigue estando ligada al desprecio y a lo 'vulgar'.

¿Por qué seguimos ridiculizando la palabra choni?

El término —como ya han señalado voces críticas desde hace años— no solo describe una estética, sino que lleva consigo una carga clasista. «Choni» viene del inglés 'chav', usado en Reino Unido para referirse de forma despectiva a los jóvenes de clase baja, y su uso en España ha seguido el mismo camino: burlarse de la ropa, del acento, de la forma de hablar o de bailar de quienes no siguen los códigos de la clase media ilustrada.

Por eso, decir «choni» no siempre es inocente y Yuste lo sabe. «No puedo abanderarme de representar al chonismo, porque existen muchos otros universos y personas que lo harían mejor que yo. Pero creo que indudablemente tiene que ver con una estética, con lo callejero y con lo que no está tan asociado a las élites culturales o a las clases más altas. Claramente tiene que ver con algo más popular».

Con su libro, la actriz pretende recoger esa crítica y transformarla en literatura. En su novela, el «chonismo» no es una pose ni una burla, sino una forma de estar en el mundo, con sus códigos propios, sus problemas, sus resistencias y su belleza imperfecta. Una estética, sí, pero también una ética.

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