La 'cara B' de la Alameda de Hércules de Sevilla: de la modernidad a la degradación

El por entonces gobierno municipal de socialistas y comunistas se saltó los dictámenes de Patrimonio -que pedían mantener el albero- y las opiniones vecinales que estaban en contra del pavimento y de la falta de fuentes, entre otras cuestiones. Entonces ya se advertía lo que finalmente ha ocurrido. Cualquiera que pasee por la Alameda observará que a lo largo de toda la plaza y las calles adyacentes el suelo tiene una coloración diferente, provocado por el ennegrecimiento imparable del pavimento, parcheado con los de nueva instalación, ya que es inasumible renovar todos al mismo tiempo. La unión con los alcorques está destrozada, faltan árboles y los bancos, diseñados por la misma empresa, están vandalizados.

Todos los quioscos están cerrados, con las puertas reventadas y sin ni siquiera contadores, que han sido expoliados. Sus paredes están llenas de carteles y grafitis. Apenas funciona el de Los Leones. Los pivotes que separan el carril de tráfico están repletos de golpes y rotos.

La Gerencia de Urbanismo destina una media de 40.000 euros anualmente a reponer adoquines en mal estado y arreglar el mobiliario deteriorado. En total, más de 300.000 euros en una década. Este verano se está afrontando la reparación del carril de circulación y algunas zonas como la calle Santa Ana gracias al contrato que el Ayuntamiento tiene firmado con Sando para el Casco Antiguo.

Esta empresa tiene el molde de los adoquines que se hicieron en exclusiva para la plaza, lo cual supuso durante los primeros años un sobrecoste enorme por la patente que tenía la empresa, y eso ha abaratado algo el mantenimiento. Sin embargo, del reservorio que había de 6.000 metros cuadrados para readoquinar la Alameda, ya no queda nada. Hubo que ampliar otro millar porque en todo este tiempo se ha renovado el 20% del bulevar. Y a los pocos años vuelve a estar deteriorados.

ABC informó en octubre de 2008, dos meses antes de la inauguración, que el estudio de arquitectura diseñó en exclusiva un modelo de adoquín denominado 'Alameda', marmolillos y los bancos, y que este aspecto pudo incidir en el precio final del proyecto, ya que al tratarse de un modelo exclusivo se comercializó a través de un único proveedor que tiene como colaborador al estudio de Torres. Estos elementos -hoy descatalogados- fueron distribuidos por la empresa Escofet.

Contaba entonces este periódico que, incluso antes de la inauguración, las zonas accesibles al tráfico ya habían mudado el color por la suciedad. Hoy, todo se ha deteriorado aún más y ni siquiera el reloj da la hora, metáfora de una Alameda que pide volver a su estética de hace 200 años.