El Camarlengo Kevin Farrel estuvo en Sevilla hace cinco meses
El cardenal irlandés está encargado de la Santa Sede hasta la elección de un nuevo Papa
Intervino en el congreso de Hermandades y Piedad Popular de diciembre con una ponencia sobre la vida interna de los cofrades
Habla un más que fluido español porque estudió en Salamanca y ejerció el ministerio pastoral en México

De repente, todos los focos se han vuelto hacia él. Fue el encargado de dar al mundo la noticia del fallecimiento del Papa Francisco pasadas las nueve de la mañana del lunes 21 de abril y luego se ha encargado de destruir el sello ... papal y clausurar los apartamentos privados y despachos donde trabaja el Pontífice para que nadie pueda entrar ni nada desaparezca, entre otros cometidos.
Viene a ser un interino del Papado, con recortadas funciones de gobierno pero que tiene que organizar las exequias, el funeral, el entierro y el cónclave hasta que, con la elección del sucesor, decaigan sus funciones. El camarlengo tiene capacidad de decisión en asuntos de organización, asistido por un consejo de tres cardenales que van turnándose cada tres días.
Kevin Joseph Farrell entrará al cónclave, porque tiene 77 años cuando la edad tope está fijada en 80, pero ahí no tendrá ningún cometido principal, que queda en manos del decano y el subdecano del colegio cardenalicio (inelegibles por edad) y de Pietro Parolin, el secretario de Estado vaticano y en la práctica, número dos del pontífice.
Farrell estuvo en Sevilla hace cinco meses. Suya fue la primera ponencia en el congreso de Hermandades y Piedad Popular celebrado en la Catedral. El martes 5 de diciembre, el cardenal irlandés se dirigió a los congresistas para radiografiar la vida interna de las hermandades. Y lo hizo con una precisión y una exactitud que sorprendió a los presentes: sin duda, conoce por dentro las miserias de las cofradías.
El delegado diocesano de Hermandades y Cofradías, Marcelino Manzano, llegó a bromear con que pareciera que el cardenal prefecto del poderoso dicasterio para los Laicos, Familia y Vida hubiera nacido en la calle Feria. Pero no, nació en Dublín el 2 de septiembre de 1947, aunque habla un perfecto español que aprendió en los años de estudios en la Universidad Pontificia de Salamanca.
Su conferencia se detuvo en cada una de las palabras del título de su ponencia: 'Las hermandades: casa y escuela de vida cristiana, comunión y sinodalidad'. Fue desgranando cada uno de estos conceptos con repetidos toques de humor, si cabe, que hacían las delicias de los congresistas. Se le entendía todo, vamos: «No es aceptable que se guarde rencor, se hable mal, se rompan relaciones y no se vuelvan a hablar y se desaten guerras internas; es abiertamente contrario a lo que Jesús enseñó».
Dijo que la hermandad está llamada «a ser espacio vital donde cada uno pueda sentirse como en casa, acogido y aceptado en su individualidad, y apoyado». Defendió el vigor que muestran las cofradías a lo largo de siglos de historia, lo que apoyó con una expresión contundente: las hermandades no son «novicios» en la historia de la Iglesia.
La enumeración de los males de la hermandad por dentro no dejó a nadie indiferente: «La frialdad en las relaciones, cuando entra en juego el anonimato y en vez de cofrades siguen siendo desconocidos; las relaciones se vuelven burocráticas, carentes de sensibilidad, cuando nos juntamos para cumplir ciertas leyes pero no se abre el corazón a los demás; o cuando se limitan las relaciones a los papeles que cada uno en la hermandad o en las jerarquías que se creen, de modo que las personas se esconden detrás del papel y empiezan a prevalecer las lógicas del poder, la búsqueda de prestigio social y afirmación del propio ego».
Invitó a convertir las hermandades en lugar del «primer encuentro con el Señor y la fe» construyendo «caminos graduales de iniciación cristiana». En otro momento de su intervención alertó contra la pereza mental de dar por supuesta una creencia viva en los cofrades. También alertó contra el «independentismo [probablemente le jugó una mala pasada la traducción de su lengua materna] y el individualismo» en las cofradías.
Ordenado en los Legionarios de Cristo en 1978, ejerció su ministerio pastoral como capellán de la Universidad del movimiento Regnum Christi en la Universidad de Monterrey, en México. De ahí pasó en 1983 a la parroquia de San Bartolomé, en Bethesda, una ciudad dormitorio de Washington DC. Se incardinó en la diócesis de la capital estadounidense, de donde fue obispo auxiliar a partir de 2002.
Farrell no entra en las primeras quinielas del cónclave, pero reúne varias condiciones que no son desdeñables: es europeo, de un país de antigua tradición católica como Irlanda, pero ha pasado mucho tiempo en Estados Unidos además de dominar el español y ejercido en el dicasterio clave del Laicado, Familia y Vida.
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