«Belmonte le dijo a Villalón que sus toros tartésicos acabarían toreando a los toreros»
el rincón de... eduardo pastor rodríguez
Almuzara acaba de relanzarle una biografía novelada sobre Fernando Villalón, con el deseo de que hagan las paces el escritor y Sevilla, de la que se fue con lo puesto y con el estigma de maldito
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Sevilla
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Iniciar sesión–Empecemos por el final. ¿Qué guerra mantenían Villalón y Sevilla como para que usted proponga que es hora de hacer las paces? ... –Villalón salió pitando de Sevilla porque los acreedores y gente de su círculo social nunca aceptaron su especial forma de ser.
–Se fue a Madrid acompañado de su pareja, Concha Ramos, que no era una aristócrata precisamente.
–Era la vecina del cochero de Fernando Villalón que vivía en un corral de vecinos de Menéndez y Pelayo. Era una señora guapísima que el pintor valenciano Vicente Barreira la reflejó en el cartel de las fiestas de la Primavera del 18 o 19.
–Creo que fue muy enamoradizo…
–Mucho. Decía que le gustaban las mujeres que se quitaban las medias a patá…
–¿Villalón está enterrado en una fosa común?
–Así es. Sevilla hizo oídos sordos, miró para otro lado, cuando el Ayuntamiento de Madrid informó de que concluía el alquiler de su nicho en la Almudena. Hoy está en un osario común.
–Hasta su muerte le persiguió el bajío del malditismo. Imagino que no fue un hombre que tragara con todo.
–No tragó nunca con nada. Fue un espíritu libre, en el más amplio sentido de la palabra. Fue tan libre que, perteneciendo a la alta sociedad sevillana, la soslayó en su obra y les escribió a los gañanes, a los bandoleros, a los toreros, a los garrochistas, llenando su obra de claves ocultistas y espiritistas.
–Su primo Manuel Halcón hizo esfuerzos loables por acercarlo a los círculos literarios. ¿Por qué no cuajó en la Generación del 27?
–Llegó tarde, por edad, al mundo de los escritores jóvenes de entonces, tanto a los de Mediodía como a la Generación del 27. En realidad, nunca se lo tomaron en serio, lo veían como el trasunto de un rico caprichoso y excéntrico, iluminado y estrellero.
–Paradójicamente si trabó cercanía y cierta complicidad con Luis Cernuda, que no era un derroche empático.
–Es una de las grandes curiosidades de Villalón. De todos los poetas de Sevilla de la época es con el exquisito Luis Cernuda con el que más cercanía alcanza, tanto que Villalón se va a Huelva y se acuerda de él para que colaborara en la revista 'Papel de Aleluya'.
–Villalón se ahogó en deudas y quiebras económicas por culpa de su mala testa para los negocios.
–Se embarcaba en negocios «poéticos» como le decía Rafael Alberti en la 'Arboleda perdida'. Una serie de negocios que solo cabían en sus caprichos y su cabeza. En realidad, a Villalón, el dinero nunca le importó lo más mínimo.
–No es muy razonable invertir en un negocio de recogidas de carbonilla para mejorar el carbón de las máquinas de tren…
–Ese fue uno de sus ruinosos y excéntricos negocios. Lo ubicó en una alberca del barrio de San Bernardo y tenía a una pléyade de chavales recogiendo carbonilla para mejorarla a través de sus fórmulas alquimistas.
–Ni tampoco fue razonable retar a la genética para dar con el toro de raza tartésica…
–Buscó, mucho antes que los famosos toros de ojos verdes, los toros de Gerión. Hizo cruces genéticos que, al verlos Juan Belmonte, le dijo que sus toros terminarían toreando a los toreros. Joselito El Gallo le tentaba sus vacas, pero no quería ver uno de sus toros en la plaza.
–En su biblioteca aparece un buen número de libros sobre teosofía. ¿Villalón creía que todo estaba escrito en las estrellas?
–Firmemente. Y perteneció a la rama teosófica 'Fraternidad' de Sevilla. Acudía a sesiones de espiritismo, organizando algunas, especialmente, para los poetas del 27 en la finca de Pino Montano de Sánchez Mejías. Imagínese las caras de Lorca, Alberti, Guillén, mientras Fernando Villalón hacía alardes de mago blanco.
–¿Y nunca vio en las estrellas la tragedia de su destino?
–Puede ser que la viera, pero tal vez, como decía Silvio, no quiso estropearlo…
–¿Fue consciente de que era un 'outsiders'?
–No es que fuera consciente, es que era un provocador, un agitador cultural, tratando desde su obra de tocar las teclas de una sociedad decadente y con la que no comulgaba.
–Ni la izquierda ni la derecha empatizaron con él...
–Lo pudimos comprobar en la bienal de 1980. Cuando Ortiz Nuevo le quiso organizar un acto taurino y flamenco en la Real Maestranza para celebrar los cincuenta años de su muerte. Tanto la Maestranza como el PCE se opusieron a la idea.
–Su libro fue presentado la semana pasada en la Maestranza…
–Cerca de cien años después de su muerte Villalón volvía a Sevilla, ciudad de la que nunca tuvo que marcharse. El gesto de la Maestranza simboliza la paz entre el escritor y la ciudad.
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