Bellavista cumple cien años «con una capacidad renovada para solucionar dificultades vitales»
Reportaje
El historiador Joaquín Nieto, promotor de los actos del centenario, desglosa en ABC el espíritu combativo de un barrio que salió adelante gracias al clamor de su gente
En imágenes, el barrio de Bellavista cumple cien años
Bellavista cumple cien años y no es el suyo un centenario que no merezca celebrarse. En sus calles han crecido y lo seguirán haciendo generaciones venideras que han entendido que su historia traspasa todo tipo de fronteras, y si algo puede decirse de esta zona ... sureña de la ciudad es que nadie le ha regalado nada a la gente que la habita en ningún momento de su historia para convertirse en lo que es hoy. Su prólogo fue en 1859 cuando por mediación de la construcción de la vía del ferrocarril hacia Jerez y la mejora de caminos, como la Nacional IV, se fue dibujando el sendero del crecimiento de la zona sur en Sevilla que por entonces estaba tan inexplorada. Fue en 1863 cuando la sociedad Itálica-isabelina trató de instituir una parte moderna que estuviera en el extrarradio ganando terreno sin irse muy lejos del centro, lo que permitió que este brote de barrio fuese germinando y dando frutos con el paso del tiempo. Fue el impulso definitivo cuando el indiano Francisco Morillas y los hermanos Segura Urbano adquirieron tierras de lo que se conocía por entonces como la 'Venta de la Salud', las cuales fueron parcelando, gestión que resultó elemental para sellar la partida de bautismo a Bellavista.
Así pasó el tiempo hasta que en 1925, el Ayuntamiento de Dos Hermanas dio luz verde al proyecto y la parcela adquirida se denominó como la conocemos hoy por una sencilla razón: por ser una zona de la ciudad argentina de Buenos Aires en la que Morillas había pasado tiempo de su vida. Sea como fuere y justo cuando menos lo esperaba, el barrio ganaba espacio suficiente para construir viviendas, un grupo escolar y una parroquia, componentes con los que comenzar el desarrollo social de una comunidad cada vez más emergente. Fue el barrio desde el primer minuto un imán de vida y porvenir constantes. De 528 habitantes en 1930 pasó a censar más de mil en cuestión de cinco años, y el crecimiento fue exponencial. En la Segunda República supuso uno de los grandes motores culturales, pero durante el franquismo, éste quedó abandonado al menos hasta los años sesenta, que fue cuando comenzó a reactivarse como le pasó a otros distritos. Su centenario permite ahora recuperar la esencia primera de una Bellavista mucho más dinamizada, que sirve de engranaje entre Sevilla y las afueras, favoreciendo a su vez que hoy muchas familias vuelvan al barrio de su infancia. Los precios de la vivienda casi contribuyen a ello ahora que se sopla las cien velas de este feliz cumpleaños de un territorio sin el que ya no se entiende Sevilla.


Decir Bellavista es decir Joaquín Nieto y viceversa. Lleva más de 40 años —y eso es decir casi media vida—, estudiando minuciosamente cada folio como historiador que es, y la suya es una investigación histórica de una parcelación que cambió el devenir de la historia de todo un barrio. «De forma consensuada con personas de allí hemos puesto coto al inicio, y acotamos que la fecha era 1925. Aunque va a tener una entrada en 2026 porque es ahí cuando habrá una programación extensiva que tendremos en colegios y otras actividades», reseña. Nieto es el autor de algunos y protector de otros tantos artículos que casi siempre han significado un paso más en los avances en materia de derechos sociales, aunque él siempre ha confiado en que Bellavista siempre ha podido presumir de tener «una capacidad renovada desde su origen para solucionar las dificultades vitales», evidenciando si cabe «una preocupación especial por la educación y la mejora de las condiciones de vida: urbanismo, salud, deporte y cultura», manifiesta.

El impacto ideológico de lo industrial
No se mostró de espaldas el barrio a la evolución industrial pese a su ubicación en el mapa, aunque hay un hecho probado que marca su posición y que ayuda a explicar esa vocación de juntarse que se constató después en diversos grupos sociales: cuando se construye el Canal del Bajo Guadalquivir. El barrio había crecido por razones que no tenía que ver con las llegadas de los presos. Venían quedándose industrias que iban transformando la zona y atraían mucha mano de obra. Ahí es donde se fundamenta, porque el Canal de los Presos incluye no más de 50 familias, que no todas se quedaron. «Pero tuvo un gran impacto ideológico, más allá de presencia de todas aquellas personas en un entorno muy próximo y luego su participación con sus ideologías«, incide Nieto, antes de dar a conocer los primeros movimientos de toda índole: »En 1931 ya había sindicato y en el 1932 un Ateneo popular y en 1936 su primera escuela. Tenía su movimiento cívico social, tuvo matronas, ATS fijo y colegios con maestros». ¿Qué ocurrió a partir de entonces? Que Bellavista se quedó en un limbo jurídico al no ser asumida en los PGOU, cosa que sí pasó ya en 1962.
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Nieto señala que un poco antes, en 1957, hubo una comisión de vecinos muy importante que estaba formada por industriales del barrio, personal de diputación provincial que estaba en la parte de Cortijo de Cuarto y presos establecidos en Bellavista. «Hay un germen que empieza a tomar forma y es que por necesitad de buscar la mejoría se va construyendo un modelo social de convivencia. Eso hace tomar conciencia al Ayuntamiento para que en 1972 se plantee el barrio de otra manera», establece. Así llegó una de las primeras asociaciones de vecinos de España con entidad jurídica. Y las primeras elecciones municipales ya casi en los 80. Para entonces ya había agua, alumbrado y se habían subsanado muchas deficiencias que tanto a finales de siglo, con la toma de la Casa de la Cultura de la Diputación por parte de una marcha juvenil, que dio paso al centro cívico de Bellavista; como a principios del XXI, se fueron mejorando decisivamente. Todo para el crecimiento de un barrio que hoy mira el futuro armándose de más razones que nunca para seguir avanzando.
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