#ArchivoABCsev: Recordamos las fotografías más curiosas de Plaza de Armas, cuando se cumplen 32 años desde que despidió al último tren

En esta cita de los viernes con la historia de Sevilla, recordamos una de esas despedidas, sin duda, la más importante para nuestra protagonista de hoy. El adiós al último tren que partió de la estación de Plaza de Armas, justamente antes de que esta fuera clausurada para siempre. Ya no volverían los pasajeros con sus maletas a sus andenes, con sus despedidas y sus saludos, a llenar de bullicio la inmensa nave central, nadie esperaría su turno en la cola para comprar su billete, ni la megafonía avisaría de los movimientos de los trenes en las vías.

El ajetreo propio de la estación paró exactamente en el 29 de septiembre de 1990, por ello, esta semana se cumplen justo 32 años. La fecha está a la vuelta de la esquina para unos y es toda una vida para otros, aquellos que no han visto la estación en funcionamiento, sino un centro comercial.

Este fue el último tren que partió de la estación, tras permanecer 89 años en activo. Era una locomotora de la serie 269, apodadas como 'las japonesas' debido a su casa licenciataria, Mitsubishi. Este tipo de trenes, eléctricos, han sido una de las serie más importante y extensas de locomotoras eléctricas de Renfe. Fabricaron un total de 265 unidades entre los años 1973 y 1985. La mayoría de ellas terminaron su ciclo de vida hace años y se han ido sustituyendo por locomotoras de más potencia.

Tal y como recuerda Javier Rubio, periodista presente en esta última partida, «cerrar una estación de tren siempre duele de alguna manera a los entusiastas del ferrocarril. Y si se trata de una estación centenaria, calificada como monumento, con tanta presencia en la ciudad, el dolor perdura más allá de escuchar el último silbido y contemplar en el andén al factor dando vía libre con la bandera roja en alto».

«Aquello se vivió con esa pena, aunque la desaparición de lo que se llamó el «dogal ferroviario» de la calle Torneo constituía una lógica alegría por cuanto suponía de recuperación de miles de metros cuadrados para la ciudad», continúa. «El exprés de Madrid partió aquel día de la estación, con varias decenas de sevillanos en la despedida, y dejó el hangar de Plaza de Armas mudo para siempre. Sólo los ecos de las voces de quienes estábamos allí despidiendo no a ningún viajero sino al edificio que había creado el paisaje más reconocible en la entrada a Sevilla por el camino de Huelva», rememora. «Su posterior reutilización resultó un fiasco, que la perspectiva de las tres décadas transcurridas no hace sino acrecentar», se lamenta.

La última llegada procedía de Lora del Río, cerrando también casi noventa años de historia. Así lo recordaba en el programa 'Los Reporteros', Lola Álvarez, en Canal Sur.

La imagen urbana y llena de gentío que tenemos de la Plaza de Armas en la actualidad vino dada tras la evolución de la ciudad a metrópoli, pero en tiempos de los árabes, y después de la Reconquista cristiana de la ciudad, había sido el muladar o estercolero de la ciudad. De hecho, no debería ser un lugar muy agradable de frecuentar, según Jose María de Mena, en su libro 'Las calles de Sevilla' (Editorial Castillejo) los desperdicios allí depositados durante años «llegaron a formar un monte cuando se abandonó».

Más tarde, en el siglo XV, este lugar fue mercado de carne de cerdo, o perneo. Al establecer los Reyes Católicos el matadero de la puerta de la Carne, adonde iba el ganado ovino, caprino y vacuno, el matadero de cerdos estaba ubicado en este lado de la ciudad.

A finales del siglo XVIII tuvo otro cometido, se explanó el monte abandonado para dedicarlo a ejercicios militares. «Se llamó popularmente 'Campo de Marte' y 'Campo de Bailén' porque era el lugar donde entrenaba la tropa, y más tarde se le puso 'Plaza de Armas', construyéndose a sus bordes los cuarteles de Artillería y de la Milicia Nacional», recoge De Mena.

La ciudad creció y se vio la necesidad de crear un punto de ferrocarril en este enclave. Plaza de Armas comenzó a funcionar en el año 1901, y fue construida por José Santos Silva, estando en activo hasta septiembre de 1992.

En 1859 un tren partía de Sevilla hacia Lora del Río, curiosamente, inaugurando la primera estación ferroviaria de la ciudad. Las condiciones de esta provisional y precaria estación distaban mucho de las que conocemos hoy en día, pero no fue hasta 1889 cuando se iniciaron los proyectos para una estación definitiva, en la que un ingeniero francés de la compañía MZA, fue el encargado. Las cosas de palacio van despacio y los sevillanos tuvieron que esperar hasta diez años para ver comenzar las obras. Estas fueron a cargo del también ingeniero, José Santos Silva.

La estación está inspirada en la mezquita de Tánger y la decoración del patio de Los Arrayanes de la Alhambra de Granada. Sin duda, impactó por su belleza a los viajeros que llegaban a Sevilla a principios del siglo XX, se convirtió en uno de los centros neurálgicos de la vida sevillana.

La estación de Córdoba, como era llamada popularmente, llegó a ser una de las principales estaciones de esta compañía. Durante muchos años también fue una de las punteras estaciones ferroviarias de Sevilla, siendo la terminal de los trenes procedentes del centro del país, Córdoba, Huelva y Extremadura. Además del edificio de viajeros, de estilo neomudéjar, disponía de instalaciones de mercancías y clasificación. Tras la nacionalización de la red ferroviaria, en 1941, las instalaciones se integraron en la red de Renfe.

Durante la historia ha sido un enclave famoso además por la cantidad de anécdotas por la llegada de personajes famosos como los Reyes de España, Alfonso XII y Victoria Eugenia, Brigitte Bardot, y todo tipo de personalidades internacionales para la inauguración de la Exposición Iberoamericana de 1929. Las fotografías del archivo de este periódico lo atestiguan.

También sufrió accidentes trágicos, como el del tren que se saltó los viejos topes de madera y arroyó la librería de la estación, matando a una persona.

El cierre de la estación terminal de Córdoba abrió un nuevo proyecto, un espacio abierto de ciudad más contemporánea, que alberga un centro comercial, un hotel y edificios diferenciados en una nueva manzana. El nuevo proyecto intentó marcar el pulso a la nueva estructura urbana de Sevilla.