Historia de Sevilla
#ArchivoABCsev: Detalles de la historia y fotografías de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla que quizás desconozcas
Archivo Gráfico de ABC
La fábrica de tabaco hispalense fue la más antigua del mundo y es el edificio civil más grande de España
Las fotografías recogidas en el archivo de ABC de Sevilla de las cigarreras sevillanas son especialmente bonitas
¿De qué vacunaron a las cigarreras de Sevilla en 1906?
Sevilla
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Iniciar sesiónLa calle San Fernando de Sevilla ha vivido múltiples cambios a lo largo de la historia. Ha sentido en sus adoquines el paso de las épocas y se ha transformado conforme la ciudad crecía y evolucionaba. De los registros más antiguos que tenemos ... fecha, sabemos que esta calle era agua, por ella pasaba el cauce del arroyo Tagarete. De una segunda época, se sabe que la primera vez que se le puso nombre se denominó 'calle San Carlos' o 'Real de San Carlos', según asegura José María de Mena en su publicación 'Las calles de Sevilla' (Editorial Castillejo); entonces el entorno era muy distinto al actual. Quien pasease por ella no podía ver el edificio de la actual universidad, pues la separaba de esta una muralla. Más tarde, el arroyo Tagarete fue entubado bajo el pavimento y se construyeron casas anexas a la tapia de los Reales Alcázares. La calle comenzó a tener cara de zona urbanizada y, como tantas otras cosas recién estrenadas, pasó a llamarse 'Nueva'. Tuvo que esperar a principios del siglo XIX para tomar el nombre que tiene ahora y pasar a llamarse San Fernando.
Todo este periplo por la historia de la calle San Fernando lo hacemos porque en esta cita con el pasado de Sevilla tenemos la intención de poner en contexto al lector y ubicarle en la misma calle, justo delante de uno de los edificios más importantes de la ciudad y que, quizás en ocasiones, la relevancia de su historia pasa desapercibida.
La propuesta del candidato popular para convertir el actual Rectorado de la Universidad de Sevilla en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, nos obliga mirar al pasado y extraer del Archivo Gráfico de ABC de Sevilla la historia del edificio civil más grande de toda España.
La Real Fábrica de Tabacos, sede del Rectorado de la Universidad de Sevilla desde el año 1954, cumplió el pasado este 9 de julio 264 años del inicio de su actividad como fábrica. Fue el edificio industrial más importante de España en en el siglo XVIII, cuando en el resto del país no había ninguna organización empresarial que se equiparase a la que funcionaba en Sevilla alrededor de los cigarros.
La primera fábrica de tabacos de Sevilla se ubicaba en otro lugar, fue levantada, oficialmente en 1736 con el nombre de «Estanco del Tabaco», en lo que ahora es la plaza de San Pedro. «Eso lo sabe muy poca gente. Desde allí se trasladó a lo que ahora es la Universidad entre 1758 y 1760 y el edificio original se reutilizó como cuartel hasta que el en siglo XIX se derribó y se convirtió en la actual plaza de San Pedro», relató el archivero de la fábrica de tabacos en una entrevista este periódico.
La historia de la edificación de la Real Fábrica de Tabacos comienza con el proyecto que fue presentado el 25 de enero de 1728, tres años después de la visita a Sevilla de Jorge De Verbom, teniente general e ingeniero general de España. Durante la estancia de Verbom en Sevilla en 1725 surgió la idea de encargar al ingeniero Ignacio Sala el proyecto de las nuevas fábricas.
Para la ubicación del edificio se pensó en distintos lugares extramuros cercanos a la Puerta de Jerez. Algunos de los lugares que se propusieron se encontraban entre el Palacio de San Telmo y la Torre del Oro, o las Atarazanas . Finalmente, se escogió una zona conocida como «Las Calaveras» que había servido de enterramiento en la época romana.
Tras medio siglo desde su planteamiento, el resultado es uno de los edificios de mayores dimensiones y categoría arquitectónica de su género en España, así como uno de los más antiguos de la Europa del Antiguo Régimen. Ocupa un rectángulo de 185 por 147 metros, solo superado en España por El Escorial, que mide 207 por 162 metros. Las obras se extendieron hasta 1770, cuando fueron terminados los famosos fosos que la rodean.
Oficialmente, la fábrica se estrenó en 1757 y comenzó a funcionar en 1758, pero aún quedaban algunas obras por concluir. Ese es el año que figura en los lucernarios y en la inscripción de la portada, aunque aún estaban montándose las gárgolas, las losetas blancas y negras de Génova de las escaleras, la terraza de la azotea y otros elementos.
Las cigarreras
La figura de las cigarreras de la Real Fábrica de Tabacos ha sido fundamental en la historia de la mujer en Sevilla. Esta fue la primera fábrica que más trabajadoras tenía del mundo.
Durante los siglos XVII y XVIII los cigarros fueron elaborados exclusivamente por hombres, la mujer no trabajaba fuera de casa y se dedicaba a la crianza y cuidado de los hijos. El único salario que entraba en los hogares provenía de la mano de obra masculina, ya fuese por parte del padre o de los hijos varones. Pero la industria tabacalera creció tan desmesuradamente en Sevilla tras el descubrimiento de América, en 1755 la mayor parte del tabaco provenía de Cuba, que el número artesanos del cigarro fue aumentando exponencialmente. De los 100 operarios iniciales, la fábrica sevillana llegó a dar empleo a 700.
En el actual Rectorado se trabajaba a destajo y en el siglo XIX giraron las tornas. Buscando siempre aumentar la producción e ideando cómo mejorar el negocio, llamaron a las mujeres a formar parte de la plantilla de la tabacalera. Ellas cumplían con dos requisitos que valoraban muy positivamente los patrones: eran menos exigentes, al considerar su sueldo un complemento al que sus maridos llevaban a casa, y además eran más rápidas elaborando cigarros.
Tal y como contaba Javier Rubio en el serial de fotos coloreadas que se entregó con este periódico, las aprendizas entraban con 13 años, que bien pudiera ser la edad de las muchachas de la foto, vestidas con blusa, bata y mantoncillo y pelo recogido en alto rodete. Cuando habían demostrado destreza suficiente, pasaban a la categoría de cigarreras. Más arriba en la pirámide laboral estaban las pureras, que liaban a mano los puros con increíble agilidad y sobrada experiencia. A las pureras se superponían las maestras, ya con tareas de vigilantas, y las capatazas, que cuidaban del flujo de trabajo y del orden.
Cada grupo era de entre seis y diez operarias, reunidas en ranchos, y tenían una ama que supervisaba todo el proceso en evitación de fraudes y sisas con la picadura que se les había dado pesada. Varios ranchos formaban un taller, a cuyo cargo estaba una maestra. Presumiblemente, en este caso puede ser la señora del extremo de derecha vestida de negro.
Como se aprecia en las fotografías, las cigarreras exhibían con orgullo de clase el detalle de la flor en el moño y los mantones en los que se arrebujaban. En cierto sentido, las cigarreras constituían una aristocracia del proletariado preindustrial puesto que eran de las primeras féminas que recibían un salario por su trabajo fuera de casa.
Según datos del archivo de Tabacalera, en 1906, trabajaban en la Fábrica de Tabacos, custodiada por soldados agaritados al otro lado del foso del Tagarete, unas 3.332 mujeres entre maestras, porteras y operarias, pero quince años después, con la incipiente mecanización del laboreo del tabaco, su número había caído a menos de 2.000. Después de la Guerra, su número había caído a 1.100 operarias.
De la gran construcción de la calle San Fernando la industria tabacalera sevillana se trasladó en 1954 a Los Remedios. En sus años de esplendor, esta planta industrial llegó a tener 600 empleados, como recuerda su último director. «Pero esto ya era imposible de mantener porque las ventas cayeron muchísimo y ahora la única fábrica que queda en España está en Logroño», cuenta José Juan Vicente, para quien esta salida que ayer firmaron el Ayuntamiento y Altadis «es muy buena para todos, lo mejor que podía pasar con este lugar» que fue la última sede de la primera fábrica de tabacos del planeta.
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