El rincón de.... Manuel González Guzmán

«Contra el Alzheimer, además de fármacos por aprobar, hay que mover el cerebro»

Licenciado en Medicina, médico especialista en medicina familiar, experto en salud pública, lleva más de veinte años buscando respuestas positivas al deterioro cognitivo

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Manuel González Guzmán Juan Flores

—¿Veinte años son muchos años, diga lo que diga el tango. ¿Por qué su persistencia?

—Llevo veinte años trabajando con las asociaciones de familiares de enfermos de Alzheimer. Y una vez que los conoces, ves que son un punto de encuentro entre la ... Administración y los ciudadanos. Atesoran mucho conocimiento y experiencia.

—¿Hay motivos para ser optimistas?

—Sin levantar falsas expectativas creo que hay que hacer un cambio de paradigma frente a la enfermedad. Por eso soy optimista.

—Usted me ha confesado que, en su carrera, el programa «Espacio Alzheimer Andalucía» es su proyecto más vital. ¿Por qué?

-Porque me ha permitido iniciar proyectos que alcanzan a más de 22.000 pacientes y, aproximadamente, a 80.000 ciudadanos.

—¿El modelo orgánico del programa tiene patente andaluza o se inspiraron en otros referentes?

-Es andaluz, hay 124 asociaciones de familiares (el mayor número en España) y el principal objetivo es acompañar a los familiares y pacientes desde el inicio al final de la enfermedad.

—Cuando nos ponemos a hacer las cosas bien, las hacemos muy bien....

—Este programa sería imposible si no existiera la estructura de las asociaciones de familiares que, le digo, es la más potente de las existentes en España.

—¿Conoceremos su cronificación en cuánto tiempo?

—Hay dos grandes muros para protegernos del Alzheimer. Uno prevenir factores de riesgo. Otro, mover nuestro cerebro desde niño. Hay fármacos pendientes de aprobarse en Europa que pueden ayudar a retardar la enfermedad y así cronificarla.

—¿Qué es el reservorio cognitivo?

—Los factores de riesgo abarcan desde la tensión arterial, diabetes, el sedentarismo, el abuso del sofá… Pero hay factores de riesgo tan importantes como los anteriores: la sordera, la pérdida de relaciones sociales o el simple hecho de no dormir bien.

—Pero, insisto, dígame qué se entiende por reservorio cognitivo.

—Es la suma de toda la gimnasia cerebral contada desde que fuimos niños: estudios, idiomas, música, lectura, viajes, especialidades universitarias, actividades físicas… Mientras más lleno esté el reservorio, más tardaría en vaciarse y menos evidente serían los síntomas de la enfermedad.

—O sea, que el deporte es mejor si se va acompañado, que leer es muy aconsejable pero mejor si se lee en voz alta o escuchando música. ¿Por qué?

—Porque se activan distintos circuitos neuronales y sensoriales a la vez. Le exigimos más al cerebro y el cerebro lo mantenemos en forma.

—Tampoco descarta como fuente para ese reservorio, las previas de un partido de fútbol, compartiendo recuerdos, alineaciones… 

—Claro que no. Las relaciones sociales son muy importantes para prevenir factores de riesgo. Y si la historia de tu equipo es grande, resulta maravilloso porque puedes recordar hasta los títulos y los detalles más nimios de cuando se consiguieron.

—O sea, mucha calle…

—Mucha calle, tertulia y mucho sol.

—Ustedes han detectado, tras la pandemia, que las personas que padecían deterioro cognitivo sufrieron una agravación. ¿Por qué? 

—Por la pérdida de las relaciones sociales. Hay que romper el círculo diabólico que se construye alrededor del enfermo, por el que se tiende a recluirlo a una vida que va de la cama al sillón, en muchos casos.

—¿Alcanza la ayuda a la dependencia para asistir a estos enfermos que, hace cuarenta años, eran cuidados por sus familias?

—Es muy mejorable. El Alzheimer afecta al paciente y a los familiares. El respiro de esos familiares cuidadores es fundamental.

—Si las arterias las colapsa la grasa mala, ¿qué deteriora los circuitos cerebrales?

—Dos proteínas. Para las que ya existen fármacos que destruyen esas proteínas acumuladas en el cerebro. Se depositan veinte años antes de que empiecen los síntomas iniciales. Es un enemigo silencioso.

—Hay casos curiosos que nos maravillan. Por ejemplo, el de sor Bernardette…

—Esta monja, junto a otras trescientas, fueron objeto de estudio de un neurólogo en 1986. Sor Bernadette estuvo cuatro años en el estudio y las monjas donaban sus cerebros para ser estudiados. El de sor Bernadette tenía un Alzheimer muy severo. Y sin embargo no tenía clínica. ¿Razones? Vida mental activa, social y afectiva.

—Por cierto, como sevillano, hemos cuidado nuestro «reservorio cognitivo»

—Creo que está vacío. Y no es solo culpa de la turistificación.

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