entrevista

Andrés Luque Teruel: «El Alcázar de Sevilla no puede ser un Palacio de Congresos»

El catedrático de Historia del Arte Andrés Luque Teruel, nuevo alcaide del Alcázar, reconoce que reciben muchas peticiones de eventos («quizá demasiadas») y que se buscará un equilibrio entre uso y conservación «como hicieron mis antecesores»: «Es un edificio abierto a Sevilla -remarca- y debe seguir siéndolo»

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Andrés Luque Teruel en el Alcázar de Sevilla juan manuel serrano

Andrés Luque Teruel es catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla y autor de numerosos libros y publicaciones. Ganador de muchos premios por su desempeño universitario y por su labor investigadora, es el nuevo alcaide del Real Alcázar de Sevilla, ... un cargo no remunerado que cuenta con dos vertientes: una institucional de representación y otra de gestión en la que quiere aplicarse a fondo en coordinación con la gerente del monumento, Ana Jáuregui, exconcejal del PP en el anterior mandato y actual decana del Colegio de Ingenieros Técnicos y Peritos Industriales de Sevilla.

-¿Quién le ofreció este puesto?

-El alcalde, José Luis Sanz. No lo conocía personalmente y me llamó como profesional de la Universidad para que me hiciera cargo del edificio. La seriedad con la que me hizo esta propuesta me hizo aceptarlo, además de la compatibilidad que se me permite con mi labor de en la universidad. Sé muy bien que estoy al servicio de Sevilla y de los sevillanos y por mi formación estoy familiarizado con estas cuestiones. Además, el Alcázar es un edificio muy singular no sólo en Sevilla puesto que es el palacio en uso más antiguo del mundo.

-Ese uso obliga a un cuidado mayor en conservación. A diferencia de la Alhambra, que es el monumento más visitado de España, El Alcázar acoge muchos eventos. ¿Sería bueno para su mejor conservación hacer menos?

-Es una evidencia que se hacen muchos eventos en el Alcázar y creo que hay que mantener un equilibrio entre las necesidades del edificio y las necesidades de la ciudad. Ese equilibrio se puede buscar y hay que lograrlo. La Alhambra, al no ser una residencia en uso, presenta unas condiciones diferentes. Pero hay similitudes en la conservación de ambos monumentos.

-¿El modelo actual de uso del Alcázar habría que revisarlo para mantener ese equilibrio?

-Cada edificio es un mundo. No es lo mismo el Palacio de las Dueñas que la Casa de Pilatos, aunque sean de la misma época. Y no es lo mismo el Alcázar que la Alhambra, aunque también tengan esas similitudes. En el Alcázar hay una casa en uso, que es la casa del Rey, algo que no sucede en la Alhambra. No haría, por tanto, grandes paralelismos con la Alhambra y me fijaría más en Medina Azahara y otros conjuntos históricos andaluces para ver todo lo bueno que se hace en ellos e intentar aprovecharlo aquí. Y también quiero decir que cada espacio tiene sus necesidades: no es lo mismo el patio de la Montería que el patio de las Doncellas. Ni es lo mismo hablar de unos jardines o de otros.

-¿Cuántos eventos acoge el Alcázar al año, aparte de las visitas turísticas?

-Acabamos de llegar y estamos recabando esos datos para hacer un estudio previo. Por supuesto que me preocupan los eventos que se hacen aquí pero su número no me parece tan importante. Está claro que el Alcázar no puede ser un palacio de Congresos o acoger la presentación de un equipo de fútbol. Pero al mismo tiempo tengo claro que es un edificio abierto a Sevilla y debe seguir siéndolo. Tenemos que encontrar ese equilibrio entre uso y conservación.

-¿Ese equilibrio entre uso y conservación no tendría que pasar por seleccionar mejor los eventos que tiene que acoger?

-Es verdad que recibimos muchas peticiones, quizá demasiadas, pero hay que decir que se filtran muchas y que no todas se autorizan. También hay peticiones que son grandes compromisos de la ciudad que sin duda hay que atender. Por supuesto, en las condiciones oportunas y sin perjudicar al monumento. Si hablamos de una entrega de premios, por ejemplo, los del Cabildo de Alfonso X El Sabio, eso no le afecta nada. Se abre el Salón del Almirante y no vienen más de cien personas que no producen ningún impacto en el monumento. Quisiera destacar que ésta ha sido una preocupación de todos los anteriores alcaides, que han hecho una labor excelente y un trabajo fabuloso de prevención. Y que será también la mía. Todo tiene que tener su medida.

-El Alcázar ha superado a la Catedral de Sevilla en visitas. ¿Podría ser necesario, de seguir esta tendencia, fijar unos topes como en la Alhambra?

-Todo eso lo estamos estudiando. Estamos recopilando datos para poder tomar decisiones, ya sean de ese tipo o de otro. Nuestro objetivo es transmitir este legado patrimonial importantísimo que hemos recibido al menos en el mismo estado en que lo encontramos. Con los años las condiciones de uso van cambiando y debemos estudiarlo. Los anteriores alcaides ya han puesto topes de visitas en determinadas exposiciones, de modo que no sería tampoco algo demasiado novedoso.

-Hablamos de uno de los monumentos más «rentables» de España que genera más de 10 millones de euros al año. Ese beneficio lo invierte tradicionalmente el Ayuntamiento en el propio monumento, en otros usos culturales e incluso en alguna ocasión en cosas no estrictamente culturales que generaron cierta polémica. ¿Cuál es su opinión?

-Ahora estamos estudiando todo lo que necesita el Alcázar y estoy seguro de que se atenderán nuestras peticiones porque el alcalde de Sevilla tiene un gran interés por este monumento. Sabe que es un bien patrimonial importantísimo y está muy preocupado por la transmisión de ese patrimonio y porque se mantenga una línea lógica de prevención y conservación.

-La investigación histórica que se está haciendo con el Alcázar nos está deparando grandes revelaciones. ¿Impulsará esas investigaciones?

-La unidad de investigación que dirige Miguel Ángel Tavares es muy importante. Y la considero un paso previo necesario a la conservación. Se han hecho dos excavaciones aquí; la primera, histórica, fue la de Manuel Bendala; y la reciente es la de Tavares. Lo que ha aparecido en el Patio de Banderas es muy importante para la interpretación de la historia de Sevilla. Se han podido documentar elementos del siglo IX a. C., de la época fenicia. Se encontraron depósitos de salazones que indican que Sevilla fue puerto de mar. Y que había una colonia que sitúa el origen de Sevilla casi simultáneo al de Cádiz. También se ha documentado un edificio romano sin gran potencial artístico pero con un pórtico que en el siglo XI se convirtió en convento. También se documentaron restos de un tsunami que arrasó el puerto de Sevilla que, con la bajada de las aguas, se desplazarían seguramente hacia la zona de Coria. Todo esto nos está identificando distintas fases de la Sevilla antigua, de la que aún tenemos pocos datos.

¿Se abrirá la cripta a las visitas turísticas?

-Este es un proyecto que ya existe. Hay una cripta que es accesible pero que no está abierta a la visita ordinaria porque no reúne aún las condiciones y habría que ampliarla. Pero si pudiéramos abrirla, sería una gran aportación a Sevilla. Lo estamos estudiando.

-Sevilla tiene un patrimonio histórico extraordinario pero su conservación deja mucho que desear en algunos conventos y otros inmuebles. ¿Es partidario de darle un empujón a la rehabilitación y conservación?

-El patrimonio de Sevilla es ciertamente excepcional. Y tenemos bastantes edificios con más de ocho siglos de antigüedad, algo también extraordinario. Pero con tanta cantidad y diversidad hay también una gran complejidad de propietarios y de titulares. Los conventos, por ejemplo. Hay algunos conventos excepcionales como San Leandro que están en un estado lamentable, y otros cerrados como el Socorro. Pero la mayoría pertenecen a órdenes religiosas, ni siquiera al Arzobispado, que sólo se hace cargo de ellos si sus propietarios los abandonan, como ha pasado con los jesuitas de la calle de Jesús del Gran Poder. Hay planes de ayuda a la conservación de este patrimonio pero falta información y una buena gestión patrimonial porque muchos de los propietarios de estos inmuebles ni conocen esas ayudas.

-¿Esto sólo pasa en Sevilla?

-Cualquier gran artista español tiene sus representantes pero en Sevilla, quitando a Luis Gordillo, ninguno lo tiene. Casi ningún artista sevillano hace una gestión de promoción de su obra. Si los conventos no tienen una gestión adecuada no van a poder acogerse a los planes de ayuda. Hay también particulares con inmuebles históricos que tampoco tienen esta gestión adecuada de su patrimonio. Hay casos excepcionales como la Casa de los Artistas, en la calle Feria, o allí mismo el palacio de los marqueses de la Algaba, que se han podido sacar adelante tras quedarse prácticamente en ruina.

-¿Hay que tener imaginación en cuestiones patrimoniales?

-Sí, y flexibilidad. Hay una iglesia italiana que estaba en ruina que se ha convertido en una selecta sastrería y tienda de ropa respetando todo el valor histórico del edificio, incluidas las pinturas. En Génova vimos una casa palacio particular que es sede de unos grandes almacenes y habían respetado por completo la fachada y el patio interior, que estaba intacto con su fuente parietal, sus estatuas antiguas. Y en la planta de arriba estaba la capilla con su retablo y allí distribuían la mercancía. Todo respetado al cien por cien. No quiero decir con esto que hay que convertir todas las iglesias en ruina en tiendas de ropa, pero sí que se puede echar imaginación para conservar el patrimonio.

-En Sevilla cambiar los usos de estos edificios históricos no se ve igual de bien que en Génova.

-No. Aquí parece que todo es tabú y ni siquiera se puede hablar de esto. Pero es que los usos van cambiando y si los usos iniciales ya no existen, hay que adaptarse. Lo importante es conservar ese bien patrimonial.

-En Sevilla hay muchos edificios cerrados, empezando por las Atarazanas.

-Ya se ha anunciado el museo de arte contemporáneo de Sevilla y creo que eso es una gran deuda que tenía la ciudad. No es correcto, en mi opinión, decir que Sevilla ya tiene el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de la Cartuja (CAAC) porque, primero, no es un museo sino un centro; y, segundo, no es de Sevilla sino de Andalucía, aunque tenga la sede en Sevilla. No es justo que cada capital andaluza tenga su museo de arte contemporáneo más su cuota del CAAC y que Sevilla no tenga ningún museo propio sino sólo su cuota provincial del CAAC. Esa ha sido una iniciativa de este alcalde, que me parece fabulosa, para llevar allí la Fundación Cajasol, que tiene una colección de arte contemporáneo impresionante. Echarle imaginación para recuperar el patrimonio me parece fundamental.

-El casco histórico de Sevilla tiene un patrimonio extraordinario pero hay un patrimonio fuera de esa almendra, especialmente en la zona norte, que tiene también un gran valor y que es menos conocido por el turismo y por los propios sevillanos.

-No sólo en la zona norte. En el balcón de Sevilla tenemos el poblado calcolítico más importante del mundo en densidad y número de cabañas y con una antigüedad de hasta 4.000 años antes de Cristo. Lo tenemos en Valencina de la Concepción, a doce kilómetros de Sevilla, y muchos sevillanos ni lo saben. Y por debajo de ese poblado calcolítico tenemos una ciudad romana importantísima con uno de los circos más importantes de la época romana, por detrás de los dos de Roma. En el área metropolitana de Sevilla, a veinte minutos en autobús, tenemos mucho atractivo con un legado histórico importantísimo: el monasterio de San Isidoro del Campo. Y un poco más lejos tenemos a Carmona, que debería ser Patrimonio Universal de la Humanidad.

-Y sin tener que coger un autobús tenemos en la zona de la Macarena un gran patrimonio eclesiástico. ¿No deberíamos promocionar esos tesoros y de paso diversificar un poco el turismo que colapsa en ocasiones el Casco Histórico?

-Por supuesto. Si, por ejemplo, hiciéramos una ruta de la Sevilla medieval, empezaríamos por la Puerta de Córdoba, que es impresionante, con toda la muralla. Y, luego, sólo en el eje de una calle, San Luis, tendríamos la iglesia de San Gil, una de las más antiguas de Sevilla, Santa Marina y San Marcos. Y muy cerca, Omnium Santorum, San Juan de la Palma, San Pedro. Allí hay 10 ó 12 iglesias medievales que podrían ponerse en valor. Pero las iglesias en Sevilla están cerradas quizá más de lo debido y en algunas hay un gran celo hacia el turista o la visita cultural. Y si Sevilla es tan conservadora en el uso o cesión de sus imágenes, lo tendremos que respetar y buscar soluciones adaptadas a esa forma de ser. Yo fui uno de los que organizó la exposición que se dedicó al Crucificado de los Desamparados, de Martínez Montañés, en el Santo Ángel, y la montamos de un modo comprensible para los sevillanos, exponiendo los tres Cristos en la iglesia de manera que fuera compatible con el culto. Tuvimos que adaptarnos a la forma de ser de los sevillanos.

-Ha investigado mucho el mundo de las hermandades. ¿Esa forma tan especial de ser se vive de manera diferente en cada cofradía?

-Con independencia de que sean creyentes o no, o de que sean cofrades o no, hay un hecho objetivo: un alto porcentaje de las cofradías de Sevilla son instituciones varias veces centenarias que realizan una importantísima aportación social a la ciudad. No sólo porque solucionen problemas concretos de personas desfavorecidas sino porque las cofradías han servido durante siglos para articular la vida social de la ciudad. Son instituciones centenarias que han vertebrado Sevilla y merecen todo nuestro respeto y admiración, con independencia de que uno sea creyente o no, cofrade o no. Dicho esto, teniendo todas ellas fines parecidos, cada hermandad tiene matices distintos. La Macarena, por ejemplo, que es la mía, hace una labor enorme en todos los aspectos. Pero para no hablar de la mía, diría que es admirable la obra que realiza, por ejemplo, la del Gran Poder. O cómo intenta solucionar problemas en su barrio la Esperanza de Triana; o cómo en un tema más racial la Hermandad de los Gitanos aglutina a sus hermanos. Y una hermandad tan pequeñita como la de la Veracruz hace también una labor continua y excelente durante todo el año con menos medios.

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