TORREBLANCA, VIAJE AL CORAZÓN DEL PARO
«De mí dependen dos hijos, nuera y cuatro nietas. Y cobro 426 euros al mes»
María Luisa Rodríguez, viuda de 62 años, es una de esas abuelas que está sirviendo de sostén a tres generaciones con su paga
E. BARBA
Viuda de 62 años , María Luisa Rodríguez es una de esas abuelas de la crisis, de las que tiran con sus escasos recursos del resto de la familia por culpa del paro. Del paro de sus hijos y del suyo propio, pues ... trabajó «desde los 13 años, pero sólo he cotizado diez porque he estado casi siempre sin asegurar, limpiando casas. Por eso cuando llegue a la edad de jubilación, apenas me van a quedar unos 300 euros». No percibe mucho más ahora. Ingresa 426 euros mensuales de la Renta Activa de Inserción de la Seguridad Social, aunque será sólo hasta mayo. Antes se ha pegado un año sin una sola retribución.
Con esos números, María Luisa mantiene en su casa a su hijo, nuera y un nieta , pero además ayuda a su otra hija , que vive en la calle de al lado, tiene tres hijos, está también desempleada y se separó de su pareja, sobre el que pesa una orden de alejamiento por maltrato. Y hay más. Su piso va a ser subastado pues el banco se lo ha quitado. No puede costearlo y lo usó como aval para la casa que compró su hijo, cuya vivienda también se quedó el banco por los impagos que generó el despido del chico en su trabajo. «Estoy luchando a ver si es posible la dación en pago, pero me dicen que eso debo tramitarlo cuando vayan a desahuciarme directamente, y yo tengo mjucho miedo de que eso ocurra y luego no salga lo de la dación. Son dos hijos y cuatro nietos ».
Su hijo, de 37 años, ha encontrado ahora empleo durante unas horas lavando coches en el aeropuerto, pero apenas llega a los 300 euros mensuales de sueldo «al depender de la faena que haya, y hay días en que no hay nada. Eso, con una niña de dos años que tiene, pues ya me dirá. Yo tengo que ayudar también a mi otra hija, que es madre de tres y está sola». María Luisa explica que su hija acude una vez por semana a un centro asistencial de Palmete donde «le entregan una bolsa con un cartón de leche, lentejas, garbanzos... y a veces un bote de Cola-Cao para los chicos». «El año pasado tuve que ir a la cola del comedor social que ha abierto la iglesia con una fiambrera para ver si se llevaba algo para los nietos. A algunas de las que estaban allí, a las que más suerte tienen, les pagaban también a veces el alquiler. La gente se pasa allí varias horas. Anda que no he llorado nada yo allí en la cola esperando a ver si había algo para mí», narra con la voz entrecortada para preguntarse: « ¿Y eso de la recuperación, dónde es? ». La pregunta del millón en Torreblanca.
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