Al A400M siniestrado le faltaron 30 segundos para aterrizar en el aeropuerto de Sevilla

Tal y como se aprecia en la página Flightradar24, la trayectoria del avión se modificó radicalmente justo en el momento en el que comenzó a perder altitud, para poner de nuevo rumbo al aeropuerto. Sin embargo, lo que parece que fue un fallo masivo en la aeronave, obligó al piloto a intentar un aterrizaje inmediato a 309 kilómetros por hora. No era de extrañar que lo intentara puesto que, según los expertos, estas aeronaves están preparadas para aterrizar hasta en un desierto.

Ante la imposibilidad de mantener el aparato en el aire y para evitar el Factory y la carretera N-IV, que están situados en la trayectoria que debía haber seguido para llegar al aeropuerto, el piloto de la nave, Jaime de Gandarillas, aceleró para enderezar el avión a pocos metros del suelo e intentar un aterrizaje, con la mala fortuna de hallar en el camino una torre de alta tensión que provocó su estallido al entrar en contacto con el combustible. Por tanto, no habían pasado ni tres minutos desde la salida del aeropuerto, cuando el A400M colisionó, muriendo cuatro de sus tripulantes y resultando heridos graves otros dos.

Según fuentes consultadas por ABC, el accidente se produjo a poco más de una milla (unos 2 kilómetros) del aeropuerto. «Con la velocidad que llevaba el avión, hubieran bastado sólo 30 segundos para superar esa distancia», indicaron las mismas fuentes, que mostraron su sorpresa por el hecho de que no lo hubiera conseguido. «Aunque se le hubieran parado los cuatro motores, habría podido utilizar la velocidad que llevaba (más de 300 kilómetros por hora) para superar esa milla que le quedaba hasta la pista en 30 segundos», razonaron fuentes del sector aeronáutico, que barajan la posibilidad de que hubiera perdido sustentación por problemas en sus flaps o las alas. «Tuvo que pasar algo que no tiene nada que ver con los motores. Ya sea un fallo en el sistema hidráulico o en el informático. Las cajas negras tendrán la última palabra».