patrimonio
Riesgo de desprendimientos en San Bartolomé
La torre y la fachada están en un estado deplorable y urge que se emprenda su restauración
Las fachadas de San Bartolomé y su torre campanario corren peligro, están al límite de su resistencia, con riesgo de desprendimientos a la vía pública de piedras que guardan un precario equilibrio, de trozos de enfoscado y otros elementos inestables. Esta es la realidad, sin alarmismos innecesarios, del templo del XVIII, Bien de Interés Cultural desde 1997, que hace diez años fue sometido a una intensa y radical restauración en su interior mientras que el exterior quedaba a expensas de un proyecto hoy guardado en algún cajón de la Consejería de Cultura de la Junta, que, tiene su Dirección General de Bienes Culturales en casa natal de Miguel Mañara —cuidadísimo BIC—, a unos ochenta metros de San Bartolomé.
En repetidas ocasiones desde la parroquia e incluso desde Palacio se ha solicitado a Cultura el proyecto de intervención sobre todos los elementos exteriores, que, según el párroco de San Bartolomé y SanEsteban, Juan José Sauco, estaba pagado y aprobado a nivel interno, «aunque llegó la crisis y ahí se quedó».
Este proyecto serviría, en cualquier caso, como base, arrancando con las propuestas positivas que tenga, para emprender la restauración necesaria de la fachada y la torre campanario. Un par de empresas —Bellido y San José— han realizado sendos presupuestos para hacerse cargo de estos trabajos. Y en el caso de la primera, ya tiene conocimiento del exterior del inmueble, donde realizó diferentes catas que se advierten perfectamente y muestran el primitivo cromatismo e incluso elementos decorados con varios colores en la fachada principal, que, por el momento, conserva interesantes esgrafiados originales, alguno a la vista y el resto ocultos por capas y capas de pintura y de enfoscados.
La parroquia y diversas personalidades sensibles al deterioro del patrimonio han creado una Junta de Reparación del templo, que tiene como principal objetivo recuperar el proyecto anteriormente citado. Por el momento, el estado exterior de la iglesia ha sido revisado por algunos técnicos, uno de los cuales ha llegado a decir: «esto es un azucarillo».
La arquitecta Cristina Borrero ha recorrido las azoteas y y el campanario. Este último, según el informe que ha elaborado, presenta «un grave problema debido a la humedad que entra a través de la cubierta». Aunque la estabilidad estructural no está afectada, «sería necesario intervenir con urgencia para parar el deterioro».
La arquitecta apunta que «sí está afectada y gravemente la estabilidad de distintos elementos de la torre y la fachada. Hay pretiles y ladrillos de la cornisa rotos y sueltos. Algunos ya han caído a la vía pública y otros caerán en breve, al igual que grandes trozos de enfoscados completamente sueltos».
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