Cuestionan la eficacia en términos de mortalidad de la mamografía

Desde 1974, las mujeres suecas de entre 40 a 69 años han podido hacerse mamografías dentro de un programa de cribado nacional. Con el fin de determinar si este hecho había tenido algún efecto en términos de mortalidad, el equipo de Philippe Autier, del Instituto de Investigación Internacional de Prevención (IPRI) en Francia, revisó los datos de la Dirección Sueca de Salud y Bienestar Social desde 1960 hasta 2009 para analizar las tendencias en mortalidad por cáncer de mama en mujeres mayores de 40 años. Los investigadores compararon las tendencias actuales de mortalidad con los resultados teóricos de los modelos en los que el cribado se traduciría en reducciones de mortalidad del 10%, 20% y 30%.

Los investigadores esperaban que la revisión mostrara reducción gradual de la mortalidad, especialmente porque así lo había sugerido estudios observacionales. En este estudio, sin embargo, se ha comprobado que las tasas de mortalidad por cáncer de mama en mujeres suecas comenzaron a disminuir en 1972, antes de la introducción de la mamografía , y han seguido disminuyendo a un ritmo similar durante el periodo analizado. «Parece paradójico que las tendencias a la baja en la mortalidad por cáncer de mama en Suecia han evolucionado prácticamente como si el cribado nunca había existido nunca. Los datos muestran un efecto limitado o nulo del cribado en la mortalidad por cáncer de mama en Suecia».

Ahora bien, los investigadores reconocen algunas limitaciones de su estudio; es un estudio observacional , por lo que no pueden tomar en cuenta la posible influencia de otros factores de riesgo de cáncer de mama como la obesidad, que puede haber enmascarado el efecto del cribado sobre la mortalidad. También escriben que la movilidad de la población puede haber sesgado los resultados.

La paradoja de la mamografía

En un editorial acompañante, Nereo Segnan, del Hospital de Giovanni Battista (Italia) afirma que a la hora de valorar la eficacia de estos programas, «la paradoja estos análisis descriptivos de las tendencias temporales de las tasas de mortalidad por cáncer de mama se utilizan para refutar los resultados de los de incidencia de mortalidad, que emplean bases de datos individuales».

La conclusión del trabajo Autier Segnan, dice, de que el descenso del 37% en la mortalidad por cáncer de mama en Suecia no se asocia con estos programas parece difícil de justificar . En su opinión, «es el momento de superar de un debate aparentemente interminable sobre la eficacia o no del cribado en cáncer de mama». Porque, como subraya, es posible que la presencia de un programa de cribado organizado pudiera haber promovido la prestación de una atención más efectiva mediante el control de la calidad del tratamiento de los cánceres detectados y favorecer la creación de unidades multidisciplinares de especialistas en cáncer de mama.

En otro editorial adjunto, Michael W. Vannier, del Centro Médico de la Universidad de Chicago Medical Center (EE.UU.), considera que es difícil ver la reducción de la mortalidad como un beneficio de la detección con estos programas sin tener en cuenta otros factores, como la historia natural de la enfermedad. «Sabemos aislar la mamografía como entidad individual no revela mayores beneficios», porque, «incluso si la detección tuviera un 100% de efectividad, el número de muertes podría permanecer sin cambios ».

En este sentido, Vannier señala que, a la espera de otra alternativa mejor, estos programas de cribado con mamografías continuará siendo utilizados. «A medida que nuestras herramientas mejoren, podemos empezar a realizar una detección realmente temprana del cáncer de mama».