Lo que tus pies, esos grandes olvidados, cuentan de tu salud y no sabías

Montero recuerda que todas las partes del cuerpo están relacionadas y que un problema en el pie indirectamente va a repercutir en otra parte del cuerpo. Por ejemplo, de una mala pisada nos puede sobrevenir un problema de rodilla o espalda, o una tendinitis por sobrecarga muscular. Y una pequeña herida en el pie en un paciente diabético puede desembocar en una infección provocando amputación o sepsis en el cuerpo y provocar la muerte. Además, en verano, no debemos olvidarnos de aplicar la crema solar también en los pies y reaplicar cada dos horas y media para garantizar una buena fotoprotección.

Para evitar problemas en los pies, Montero asegura que basta con cumplir tres requisitos: lavarlos a diario con un jabón que sea neutro y secarlos bien (dejar húmedo el pie favorece los hongos y las grietas); aplicar una crema hidratante, especialmente en verano, ya que con el calor y el polvo se resecan más y en zonas como el talón, con mucha tensión, pueden generarse grietas; y utilizar el calzado más adecuado según la circunstancia. «Muchas veces anteponemos la estética y lo primero es la salud», recuerda el podólogo.

Los hongos se forman por una excesiva humedad. Suelen aparecer como zonas descamadas en un lugar amplio, en el arco del pie, más enrojecidas, que pican. «Se tratan con antifúngicos» explica Montero. Se pueden prevenir controlando el sudor y evitando llevar calcetines húmedos mucho rato. El papiloma, provocado por el virus VPH, no pica. Es una lesión circular pequeña, con el fondo punteado negruzco, que a veces sangra, y se cubre de piel muerta. Puede confundirse con un callo o clavo. La diferencia es que el papiloma solo duele un poco al principio, mientras que el clavo se siente como un pincho. El primero se contagia en las piscinas. «Se previene usando chanclas en las duchas», aconseja Montero. Para quitarlos, «hay tratamientos con sustancias queratolíticas, con nitrógeno líquido u otros dispositivos médicos», señala la doctora Lourdes Navarro, dermatóloga de la AEDV.

Este problema se origina por un exceso de sudoración o por un calzado con mucho plástico que no transpira bien. La buena noticia es que tiene solución. «Los podólogos salvamos matrimonios», bromea Juan Carlos Montero. Para controlar el sudor, el especialista recomendará productos antitranspirantes en spray, crema o polvo y desodorantes para el mal olor. «En algunos casos puede estar relacionado con algún hongo en la piel y se necesitan antifúngicos. Pero primero tiene que diagnosticarlo el podólogo», añade el experto.

La recomendación general para mantener las uñas sanas es «cortarlas rectas siempre que sea posible, no quitar la cutícula y no llevarlas muy largas», explica la doctora Lourdes Navarro, dermatóloga de la AEDV. Aunque según la morfología, pueden necesitar otro tipo de cortes. «Si se clavan o están engrosadas o no sé cómo cortarlas hay que acudir al podólogo. Pensamos que es algo muy trivial, pero si se hacen las cosas mal puede repercutir en la salud», advierte el portavoz del Icopoma. En opinión de este profesional, para el cuidado de la salud de las uñas siempre debería acudirse al podólogo. Y si queremos que nos las pinten y vamos a visitar un centro de estética, que sea de mucha confianza. «No deberían utilizar instrumentos de corte que no hayan pasado por un sistema de esterilización porque pueden contagiarnos hongos, hepatitis o VIH. A través de la lima de uñas también se pueden transmitir los hongos e incluso por la brochita de los esmaltes. Aunque lo normal es que no pase nada, si llevas tu esmalte de casa, mejor», advierte Juan Carlos Montero. En opinión de la doctora Navarro, las pedicuras en centros de estética que sigan unas normas de seguridad e higiene no tendrían que aumentar el riesgo de infección por hongos ni en la piel de los pies ni en las uñas.

Aunque limar las durezas de los pies en casa está muy de moda, el portavoz del Icopoma, Juan Carlos Montero, recomienda acudir al podólogo antes de utilizar ningún instrumento por nuestra cuenta. Para las durezas sí valen, pero para las grietas no. «Si se agrieta el talón hay que buscar el motivo y dar la mejor respuesta. No es una dureza (acumulo de piel muerta en una zona del pie por aumento de fricción o tensión), por lo que no tengo que deslaminar las capas extras de queratina». La grietas hay que tratarlas con mucha hidratación y si aplico limas «puedo conseguir que esas grietas se abran más», advierte el podólogo. Ante un problema de talón por sequedad, la primera indicación es hidratar y, antes de hacer nada en casa, lo mejor es consultar con el especialista.

Ante estos síntomas en el pie, siempre hay que consultar, según el doctor Rafael Llombart, especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología de la Clínica Universidad de Navarra: dolor persistente que no cede con reposo, frío local y analgésicos; hinchazón, sobre todo si aparece de repente sin traumatismo previo; deformidad; cambios en la piel o las uñas (ampollas, úlceras o cambios en el color o textura, uñas encarnadas o anormales);dificultad para caminar, cojera o sensación de inestabilidad en el pie o tobillo; limitación de la movilidad del pie o tobillo; alteración de la sensibilidad (adormecimiento, hormigueo, ardor o pérdida de sensibilidad).

La apariencia de nuestros pies no solo delata cuánto de cuidados los tenemos, también puede avisarnos de cómo está funcionando nuestro cuerpo y hacer sospechar de algunas patologías. Por ejemplo, hay enfermedades renales, cardiovasculares o la psoriasis, explica Juan Carlos Montero, podólogo vocal de comunicación del Icopoma, que pueden producir una forma determinada en nuestras uñas. También por la coloración del pie (azul, blanco o amarillo), prosigue el experto, que puede ser consecuencia de otro tipo de patologías del cuerpo. El pie se puede poner azulado cuando hay menos concentración de oxígeno en sangre por una enfermedad respiratoria. Cuando un paciente tiene arterioescleosis y no llega bien la sangre a sus pies, pueden adquirir un tono más blanco. Y cuando se ponen amarillos, puede deberse a alteraciones hepáticas o digestivas. «Muchas veces podemos indagar y estudiar a partir de un síntoma en los pies. Gracias a un buen inspeccionado en esa zona podemos hacernos una idea y, en caso de confirmarse una patología, poner tratamiento precoz», afirma el podólogo.

Hay que optar por el que se adapte mejor a la actividad que vayamos a hacer. La edad influye. Se recomienda no calzar a los bebés durante el mayor tiempo posible y, cuando empiezan a caminar, tenerlos descalzos en casa y con un zapato plano que no tenga refuerzos muy rígidos en la calle. «Hay menos riesgo de sufrir pie plano en niños que han caminado descalzos la mayor parte del tiempo porque se potencian más los músculos de los pies», explica Montero. En el caso de los ancianos, cuyos pies proporcionan menos equilibrio, caminar descalzo no es lo más adecuado. «Los mayores deberían tener unas plantillas a medida para mejorar el equilibrio», añade.

Lo fundamental para evitar rozaduras y ampollas por el uso de determinado calzado es ir amoldando el pie al zapato y viceversa. El podólogo Juan Carlos Montero advierte de que estas heridas pueden producirse en cualquier época del año, pero son más frecuentes en los cambios de estación. «En cuanto viene el frío, después de cinco meses de calor y de llevar el pie al aire, nos ponemos la bota. O cuando nos compramos un calzado nuevo y nos lo ponemos sin domarlo antes. Lo recomendable cuando se acerca la temporada de verano o invierno es empezar a poner el zapato de la nueva estación en casa para ir acostumbrado al pie de forma progresiva y poco agresiva, aunque sea un calzado ya usado», explica el vocal de Comunicación del Icopoma. También recomienda evitar zapatos más estrechos o con la puntera más dura, que pueden provocar ampollas.

El tratamiento de durezas y uñas en todas las edades es uno de los motivos más habituales de consulta en el podólogo. «Un callo o dureza le puede salir a un joven por un pie con mucho arco y las uñas también se les clavan a niños o adolescentes», relata Montero, quien también recomienda revisar en el podólogo la marcha del niño a partir de los 4 años para ver si hay algo que corregir. Pero la «patología estrella» que provoca lesiones en el pie es la diabetes. El pie diabético va a producir alteraciones a nivel vascular, ya que disminuye el flujo de riego sanguíneo, y en caso de hacerse una herida, se cura con más dificultad. También provoca neuropatia periférica, los nervios dejan de hacer su función y el pie pierde la sensibilidad. «A veces no se dan cuenta de que se han hecho la herida, se cura mal y se infecta. Al estar los huesos cerca se propaga la infección. El pie diabético es la primera causa de amputación no traumática. Si se derivase al podólogo se reduciría un 75% la cifra de amputaciones, según los estudios», asegura Montero.