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Obesidad: La epidemia más infravalorada

Casi el 22% de los adultos y más del 18% de los niños españoles arrastran una enfermedad crónica llamada obesidad. Los datos no son buenos y se agravarán en un futuro

Un momento del encuentro. De izq a dcha: Marcos López, que moderó el encuentro, con los ponentes: Elena Andradas, Felipe Casanueva, Helena García y Victoria Buiza José Ramón Ladra

Marcos López

La obesidad, enfermedad crónica caracterizada por un elevado contenido de grasa corporal y definida por un índice de masa corporal (IMC) igual o superior a 30 kg/m2, afecta ya a un 21,6% de los adultos y a un 18,1% de los niños y adolescentes españoles.

Una enfermedad que adquirió hace tiempo la categoría de pandemia y que, con un crecimiento anual cercano al 0,5% en varones y al 0,25% en mujeres, se agravará notablemente en el futuro. De hecho, se espera que para el año 2030 el 80% de los varones y el 55% de las mujeres mayores de 16 años tengan exceso de peso (sobrepeso u obesidad). En total, 27 millones de españoles. Por tanto, el momento de actuar es ahora. Pero la sociedad en general, y muy especialmente los decisores políticos, parecen seguir infravalorando el problema. Lo que puede resultar muy caro. Y no sólo en términos de salud y vidas humanas: los costes directos de la obesidad para el SNS, ya de 2.000 millones de euros en la actualidad, ascenderán a 3.000 millones en 2030.

Ante la magnitud de este problema sociosanitario, el Foro ABC Salud, en colaboración con NovoNordisk, ha ahondado en la situación de la obesidad y sus posibles soluciones. Un análisis y debate abordado por reputados expertos y en el que se han ofrecido los distintos puntos de vista de los agentes implicados: la política sanitaria, de la mano de Elena Andradas, directora general de Salud Pública de la Comunidad de Madrid; la Medicina, con la participación del doctor Felipe Casanueva, jefe de Endocrinología del Hospital Clínico Universitario de Santiago; el impacto emocional, con la psicóloga Helena García; y la perspectiva de los pacientes, representados por Victoria Buiza, presidenta de la Asociación de Pacientes Bariátricos y Obesidad Hispalis Nacional.

La prevalencia de la obesidad se ha triplicado desde finales de la década de los 60, dando como resultado una cifra global de afectados superior a los 650 millones. Sin embargo, las razones para este crecimiento desmesurado permanecen desconocidas.

 

Cambios sociales

Como refiere el doctor Casanueva, «no se conocen las causas de la obesidad. Y es que no ha habido un cambio en la sociedad que explique este crecimiento explosivo». Es cierto que el sedentarismo y los malos hábitos alimenticios pueden contribuir a su aparición, pero no son suficientes para explicarla.Por el contrario, se sabe que nunca es responsabilidad, y mucho menos culpa, del paciente. También que, pese a la creencia generalizada, la fuerza de voluntad es insuficiente para superarla, requiriéndose la ayuda de los profesionales sanitarios y, por extensión, de toda la sociedad.

 Como explica Helena García, «la obesidad se ha tratado tradicionalmente como una enfermedad con una categoría moral. Se ha asociado al paciente con la holgazanería, y se ha generado un estigma terrible». Sea como fuere, debe tenerse siempre presente que no se trata de un problema meramente estético, sino de una enfermedad, y como tal debe ser tratada.

Pero, ¿por qué es tan importante el abordaje de la obesidad? Pues porque como apunta el doctor Casanueva, «es una asesina silenciosa, llegando a recortar la esperanza de vida entre cuatro y 10 años». No en vano, se asocia a más 200 enfermedades, muchas potencialmente letales. Es el caso, entre otras, de las patologías cardiovasculares -primera causa global de deceso, también en España- y neurodegenerativas, de la artrosis, de hasta 12 tipos de cáncer, y de la diabetes tipo 2, de la que la obesidad es la principal causa.

Y no, tal y como sucede con el consumo de tabaco, no hay un 'riesgo cero' en lo que se refiere al sobrepeso: no existen las personas 'fofisanas', pues todo exceso de peso induce deterioro orgánico en algún grado. Es más, el impacto de la obesidad no se limita a la salud física. También tiene un efecto muy negativo en la salud emocional, pudiendo asociarse a distintos problemas de salud mental como las conductas compulsivas relacionadas con la comida, o la ansiedad o el estrés generados por las miradas inquisitivas de muchos ciudadanos. Como alerta Helena García, «en los últimos años hemos visto un incremento de personas con obesidad en las consultas de psicología, sobre todo de chavales jóvenes».

Responsabilidad de todos

La única solución para revertir la situación pasa por el trabajo conjunto de la sociedad, los profesionales sanitarios y los decisores políticos. También de los pacientes, cuya voz, indica Victoria Buiza, «nunca se ha escuchado pese a que son los que tienen que decir qué les pasa y cómo se les puede ayudar».

Así, y por lo que refiere a la clase política, además del desarrollo de campañas de concienciación dirigidas a erradicar los -cada vez menos- prejuicios de la ciudadanía, deben adoptarse medidas para la prevención de la enfermedad. Pero vistos los resultados, no parecen demasiado eficientes. Quizá haya que centrarse en los más jóvenes para, así, atajar el problema de raíz. No en vano, «el 59% de los niños con obesidad a la edad de 4-6 años presentará la enfermedad en su etapa adulta», puntualiza Elena Andradas, quien destaca que «las medidas de promoción de la salud son una inversión magnífica, especialmente en la edad infantil y en el ámbito escolar».

Es el caso de la promoción de la actividad física y de la alimentación saludable, así como de la gestión de la salud emocional. Medidas que, por extensión, también se están implementando en el ámbito familiar y comunitario. Sin embargo, y dada la magnitud de la epidemia, España necesita un plan de prevención de la obesidad, lo que requiere del consenso de todos los partidos políticos y la participación de toda la sociedad a todos los niveles. En palabras de Elena Andradas, «todos sabemos lo que hay que hacer. Sólo falta que nos pongamos de acuerdo y contemos con un presupuesto específico para poner en marcha un verdadero Plan de Prevención de la Obesidad».

Dietas milagro

La persona con obesidad, que nunca 'persona obesa', término que entraña un significado despectivo, debe buscar ayuda en su médico de cabecera o pediatra y, de resultar necesario, ser derivado a una Unidad de Obesidad para recibir una atención multidisciplinar, si bien el número de estas Unidades es aún muy escaso. Asimismo, es altamente recomendable contactar con una asociación de pacientes.

Y en el caso probable de que la prescripción inicial de hábitos saludables, fundamentalmente ejercicio y alimentación adecuada, no ayude a superarla, ¿qué se puede hacer? Existen fármacos innovadores que, caso de los análogos de la GLP-1, son seguros y han demostrado ser muy eficaces a la hora de lograr la tan ansiada como necesaria reducción de peso. Un tratamiento para una enfermedad crónica que, por tanto, requiere su administración de por vida.

Sin financiación pública

Pero hay un problema: pese a ser una enfermedad reconocida por el sistema nacional de salud, y también por la Organización Mundial de Salud, los fármacos para su tratamiento no son financiados por la sanidad pública, por lo que su coste recae íntegramente en el bolsillo de los pacientes. Lo que no sucede con ninguna otra patología crónica. Una situación que deriva de una decisión gubernamental no modificada en más de tres décadas y que, calificando a la obesidad como problema estético, equipara a los fármacos, siempre bajo prescripción y control médico, con las hierbas curativas.

 De hecho, el único tratamiento costeado por la sanidad pública es la cirugía bariátrica para la obesidad mórbida (IMC ≥ 40 kg/m2) , siendo ésta una intervención costosa para la que la lista de espera supera en estos momentos los tres años, lo que pone en grave riesgo la vida del paciente. Como concluye Victoria Buiza, «la obesidad es una enfermedad de segunda. No tenemos acceso a la medicación ni garantía de ser operados a tiempo».

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